Ante la preocupante situación de inseguridad humana que genera el problema del agua y el medioambiente se implementan luchas con lamentables saldos de vida humana.
Se ha denominado un día mundial del agua, a mi entender quizás nos ayude para que al menos un día al año reflexionemos un poco sobre la importante temática del agua y el medioambiente. Cuyo propósito estaría encaminado a que pensemos y tomemos conciencia. No se trata de no bañarnos todos los días, ni de no lavarse los dientes para ahorrar agua, sino de unirnos en la lucha de las organizaciones de oposición a proyectos extractivos que afectan al medioambiente en todo el mundo y especialmente a territorio indígena.
El informe Global de Witness 2017 vuelve a sorprendernos otra vez: más de 200 defensores del medioambiente y la tierra fueron asesinados a lo largo del año 2016 en 24 países del mundo. La cifra ha crecido en relación a 2015, cuando las muertes de dirigentes ambientales se reportaron en 16 países.
América Latina vuelve a cobrar relevancia en este nuevo informe de Global Witness, sobre todo si tomamos en cuenta que el 60% de las muertes se concentraron en esta región y que 120 países son considerados en todo el estudio. Además, la población más vulnerable a los asesinatos es la indígena porque 40% de las víctimas provienen de los pueblos originarios.
El informe también ha podido identificar que los asesinatos a los defensores del medioambiente y la tierra están vinculados a la oposición de estos grupos minoritarios a proyectos extractivos y grandes infraestructuras que impactan de manera negativa su territorio. Se sabe que 33 de los líderes que murieron previamente se opusieron o cuestionaron proyectos relacionados con el sector minero y petrolero; que 23 antes de morir enfrentaron actividades vinculadas a la extracción forestal; 23 al sector agroindustrial; 18 se opusieron a la caza ilegal; 7 a proyectos relacionados con el agua y las represas y; finalmente, 4 víctimas más relacionadas con otras actividades de índole opositora a los saqueos de los bienes de la humanidad.
El problema del agua no es por descuidos hogareños, no solo la fuga innecesaria del agua, lo más afectante es la gran contaminación que producen las compañías mineras y petroleras, el negocio del agua a extranjeros para usos extractivos que además de la contaminación se produce el saqueo de los bienes de los pueblos, nos quitan el agua y nos producen arsénicos.
Tenemos como ejemplo el caso espeluznante de una familia mexicana y la contaminación ambiental. Este joven que a sus años debería disfrutar de los bienes de su país nos dice: “este problema no es nuevo, viene de muchos años”, cuenta Édgar Moreno, mientras levanta las manos de la mesa y las muestra. “Se ve como si tuviera quemaduras, como si tuviera una escamación y tengo manchas”, explica. Moreno tiene arsenicismo desde hace 20 años, la mitad de su vida. Su hermano Francisco también. Su madre tiene niveles altos de arsénico en el cuerpo, pero no se ha manifestado en afectaciones visibles. Todos nacieron y han pasado toda su vida en Zimapán, una pequeña comunidad minera de Hidalgo, en el centro de México. Desde principios de los noventa se han encontrado pozos con concentraciones de arsénico 100 veces mayores de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) y 40 veces mayores de lo que marca la norma mexicana.
Unidos en la diversidad
Por el Pc-surv
Lucy Ortiz