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Protestan contra base militar de los Estados Unidos en Okinawa

Por Alastair Himmer

Itoman/AFP

Manifestantes pacifistas opuestos a la presencia militar estadounidense perturbaron el discurso que el primer ministro japonés Shinzo Abe pronunció este martes en la conmemoración del 70º aniversario de la batalla de Okinawa, buy viagra la más sangrienta de la Guerra del Pacífico.

«Debemos congratularnos de poder disfrutar de la paz, capsule la seguridad y la libertad después de haber atravesado indecibles desgracias», dijo Abe en un breve discurso.

El discurso fue interrumpido en varias ocasiones por militantes hostiles a la presencia militar estadounidense en Okinawa, que la población soporta cada vez menos.

«¡Vete a tu casa!», le gritaron los manifestantes en varias ocasiones.

El archipiélago de Okinawa, ocupado por Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el año 1972, alberga a la mitad de los 47.000 militares estadounidenses basados en Japón.

Los habitantes de Okinawa, encabezados por el popular gobernador Takeshi Onaga, se movilizan desde hace meses contra el proyecto de trasladar la base estadounidense de Futenma, instalada en una zona urbana, hacia la región litoral de Henoko, menos poblada.

Takeshi Onaga denunció la «pesada carga» que representa la base estadounidense en Okinawa y exigió nuevamente que el proyecto de traslado sea anulado y que la base sea sacada de su provincia.

El «73,8% de las instalaciones militares estadounidenses están concentradas en nuestra región que representa apenas 0,6% del territorio» de Japón, dijo Onaga.

Situada cerca de China y de la península coreana, Okinawa tiene un gran valor estratégico para Estados Unidos.

Los habitantes se quejan del ruido de los aviones y temen que haya accidentes.

Pero, sobre todo, denuncian riesgos de un aumento de la delincuencia debido a la presencia de los marines estadounidenses, basándose en varios casos de violación registrados en los últimos años.

Abe reiteró su intención de concretar el traslado, decidido en 1996, en el marco del tratado de seguridad nipo-estadounidense.

El primer ministro, conservador y nacionalista, intenta por otra parte reformar la Constitución pacifista de Japón con el objetivo de reforzar el papel militar nipón en la escena internacional.

Ese proyecto es muy impopular en Japón, un país aún traumatizado por la Segunda Guerra Mundial y las bombas atómicas estadounidenses que en agosto de 1945 destruyeron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

La sobria conmemoración del 70º aniversario de la batalla de Okinawa tuvo lugar en Itoman, cerca del lugar donde los oficiales del Ejército Imperial obligaron a un suicidio colectivo a numerosos civiles para impedir que se rindieran a los estadounidenses.

Desde primera hora de la mañana, miles de habitantes de Okinawa y sobrevivientes de la guerra se inclinaron ante un monumento de mármol negro donde están inscritos los nombres de los difuntos.

Yoshiko Shimabukuro, 87 años, fue una de las 222 estudiantes de la isla movilizadas en el campo de batalla en una unidad de enfermeras.

«Cuando llega junio afluyen todo tipo de recuerdos: el miedo, el dolor, el terror», dijo a la AFP Shimabukuru, que tenía 17 años cuando fue enrolada por el ejército.

«Setenta años después no puedo expresar la tristeza y el espanto que me invaden», agregó.

La batalla de Okinawa, considerada como la batalla aérea, terrestre y naval más grande de todos los tiempos, duró 82 días, del 1 de abril al 22 de junio de 1945, y causó la muerte de más de 200.000 personas, entre civiles y soldados, japoneses y estadounidenses.

La ferocidad de los combates dejó cicatrices profundas en el archipiélago de Okinawa.

«Nunca le perdonaré a Japón lo que pasó», afirmó Yoshiko Shimabukuro.

«Y ahora que estamos en paz, Japón intenta cambiar la Constitución y transformarse en un país capaz de hacer de nuevo la guerra», dijo, visiblemente inquieta.

La guerra de Japón en el Pacífico culminó después del lanzamiento de sendas bombas atómicas en Hiroshima (140.000 muertos) el 6 de agosto y Nagasaki (74.000 muertos) el 9 de agosto.

El 15 de agosto de 1945, el emperador Hirohito anunció al pueblo estupefacto el fin de la guerra sin pronunciar nunca la palabra «derrota».

El 2 de septiembre de ese mismo año, la firma del acta de rendición de Japón puso fin a la sangrienta Segunda Guerra Mundial.

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