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Proyecto Cultural Sur por el apoyo mutuo, el humanismo y el arte

Proyecto Cultural Sur por el apoyo mutuo, el humanismo y el arte

Patricia Meza
@pmeza1

En medio de las convulsionadas sociedades donde la humanidad ha perdido valores surge un proyecto de “soñadores” que, a la base de la cultura, luchan por cambiar y transformar la realidad.

Es esta visión la que lleva al Proyecto Cultural Sur a surgir -hace 28 años- con la idea de que hay una necesidad para recrear la realidad y que esta se vaya transformado, dependiendo de lo que pase y de lo que se aporte en el mundo.

Sobre su nacimiento se puede decir que fue entre Canadá y la Habana, y aunque no hay una fecha definida, hay una explicación que cuenta el escritor Tito Alvarado, de origen chileno.

“El origen del Proyecto surgió al igual que cuando Dios dijo: hágase la luz, y la luz se hizo. Luego vio Dios que la luz era buena y la llamó día”, explicó y agregó que “un día de luz en la Habana (…) las necesidades esperanzas, las frustraciones y un increíble apego al trabajo, un grupo de escritores, poetas, organizadores, todos soñadores, decidieron decir “hágase SUR y el SUR se hizo”, esto fue un viernes 19 de abril del año 91.

Alvarado recuerda que en los años 70 llegó a Canadá, dejando atrás la difícil situación política de su país, al establecerse fundó junto a otros el Proyecto Cultural Sur. Actualmente, él está en el país para conocer de cerca el proyecto en El Salvador y también para la presentación de su producción literaria.

Este chileno-canadiense que es “poeta, ensayista, periodista, conferencista, promotor cultural, organizador de sueños posibles y, sobre todo, defensor de causas perdidas”, como él se define, visitó recientemente el Diario Co Latino, donde recordó que este esfuerzo ha tenido un camino difícil, en la búsqueda de consolidarlo.

Comenta que el proyecto ha tenido sus altas y bajas pero se ha tratado de salir adelante. “En nuestro caso fueron las necesidades que permitieron reconocernos en las soluciones posibles”, dijo.

Es así como en ese ir y venir a Cuba aprovechan la existencia del “Caimán Barbudo”, una revista que en la isla no podía salir por falta de papel, se convirtió en el primer logro de este sueño, que tenía dos consejos editoriales y donde desde la Habana se mandaba material a Montreal, ahí salía hasta Toronto y luego a Montreal para enviarlo de nuevo a la Habana.

Esta dinámica los envolvió en la realización del Festival Internacional de poesía de La Habana, que comenzó con cinco poetas y en la actualidad es capaz de reunir entre 5,000 y 10,000 y tiene una realización cada dos años.

La proyección del Proyecto Cultural Sur debe verse a nivel mundial, no solo en América Latina, ya que tiene presencia en veintidós países, incluidos Mozambique, Canadá, El Salvador, México, Argentina, Perú y otros, comentó el escritor.

Es de destacar que el proyecto  cuenta con varios núcleos, de los más fuerte son el que está en Vancouver, Canadá, y también en El Salvador.

Sin embargo, la falta de organización no ha permitido que se consolide totalmente, tal y como se pensó, afirmó Alvarado, quien agregó que se sigue modificando y desarrollando la idea.

Para este colectivo, “hacer cultura significa la forma en que se producen los bienes materiales y espirituales, y tienen a la base transformar y compartir conocimiento cultural”.

Y es que para estos soñadores el mundo necesita una revolución, un cambio, tener una relación en la que se comparta conocimiento y solidaridad, una relación simbiótica.

En la medida que se mejore la calidad del trabajo y la organización se tendrá mayor incidencia, pero también esto requiere de desarrollarse individualmente como persona y sacar el potencial creador, dijo.

“Lo que hace falta hacer en la construcción de las nuevas sociedades es mejorar lo que cada uno va a aportar y lo que aprende de los demás”, señaló y agregó: “nuestro primer deber como creadores es mejorar lo que se aporta a la sociedad”.

Sobre su visita a El Salvador, recientemente estuvo en Apaneca en un taller de poesía, esta experiencia le enseñó a conocer lo que se está produciendo culturalmente en el país, apoyar estos proyectos y aportar en lo que se pueda.

Para el escritor, es necesario compartir con las personas y retroalimentarse de sus vivencias, aprendiendo y mejorando las culturas. Esto con el fin de que sean artistas convertidos en promotores de cultura.

En el caso de este escritor, su producción literaria lleva más de cuarenta obras, actualmente trabaja en tres y presentó en el país: “El Único Camino”, “Revolución Cultural”, “Eso Es” y “Asalto al Cielo”, con los cuales desnuda su alma y deja al descubierto sus secretos.

“A veces hago trampa”, dice al contar que ha escrito libros muy gruesos y ha tenido que dividirlos en cinco o en tres. Y hay otros libros que salen tan fáciles como en una conferencia que se dicte y luego se edite.

Para su obra creadora la prioridad es la poesía, luego los ensayos, que según él le salen fáciles, y los cuentos cortos.

La gran mayoría de sus escritos son libros que tienen relación como “El de Novenario”, que no se refiere a la novena que se hace a los difuntos en la Iglesia católica, si no a nueve poemas.

También ha escrito Reverbereos, que es un “canto a las ciudades reales e imaginarias que poblamos o que nos pueblan. He sido el visitante invisible, el viajero inmóvil que por medio del canto muestra una ciudad para amar y morir por ella”.

Cuenta que su obra más representativa ha sido a La luz y la palabra, que también ha sido la más criticada.

“En La luz y la palabra me sitúo en el drama de presos políticos hechos desaparecer por la dictadura militar que asoló chile, del 73 hasta el 90 del siglo pasado. Soy una y muchas voces en el mayor drama de la historia de Chile”, ha afirmado Alvarado en algunos de sus escritos.

Cuenta que sobre esta obra buscó la biografía de compañeros asesinados en Chile y solo dos de estos llevan sus nombres reales. Alvarado escribe un poema de cada uno, como si fueran ellos mismos quienes cuentan su historia.

En la actualidad, Alvarado es el presidente honorario de la fundación, pero existe una presidencia colectiva entre los países de Uruguay, México y El Salvador. La historia del Proyecto Cultural Sur aún se está escribiendo, en los países donde tiene presencia y según Alvarado se puede decir “que respondemos a una necesidad de apoyo mutuo, de humanismo fervoroso, de proyectar los ecos de nuestro canto”. Para este escritor, “el principio del proyecto sigue siendo el mismo, la audacia del acto, la constancia en el hacer, luego analizar si es bueno y continuar…”.

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