Ciudad de Guatemala / AFP
Henry Morales Arana
«Todo mundo me dice: llevas la agenda gay», pero no, «llevo la agenda de los derechos humanos», dijo Aldo Dávila, el primer hombre abiertamente gay en lograr una banca en el Congreso de Guatemala y portador del virus del sida.
Activista de 41 años e integrante del partido izquierdista Winaq, fundado por la la líder indígena y premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú, Dávila ganó una diputación por el distrito de Ciudad de Guatemala.
En una entrevista con la AFP en su apartamento del centro de la capital, Dávila, quien tomó consciencia de «que era diverso» a los 11 años, dijo que defenderá los derechos humanos pese a temer ataques homfóbicos que augura sufrirá tanto en el Congreso como en la calle.
Estoy «orgullosísimo (de la elección) pero también tengo que cuidarme mucho, porque estoy seguro de los ataques que voy a recibir», dijo Dávila.
Estoy «consiente que van a tratar de ponerme cascaritas (trampas) en el piso, todos van a estar vigilados pero seguramente el hueco (término despectivo para gay) es el que más a estar con la lupa encima. Seguramente voy a pasar malos ratos», auguró.
De cabeza rasurada y complexión delgada, el diputado electo ya piensa en los proyectos que impulsará cuando tome posesión por cuatro años el próximo 14 de enero junto a sus tres colegas de partido.
El Congreso guatemalteco estará integrado por 160 representantes, dos más que en la presente legislatura, en su mayoría de partidos conservadores.
«Quiero ser la voz de la sociedad civil dentro del Congreso de la República», agregó Dávila, de hablar elocuente y formado desde la adolescencia en organizaciones de prevención del VIH y la defensa de los derechos humanos de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales).
– Crímenes de odio –
Señaló que «ser homosexual, gay, lesbiana, transexual, en un país tan hipócrita y tan conservador, y tan mojigato, es duro», pero se siente un «privilegiado» por el apoyo de su madre, a quien reveló su orientación sexual cuando tenía 16 años, algo que lo liberó de la depresión que sufría.
Su madre lo aceptó y acompañó en su activismo, incluso en la primera marcha del orgullo gay que se realizó en Guatemala en 2000, aunque siempre con el temor de que su hijo fuera víctima de la violencia.
«¿Que si he tenido miedo a morir o que me lastimen por ser diverso? Por supuesto, y no una vez, muchas veces», señaló Dávila, quien asegura que desde su candidatura ha recibido amenazas y mantiene el «miedo» de que «me den un balazo, me maltraten o pase algo».
Una de las principales propuestas legislativas de Dávila será la tipificación penal de los crímenes de odio contra la comunidad diversa, muchas veces por discursos que impulsan voces de las iglesias cristianas, según el activista.
Considera que el discurso de odio también debe ser catalogado como delito porque incita a asesinatos, violaciones y otras atrocidades contra la población LGBTI.
Según el periódico digital de investigación Nómada, que cita datos de la fiscalía y la asociación Somos, 20 mujeres trans y 13 hombres gays fueron asesinados el año pasado en Guatemala.
Cerca de 900 agresiones ocurrieron entre 2014 y 2018, aunque los números podrían ser mayores por la falta de denuncias o por inacción de las autoridades.
Dávila apuesta asimismo por una «Ley de identidad de género» que permita definir en los documentos la identidad en que se reconocen las mujeres y hombres trans, en tanto buscará crear una comisión nacional de denuncias y seguimiento por discriminación a mujeres, jóvenes y otras personas de la diversidad sexual.
«¿Cuánta gente tiene que vivir en el closet por la homofobia, por la iglesia, por la familia, por la sociedad (…) El closet es un lugar para guardar ropa, no para meter personas», puntualizó Dávila, quien piensa tomar posesión acompañado por colectivos LGBTI.