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Mujeres de los municipios de Mejicanos y Nejapa, reciben un taller de derechos humanos y redes de mujeres sororarias. Foto Diario CoLatino /Alfredo Carías.

PRO Vida trabaja por los derechos de las mujeres y su empoderamiento

Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino

Sandra* y Ana* , (nombres ficticios por su seguridad) se encuentran trabajando junto a especialistas y profesionales en psicología y trabajo social, sobre sus potenciales, capacidades y oportunidades para construirse como colectivos y aportar a sus entornos familiares y comunitarios.

“En mi comunidad esto ha sido como una cadena -está la representante de las mujeres- , ella es una lideresa y me hizo la invitación para este proceso de talleres, preguntándome que si me gustaría escuchar cuáles son los derechos de las mujeres y también identificar con los tipos de violencia y dije sí, reconozco he aprendido mucho”, declaró Sandra.

La Asociación de Ayuda Humanitaria (PRO-VIDA), viene realizando este tipo de talleres y procesos sociales a mujeres a manera de contribuir en la construcción de una sociedad integral, al fortalecer la organización social y la educación en salud desde una visión de género, que integre el aspecto generacional y con la inclusión del tema de gestión de riesgos desde la base los derechos humanos y que ha prevalecido durante 37 años desde su fundación.

Sandra, destacó de su experiencia -en el taller- que hay muchas que ignoran aspectos sobre sus derechos como mujeres o sobre las distintas expresiones de la violencia que pueden estar no solo en un golpe, sino en palabras o formas de tratarlas.

“Me integré al taller y cuando inició la psicóloga a hablar de esas palabras, de esos tratos, de ciertas expresiones me sentí identificada por dentro. Me di cuenta que yo había sido víctima de palabras hirientes, puedo decir que fui víctima de un abuso psicológico”, afirmó.

“Antes era una mujer muy explosiva, porque era muy insegura de mí misma y temerosa de los señalamientos que alguien me hiciera o si alguien me ayudaba me resentía porque creía que me tenían lástima, era frustrante, pero ahora PROVIDA, me dio la oportunidad de expresar todo lo que sentía en el taller y practicamos ejercicios de auto cuido de la mujer y me ha gustado”, compartió.

Sandra es una mujer emprendedora que vende alimentos en su comunidad, en uno de los municipios de Nejapa, y que ha decidido luego de este taller e ayudar a otras mujeres que se encuentren en similar situación al replicar sus nuevos conocimientos y prácticas personales de autocuido.

“Me considero -ahora- una mujer libre, segura de mi misma y que sé que voy a lograr a que muchas mujeres busquen solución a sus vidas, contándole nuestra experiencia y también dándoles los número telefónicos de ayuda institucional y la información de estos talleres y donde se brindan, para que sumemos más mujeres con conocimiento de nuestros derechos”, sostuvo.

Este proceso afirmó Alexia del Carmen Abrego, experta Psicosocial de PROVIDA, es todo un proceso de formación y fortalecimiento de lideresas que abarca los municipios de Mejicanos y Nejapa, en San Salvador, y que son grupos de mujeres en donde el objetivo principal del proyecto es el fortalecimiento de las redes de apoyo comunitarias a mujeres que enfrentan violencia de género o que están en riesgo de enfrentarla.

En cuanto a la violencia institucional, la psicóloga mencionó el actual “régimen de excepción” que está provocando entre las mujeres ya sea, madres, hermanas, hijas, abuelas o esposas una incertidumbre por los operativos de la policía (PNC) y militares (FAES) en las comunidades más vulnerables del país.

“Las detenciones a hermanos, esposos o hijos han comentado ellas que genera temor general que pueden llegar a tocar la puerta y las detengan, pese a ser personas no vinculadas a ningún grupo delincuencial o pandillas. Y claro esto, genera estrés en ellas y violenta sus derechos”, explicó.

“¿Cómo viven en estas zonas de riesgo? No saben si en algún momento van a llegar a sus hogares y no importa que lleguen, y no se las lleven. Por lo que han expresado es el susto que reciben las mujeres al momento de enfrentar eso, que se está volviendo una rutina contar a quienes se llevan o no llevaron y ese temor afecta sus vidas”, manifestó Ábrego.

En cuanto a los procesos individuales consideró que algunas están dispuestas a sanar de sus heridas personales y situaciones límite que han vivido, pero aún, algunas no están preparadas para realizar procesos jurídicos contra quienes las violentan porque esto se trata de una evolución personal.

Ana cuenta con experiencia en la gestión de talleres y vocería de su comunidad. Afirmó que la experiencia le permitió estar relajada y positiva, y aprender nuevos conocimientos, ya sea de manera individual o en colectivos con sus vecinas de la comunidad.

“Las mujeres hemos sido violentadas por siempre. Yo tuve mis problemas con mi esposo anteriormente, pero quizás unirme a Próvida me ha servido de mucho para crecimiento personal, porque he tenido experiencia al trabajar en la Alcaldía municipal de Nejapa”, narró.

“Me gusta la idea que este taller nos va a permitir poder ayudar a otras mujeres de la comunidad, porque a veces son tímidas y otras que sabemos -no se atreven- aún a denunciar. Y claro nos sentimos desprotegidas, pero con PROVIDA, hemos hechos cambios y me ha gustado”, reafirmó Ana.

Este proyecto tiene el enfoque a la atención específica de mujeres que han sido víctimas de violencia y la construcción de redes de apoyo, comentó, Karen Ramírez, gerente del Programa de Desarrollo Territorial de Próvida.

Busca fortalecer las “redes de mujeres sororarias”, junto al aporte del desarrollo humano de esta población salvadoreña, agregó.

“Yo creo que el contexto de este taller es una atención para que las mujeres sientan que hay mecanismos de protección aún en momentos de dificultad, y es allí, -creo yo- que en ese contexto general del que hablamos de las mujeres rurales o las mujeres de zonas periurbanas que son zonas densamente pobladas del país, están recibiendo esta carga moral y económica”, indicó.

“Y la presión social y la incertidumbre emocional, porque no a todas les afecta por igual, porque debemos reconocer, que las mujeres con menos recursos y de mayor vulnerabilidad están sobrellevando toda esta situación del encarecimiento de los alimentos, las dificultades económicas, que ellas lo están viviendo desde otra perspectiva”, puntualizó Ramírez .

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