José Chencho Alas
El pasado fin de semana salió a luz pública el tema de los sobresueldos que recibían Luis Cardenal, exministro de turismo y actual presidente de ANEP, Margarita Escobar, exviceministra de Cancillería y Rodrigo Ávila, jefe de policía en el período presidencial de Antonio Saca. En el programa el Debate con el periodista Nacho Castillo unos meses atrás, ante la pregunta de si es ético recibir sobresueldo, la respuesta del Sr. Cardenal fue tajante: “… el sobresueldo no es problema de ética”. Creo que su respuesta debe de ser analizada. Me parece que si la pregunta se hace en abstracto, el sobresueldo no es problema de ética; si la pregunta se hace teniendo en cuenta el contexto social en que vive la población, la respuesta cambia.
Me gustaría invitar al Sr. Cardenal a venir conmigo al campo salvadoreño. Lo llevaría al Bajo Lempa a quedarse unos tres días en alguna de las comunidades, desde luego, no las que han recibido apoyo de ONGs u otras entidades; comunidades que han tomado en serio su crecimiento, tal es el caso de Ciudad Romero. Le pediría que se levantara a las 4:00 a.m. para conversar con Jacinto, el padre de familia, que tiene que comer su desayuno a la carrera, una tortilla con frijoles, para ir a trabajar a la milpa de su vecino y ganarse unos cuantos centavos. Si le pregunta a Jacinto a qué hora va a regresar a casa, le va a responder a las 6:00 pm. Sí, así es. Si sale a encontrarlo va a notar que su piel huele a sudor y sol.
Luis, yo sé que usted tiene mucho interés de conocer a la familia de Jacinto, padre de cuatro niños. Pedrito, el mayor, tiene siete años y va a primer grado. La escuelita está cerca, vamos allá. Preguntamos por el niño y nos permiten ir a su aula. Usted se queda sorprendido, Pedrito, está cabeceando, no tiene energía para atender la clase.
Parece que el café de maíz y la tortilla no fueron suficientes alimentos para mantenerlo despierto, atento a la clase. Comienza a llover y los niños no hayan dónde poner sus cuadernos, porque la escuela tiene más goteras que un rancho abandonado. Si pregunta al maestro cuántos niños tiene matriculados en primer grado, le va a decir que 40, pero que solamente llegan 20, porque los otros están enfermos o acompañan a sus padres en los trabajaderos. Me parece que en estos momentos usted está pensando en sus hijos!!!
Le invito a que regresemos a San Salvador. Vamos a ir al dormitorio de la policía municipal. Son las nueve de la noche. Los policías se han pasado desde la aurora vigilando por el orden de la ciudad, particularmente el centro y los mercados en donde hay muchos rateros que tratan de vivir de los demás. Están muy cansados, mal comidos y con un sueño que les permite dormir en cualquier lugar. No se asuste, algunos duermen en petates, un lujo, otros en el piso. No hay catres para ellos, mucho menos camas de doble colchón, king size. Le recomiendo no ir al baño porque va a vomitar. Le cuento que el alcalde nunca ha venido a este lugar.
Regresemos a su casa de doble planta, seis dormitorios, seis baños, dos salones, piano de cola, bar, teatro de diversiones, cochera para tres carros, jardín italiano. Es una residencia.
Volvamos a su casa porque me interesa hacerle una pregunta: ¿Es un problema ético el sobresueldo? La respuesta cambia, cuando la pregunta la pone en el contexto social de nuestro país. Es justo ganarse un salario conforme lo ameritan las cualificaciones de estudios y experiencia, pero no sobresueldo, porque ese dinero le pertenece al pueblo, no al presidente de la República.
Creo que por ética el dinero recibido de sobresueldo debe ser restituido a las arcas nacionales. Cuando una persona se apropia de algo que no le pertenece, a no ser que se encuentre en una necesidad vital, es obligatoria la restitución.