Alejandro A. Tagliavini*
La violencia en las sociedades está recrudeciendo a niveles insospechados incluso en países que, hasta hace poco, eran pacíficos hasta el aburrimiento, como en Alemania en donde días atrás manifestantes rompieron el perímetro policial del edificio del Reichstag, y “tomaron” la Cámara de Diputados en Berlín.
Aunque esta toma no fue precisamente violenta, no es normal y responde a los ánimos crispados por las recientes represiones de los gobiernos sobre la libertad de las personas y su derecho natural a trabajar. En un artículo anterior, ya había comentado el recrudecimiento de la violencia, particularmente los “disturbios raciales” en EE.UU. que, si bien no son nuevos -si hasta los he vivido cuando era estudiante en un secundario allí- se han potenciado.
Y en esto tiene que ver el crecimiento de la desocupación, la miseria, la marginación y alienación a partir de la violencia del Estado, su represión policial sobre el derecho a trabajar. Y esta politización de la vida, desde que el Estado en todo se entromete, se expande hasta los ámbitos más insospechados.
Cuenta Robert Álvarez que en la NBA, la de las estrellas a las que sus equipos llegan a pagar hasta 35 millones de dólares al año como a LeBron James o Kawhi Leonard, por primera vez se suspendieron partidos debido a la incomparecencia de los equipos. El tiroteo por la espalda, de los policías a Jacob Blake, en Kenosha (Wisconsin), colmó la paciencia de los jugadores. “La lucha es real y no puedes sentarte en los costados”, twitteó LeBron James (@KingJames).
Los jugadores de la NBA después de un debate en el que medió Michael Jordan y aconsejó Barack Obama, decidieron seguir adelante con la temporada, en la burbuja del complejo de ESPN en Disney World en donde el lema “Black Lives Matter” preside los partidos tras el asesinato de George Floyd. Y, entre otras cosas, el sindicato de jugadores se comprometió a invertir 300 millones de dólares durante 10 años para apoyar a las comunidades negras.
Algo ha cambiado en el deporte estadounidense, lamentablemente se está politizando -a partir del Estado que lo reprime más, aislándolo del público, por ejemplo- es decir, adoptando actitudes que, aun con intenciones loables, debilitan al deporte al ocupar tiempo y esfuerzo. Y no solo son los deportistas poniendo en riesgo sus carreras sino la misma NBA, sus franquicias, las grandes ligas y entidades de las que dependen los deportes, incluso los patrocinadores.
Kareem Abdul-Jabbar, uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA, decía en su columna en The Guardian: “Lo que realmente me impactó más (el día del boicot…) fue el apoyo de otros deportes y atletas. La MLS (fútbol) pospuso cinco partidos ese día. La MLB (béisbol) también aplazó tres partidos. Naomi Osaka no quiso jugar las semifinales de Cincinatti y las organizaciones de tenis profesionales apoyaron su postura y aplazaron un día el torneo. Nunca me he sentido tan orgulloso de mis compañeros deportistas”.
En fin, los seres humanos tenemos que madurar y comprender que no importa qué tan grave, supuestamente, sea una amenaza, es insano que los Gobiernos anden por allí reprimiendo lo que los políticos creen que son las causantes. La violencia jamás será solución, por el contrario, empeorará las cosas y traerá más violencia. Y el entrometimiento del Estado en todos los órdenes, la politización, además nos hará perder tiempo y esfuerzo.
*Asesor Senior en The Cedar Portfolio y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California