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Princesa mágica a reina mágica de la vida

PRINCESA MÁGICA A REINA MÁGICA DE LA VIDA.

Por: Wilfredo Mármol Amaya

 

Isabella, la Princesa Mágica, según la llamaban sus amistades que le apreciaban, decidió ir al centro de la ciudad a buscar los botones para un traje que se había imaginado en su mente de diseñadora, pues haba decidido participar en el festival para reina de las fiestas. Pero se fue al centro de la ciudad sin el permiso de papá, y don Jorge era un hombre serio y delicado, eso sí extremadamente cariñoso con su Princesa Mágica que a sus catorce añitos aún era la niña chiquita que atesoraba el amor de todas sus hijas e hijos, “pues sí, es la seca leche” solía decir don Jorge a los cuatro vientos.

Llegó a La Mariposa, un negocio en el que vendían todo tipo de artículos para la costura de las féminas, allí habían blondas, zippers, botones, elásticos, hilos de todos los colores y por supuesto telas de las más variadas para todo tipo de ocasión. Se hizo la ilusión-una vez más- de cuando seria coronada mientras todo el mundo deleitaba con una mar de aplausos en   gesto de reconocimiento a la más bella reina que acontecía frente sus ojos. No, se dijo de manera de interrupción en su interior, quiero seguir siendo la Princesa de papá, fue cuando recordó que andaba sin su permiso en medio de la capital del país de la sonrisa, pero que ocasiones se volvía una pesadilla por las cosas que sucedían en el diario vivir. La Princesa Mágica, no dejó de inquietarse.

Caminaba en dirección al punto de buses que la llevaría a casa. Y sucedió lo inesperado.

Un perrito color blanco y negro con sus orejitas tiradas hacia abajo, como asustado pasó en medio de sus piecitos y se llevó el susto de su vía, al creer que alguien había caído a sus pies, al recuperar el aliento del susto, se percató que el cachorrito se atravesó la calle a punto de ser atropellado por los vehículos y buses.

La Princesa como pudo, le siguió y le extendió sus manitas al otro lado de la acera, a lo que el perrito se dejó tomar en medio de las manitas de la jovencita con su sonrisa eterna, camanances pronunciados, pelito largo azabache, liso y de camino en medio, es decir una Princesa en pleno centro de la ciudad.

Volvió la mirada a todos lados para ver si aparecía el propietario y entregarle el perrito, pero la verdad es que se había encariñados del perrito, y el perrito de ella, eran una simbiosis de afecto entre ambas criaturas. Decidió esperar quince minutos, pero le parecía un siglo pues si papá Jorge se daba cuenta que había ido sin su permiso tendría problemas, y ella es lo que menos quería, pues conocía a su padre quien era un torrente de amor, pero enojado hasta los chuchos aullaban.

Luego del tiempo prudencial se pasó a la cera de donde ambos habían cruzado y decidió preguntar a una señora vendedora de frutas, realmente frescas y vio las naranjas más ricas del mundo estaban en esa canasta esa mañana de abril, que de paso pensó en su hermanita mayor, y la señora al ver al cachorrito le dijo, antes que la Princesa Mágica abriera su boca, – ¡Niña le compro ese perrito, está lindo, por favor véndamelo!

La Princesa contestó – No gracias, pero es mi única compañía, no puedo vendérselo, a parte que lo acabo de…

-No dejó que terminara la expresión, cuando la señora le dijo: -le ofrezco veinte colones y me quedo con el perrito, ¿sí?

La niña empezó a sonreír para su interior y se dijo así misma:

– Bueno quise preguntar si era de la señora, pero ofreció dinero por ti. Así es que te quedaras conmigo, dijo la Princesa y con una sonrisa de ensueño empezó a caminar hacia donde estaba el bus de la ruta 1, que la llevaba directamente a casa. Y así fue.

El motorista no le cobró el pasaje, pues al ver al cachorrito exclamó: -Adelante señorita, y como le voy a cobrar con ese perrito lindo y tentador, realmente esta robable. La Princesa sonrió de una manera cómplice y se sintió aludida y empezó a esconder a su perrito, pensando que nombre llevaría y que diría al llegar a casa, sobre el origen del perrito.

Con el brazo derecho apretaba y abrazaba a su cachorro y con el izquierdo aferraba la bolsa de los botones del traje con el había soñado su reinado. Al fin llegó a casa, en el apartamento 14, número 414 allá por la casa de la cultura de La Gran Manzana, se entregó a bañar a su cachorrito, que lo veía más lindo que nunca y empezó a sentir amor por él, mientras escuchaba su canción cubana favorita.

Te molesta mi amor, mi amor de juventud y mi amor es un arte en virtud te molesta mi amor, mi amor sin antifaz y mi amor es un arte de paz

 

Su madre, doña Blanquita apenas se dio cuenta de la ausencia de su Princesa, pues se levantó muy temprano y en cuestión de dos horas estaba de regreso, Imaginó había ido a realizar sus tarea a la biblioteca de la Casa de la Cultura, y le preguntó sorprendida por el alegre perrito, pues no dejaba se exponer su belleza de cachorrito vivaz y juguetón. –Y ese perrito bonito, cuestionó

 

-Es mío mami, me lo encontré en mi camino y no se quiso despegar más de mí. Esperé un tiempo moderado a ver si alguien preguntaba pero no llego nadie así es que me lo tiraje, incluso la gente se encariñaba al verlo, hasta ofrecimiento de compra tuve, y dije que no. Esta es su historia, así que es un miembro más de la familia. ¿Verdad que si? preguntó la Princesa.

 

-Si mi niña, si es así es todo suyo, aparte que está bien bonito. Eso sí, usted es la dueña, usted lo baña, lo lleva al veterinario, se encarga de su comida y limpia cuando haga sus cosas, mientras le enseña cómo debe actuar. ¿Está claro?

 

-Así será, mami… Y así fue.

 

Peinó a su perrito, mientras pensaba que nombre le pondría, mientras en la radio se escuchaba la canción cubana, que la Princesa deleitaba a toda imaginación.

 

Te molesta mi amor, mi amor de humanidad y mi amor es un arte en su edad te molesta mi amor, mi amor de surtidor y mi amor es un arte mayor

 

La madre repasó en el cuerpo de la niña las medidas para el traje del día de la celebración de la elección de la Reina de las fiestas, y se acordó de los botones que aún faltaban, a lo que la Princesa respondió con dulzura:  – Acá están, aproveché de comprarlos esta mañana.

-Donde los compró señorita, balbuceo la madre un tanto desconfiada.

 

– Le diré la verdad mama, fui a La Mariposa a comprarlos esta mañana, para que usted no saliera, acá están.

– Esto lo tiene que saber su papi, y bien sabe lo que el piensa de salir sin su permiso. ¿Se lo hace usted o se lo digo yo?

– No mami, yo se lo diré cuando venga esta tarde.

 

Doña Blanquita se puso a trabajar en el vestido para la fiesta de la reina, que apenas faltaban un par de días.. En la radio, otra vez se escuchaba la canción de la nueva trova cubana.

 

Mi amor es mi prenda encantada es mi extensa morada es mi espacio sin fin mi amor no precisa frontera como la primavera no prefiere jardín. Mi amor no es amor de mercado porque un amor sangrado no es amor de lucrado. Mi amor es todo cuanto tengo si lo niego o lo vendo para qué respirar?

 

Al caer el crepúsculo de la primavera, el vestido estaba concluido, doña Blanquita hizo lo que sabía y lo dejó tal cual había sido diseñado por su hija pequeña, y también la hermanita, un tanto mayor que era una señorita de cutis que parecía tez de jugo que brinda el fruto de la vitamina C, que le había dado el nombre de la joven de las naranjas.

 

Se puso el traje, en el momento preciso que entró el papá del hogar, don Jorge quien se quedó sorprendido con la belleza de las mujeres de su hogar, mas con el traje de Princesa Isabella, cuando salto a la palestra el perrito cachorro moviendo la colita y se dirigió a sus brazos, que además además le arrebató en un sólo tajo su corazón.  Don Jorge exclamó:

 

-¿De dónde salió Lucas?

 

-¡¡¡ Lucas, dijo la Princesa!!!  Y se quedó contenta pues era el nombre perfecto para su perro. Y desde entonces, Lucas ha estado siempre con la familia, en las buenas y las no tan buenas. Al momento que sonaba una música en la casa vecina:

 

Te molesta mi amor, mi amor de juventud y mi amor es un arte en virtud te molesta mi amor, mi amor sin antifaz y mi amor es un arte de paz te molesta mi amor, mi amor de humanidad y mi amor es un arte en su edad. Te molesta mi amor, mi amor de surtidor y mi amor es un arte mayor mi amor no es amor de uno solo

Sino alma de todo lo que urge sanar.

La fiesta dio inicio, y se celebró en la Casa Comunal de la Universitaria Norte, que por cierto hoy lleva el nombre del Dr. Carlo Antonio Herrera Rebollo (8 de enero de 1935 – 23 mayo 1979), en su honor luego de haber sido asesinado, quien dejó palabras de horizonte cuando señaló en un discurso:

El amor a Dios,  el amor a la patria  y el respeto a las ideas de los hombres. Es el único camino  para construir una sociedad más JUSTA, y más HUMANA.

 

Don Jorge se le veía contento y a toda su familia, pues el triunfo fue inobjetable, su Princesa Mágica se le convirtió en Reina en un solo día. No tuvo contrincantes por su belleza a flor de piel, gracia, elocuencia, simpática, su sonrisa y camanances infinitos marcaron el paso de la nobleza, amén de su cabellera negra azabache y peinado en medio de su cabecera lucieron para siempre la corona de la elegancia. Los botones dorados que llevaban su traje eran verdaderas estrellas irradiando brillo por doquier, iluminaron a los participantes en tan importante coronación de la Reina, que paso a nominarse: Isabella I.

La familia estaba feliz, la joven de las naranjas enardecía de alegría mientras tatareaba la canción Rosas, de La Oreja de Van Gogh, sus hermanos Luis, Moris y Marito, el menor de los chicos varones, quienes disfrutaban de ver a su reina hermana y la cara de felicidad de doña Blanquita  y don Jorge que llegaba hasta el cielo, de oreja a oreja se hacía sentir esa noche, más que otras veces. La fiesta culminó con la canción de Silvio Rodríguez:

Mi amor es un amor de abajo

que el devenir me trajo para hacerlo empinar mi amor, el más enamorado es demás olvidado en su antiguo dolor.

Mi amor abre pecho a la muerte y despeña su suerte con un tiempo mejor.

 

Al llegar a casa la Reina, antes Princesa Mágica, guardó su vestido de realeza y dio un beso a sus padres, y por supuesto a Lucas, que moviendo su colita dio a entender que esa era su familia, en las buenas y las malas. Y Lucas les ha cumplido. Palabra que sí.

 

La Princesa Mágica pasó a ser Reina Mágica por siempre, empezó a conciliar el sueño, al son de los versos de la canción:

 

Mi amor, este amor aguerrido es un sol encendido por quien merece amor.

 

 

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