Isaac Bigio
Analista Internacional
El Primer Ministro ha dejado el jueves en la noche los cuidados intensivos para ir a una sala de pacientes en el hospital Saint Thomas. Esperemos que tanto él como los otros 65,000 británicos que han sido oficialmente catalogados como pacientes por el COVID 19 puedan curarse de este virus.
En la foto que anexo estuve con Boris y su familia cuando él era alcalde capitalino. Nos la tomamos en la misma acera del río Támesis en que él hoy se encuentra. Entonces estábamos platicando de la necesidad de reconocer a la comunidad iberoamericana y de habla española y portuguesa en todos los formularios (cosa que él lo materializó en Londres) y en una amnistía para los cientos de miles de indocumentados (planteo que él aceptaba).
Esperemos que si Johnson se reinstala en el gobierno él aplique dichas medidas que ayudarán a combatir la expansión del COVID-19, pues permitirán eliminar un foco infeccioso (los irregulares que están obligados a exponer sus vidas y laborar para pagar su renta y comida dejarán de sobrevivir en la oscuridad) y se podrá entender las necesidades del millón de luso-hispanos (los cuales, junto con sus pares en EEUU son una de las etnias más afectadas por la pandemia).
Cuando el Primer Ministro pasa a la sala de recuperación el número de sus compatriotas muertos en el último mes por la pandemia asciende a los 8,000. Esta es una cifra extremadamente alta e implica que uno de cada 8 pacientes por este virus termina falleciendo. Se trata de una de las peores tasas de mortalidad por enfermedad de coronavirus que hay en el mundo, solo comparable a la de la devastada Italia.
Lo más grave es que apenas hay 135 británicos que se han recobrado del COVID-19, lo cual implica que hay una treintena de muertos por cada enfermo curado. En China y Alemania, por el contrario, la cifra es de 20 sanados por cada fallecido por el coronavirus.
El Instituto de Estadísticas de Salud Métrica de Seattle pronostica que la tendencia del Reino Unido es a la de llegar al pico de casi 3,000 muertos el 17 de abril para luego bajar; pero terminar totalizando 66,000 fallecidos en agosto. Esto último implica más bajas que la suma de los países europeos más afectados por la epidemia: Italia, España, Alemania y Francia.
Por el momento quien reemplaza a Johnson es su Primer Secretario de Estado Dominic Raab, quien ha reconocido que no ha podido platicar con su jefe desde que entró en cuidados intensivos. No sabemos cuánto tiempo Johnson va a estar en recuperación y, seguramente, los médicos le estarán recomendando un reposo absoluto.
El margen de acción que tiene Raab es limitado. Él no tiene el rango de primer ministro interino. Raab no es una figura muy popular. Mientras Johnson es el único tory que ha llegado a sacar más de un millón de votos (algo que lo hizo dos veces al ganar la alcaldía de Londres en el 2008 y 2012) y su carisma fue clave para que el NO a la UE sacara la mayor votación de la historia británica (más de 17 millones de sufragios) , Raab logró conservar su banca parlamentaria el 12 de diciembre perdiendo varios puntos, quedando levemente por debajo de la mayoría electoral absoluta y aventajando al candidato liberal demócrata por menos del 5%. Cuando él compitió en las internas tories para ser su líder no estuvo entre los más secundados por sus colegas en la bancada conservadora.
Si Johnson lo colocó a él en ese puesto es porque, precisamente, no quería alguien que le pudiese hacer la sombra, algo de lo que si es capaz de hacer Michael Gove, un brexitero muy preparado con muchas ambiciones y que ya antes le clavó un puñal en la espalda.
Raab constantemente se escuda en el gabinete al cual dice que debe consultar, pero él no se siente capaz de cambiar a ningun puesto dentro de éste ni tomar decisiones muy drásticas.
Por el momento parecería que en algún momento Johnson se reestablecería plenamente en sus funciones, pero queda aún la posibilidad que él termine inhabilitado. De darse esto último debería abrirse un proceso de elecciones internas en su partido para que 150,000 militantes tories decidan quién sea el primer ministro de 66 millones de británicos.
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