Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
Carolina Amaya, experta en justicia climática de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) manifestó que visibilizar las propuestas de ciencia comunitaria que se gestan desde los territorios para enfrentar la crisis ecológica y climática que protegen la vida y los ecosistemas debe ser un tema de la agenda de resiliencia ambiental en el país.
“Quiero felicitar a los representantes de pescadoras, pescadores, juntas de agua, redes de juventudes, organizaciones ecofeministas e instancias académicas y de organismos de la cooperación internacional, que están atentos a la visibilización de estas alternativas”, dijo.
La UNES, juntos a la Red de Monitoreo Hidroclimático Comunitario y MESAMA, realizó un foro el “Eventos Climáticos Extremos: Propuestas desde la Ciencia Comunitaria”, que tiene a la base los esfuerzos en el territorio nacional de comunidades y organizaciones comunitarias sobre la protección del medio ambiente a través, de monitoreo hidroclimático y la gestión del riesgo.
“La ciencia global ha generado la suficiente evidencia que demuestra la influencia humana, en estos cambios climáticos extremos. La NASA nos alertaba a principios de 2023, que fue el año más cálido desde que se tienen registros y esto coincidió con los datos del Sistema Comunitario de Monitoreo Climático, observado en el territorio nacional”, dijo.
“Esta influencia humana al sistema climático global se evidencia por los datos de la NOAA, instancia atmosférica estadounidense que pronostica una temporada de huracanes en el 2024 más intensa de lo normal. Con un un 85% de pronóstico de 17 a 25 tormentas con nombre, de las cuales 8 a 13 podrían convertirse en huracanes que incluyen 7 a 4 huracanes mayores (categorías del 3 al 5)”, explicó Amaya.
Sobre el pronóstico de “tormentas con nombre”, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), agregó Amaya, ya registró la primera, la “Tormenta Albert”, y sólo este evento extremo ya provocó pérdidas humanas, así como significativos daños a los medios de vida que sustentan el diario vivir en las comunidades rurales y específicamente a las mujeres en el territorio.
Ante esta situación, la UNES, junto a la Red de Monitoreo Hidroclimático Comunitario y MESAMA presentó su sistema de información técnica-científica territorial que les permite generar datos e información de uso para la gestión de riesgos, a través de la medición diaria de la lluvia, temperaturas en pozos y manglares, con el fin de generar evidencia sobre el impacto del cambio climático en los ecosistemas locales.
Generación de información en el sistema de monitoreo comunitario
Marcela Díaz, bióloga de la UNES manifestó que todo este sistema de formación técnica científica que se desarrolla en los territorios, por lideresas y líderes comunitarios de la región Sur del departamento de Ahuachapán, les ha permitido la toma de decisiones de “alerta temprana” en medios de vida y pesca.
“Estas personas realizan el monitoreo físico químico del ecosistema del manglar del sitio RAMSAR, El Imposible Barra de Santiago y el monitoreo pluviométrico y de temperatura de estaciones en la Región Hidrográfica del río Paz, y la región hidrográfica Cara Sucia- San Pedro Belén”, indicó.
“Y la evidencia indica que en la zona costero-marina del occidente del país se encuentra amenazada por diferentes factores, entre ellas, las industrias extractivas como los monocultivos de caña de azúcar, plátano, soja y palma aceitera, que realizan malas prácticas en el uso del agua”, acotó.
Mujeres lideresas generan datos técnicos – científicos
Lucía Medina, monitora climática, realiza su trabajo con un pluviómetro, para medir la cantidad de lluvia que cae en el territorio. “Sé que el nivel normal de lluvias tiene que ser 20 a 40 milímetros en un día; pero sí, se pasa ya tenemos que estar alertas” dijo, al comentar que las últimas lluvias de junio, provocaron en su comunidad una alerta temprana por inundaciones.
“Documentamos que tuvimos un nivel de lluvia de 200 milímetros, en algunas zonas lo sobrepasó. Un día llovió prácticamente la cantidad que llueve en un mes. Eso nos llevó a monitorear las 24 horas, porque la zona de Metalío y Jujutla fueron las primeras en inundarse y luego la zona baja”, reseñó.
“Monitoreamos también la zona de La Hachadura y río Paz, se inundó y hubo evacuaciones y en la zona baja también, mientras en la zona alta hubo derrumbes. Este monitoreo nos sirve, porque vivimos en zonas vulnerables y nos ha permitido generar evaluaciones y otras medidas”, sostuvo.
Mientras, Blanca Meléndez realiza monitoreos físico químicos, que consideró una experiencia “muy grande”, porque les ha permitido determinar si el impacto del cambio climático afectaba o no, el oxígeno en el manglar del cual subsisten.
“A veces había mucha pérdida de especies y no nos imaginábamos porqué sucedía, pero, gracias a la formación que nos ha dado la UNES, hemos aprendido a monitorear la playa Metalío. En donde tenemos 4 estaciones de monitoreo, en donde medimos oxígeno, salinidad, temperatura y profundidad”, acotó.
“Con estas últimas lluvia hubo una pérdida alta de cangrejos, porque no había salinidad suficiente, ahora nosotros ya sabemos y les informamos a los pescadores que estas especies están en peligro por la baja oxigenación y mucho más cuando, hay riego de veneno de la caña de azúcar que llega a las aguas de estas especies marinas”, sostuvo Meléndez.
Se deben priorizar los límites de la naturaleza
Asunción Martínez, responsable del Sistema de Monitoreo Hidroclimático Comunitario de la UNES, señaló, que junto a la Mesa por Sustentabilidad del Agua y el Medio Ambiente (MESAMA), y la Red de Monitoreo Hidroclimático Comunitario, consideran indispensable priorizar los límites de los bienes naturales y sumando los saberes y prácticas comunitarias para comenzar a reducir las vulnerabilidades de la zona.
“Proponemos agendar la resiliencia ambiental y climática como tema de interés nacional, así como fortalecer los procesos de educación y sensibilización climática, que se base en el fomento y generación de conocimientos científicos para la toma de decisiones oportunas”, dijo.
“Asimismo, se debe posicionar a la justicia climática, como un derecho, desde los niveles oficiales y comunitarios, frente a quienes han generado esta crisis climática que vivimos actualmente”, puntualizó Martínez.