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Privatizaciones, mal sistémico y social

Luis Arnoldo Colato Hernández

Las reformas económicas emprendidas por las administraciones de derecha -treinta años atrás- con los infames ajustes financieros, tienen ahora un terrible eco en el desastre que las finanzas públicas padecen, por su endémica carencia de fondos que nos ha empujado a adquirir deuda para satisfacer necesidades, que antes estaban aseguradas, cuando a pesar de ser gestiones administradas por militares, cumplían con los propósitos para los cuales fueron creados.

Consideremos, por ejemplo, el tema de las pensiones, que antes se encontró administrada por el estado, y que mientras fue así, los jubilados tuvieron una expectativa de vida que por mucho superara las condiciones a las que es reducido quien bajo las actuales condiciones se ve obligado a retirarse –pues se lo aplica una reducción de sus ingresos efectivos de hasta un 70 %, con lo que debe afrontar los años mas difíciles, pues a los males que desarrollara durante su ejercicio laboral, se lo debe sumar la deuda de vida que acarrea, y que supera al 10 % de los ingresos restantes en promedio para ese momento ASAFONDOS, INPEP, INSSS-, por lo que el retiro no es una perspectiva ahora mismo, puesto que a lo anterior debemos sumar el que el estado asume, la carga pensionaria a partir, en promedio, del octavo año de retiro, pues los ahorros para entonces se han consumido.

La solución en ese particular tema es simple, la renacionalización del sistema de pensiones, la reconversión del mismo al efectivo sistema de reparto y solidario, que garantiza mediante la acumulación del activo en un fondo común, no solo la satisfacción de las necesidades de los jubilados, sino, además, la garantía de que cuando a quienes realizan aportaciones ahora les corresponda el retiro, lo harán con la garantía de que ésta será  a perpetuidad, y con las debidas reformas, debidamente acorde al coste de vida que imponga la dinámica económica.

Es solo uno de los muchos casos de privatización que ahora son un verdadero quebradero de cabeza para el Estado salvadoreño, y que solo beneficiaron a apenas al 2 % de la población [Informe sobre el Desarrollo Humano en El Salvador, 2018/UNDP], quienes vieron incrementar sus haberes de manera exponencial, hasta generar una subclase por encima del resto, que ahora se ha reducido a apenas el 1 %, y que acumulan ellos solos, hasta un equivalente al 90 % del PIB nacional/BID, BM, FMI.

De tales sendos fracasos derivaría el necesario debate sobre la conservación del modelo, lo que increíblemente no solo no ha sucedido, pero no se atisba ninguna revisión sobre los mismos, que además y por extensión lo impone a las demás privatizaciones que son también fallidas, pues solo benefician a pocos, contribuyendo a la pobreza y la violencia consecuentes.

Entonces, para las promesas eleccionarias de corrección incumplidas, debería la actual administración promocionar un estado potable, provocando una administración que incentive una riqueza derivada de la producción interna, que reduzca nuestra dependencia, replanteando el papel del estado y del mercado con la intencionalidad última de promover un estado real.

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