Nota de Tito Alvarado
Vivimos la pesadilla de que los recursos del planeta alcanzan para que todos los seres humanos vivan en pleno goce de sus facultades, sin embargo, aumenta la brecha entre los que tienen mucho y los que tienen poco. Esto terrible no es visto como una injusticia. La ciencia y la técnica tienen respuestas a la mayoría de los problemas humanos, pero la falta de recursos, los intereses de las transnacionales, la “ética” del mercado impide que la humanidad pueda implementar estas soluciones, muy por el contrario, las reglas del mercado imponen sus condiciones de desprecio y desperdicio, una regla de absoluta inmoralidad: miles de toneladas de productos no vendidos se tiran en vertederos secretos.
Paz seguirá siendo una palabra de buena intención y escaso asidero en la vida diaria mientras no enfrentemos una solución radical, que vaya al fondo del asunto. Hay que eliminar las reglas del juego que posibilitan vivir en constantes guerras, empobrecimiento y trato despreciable hacia las personas. Necesitamos con urgencia un cambio radical de cultura, una revolución cultural que ponga como prioridad al bienestar de todos los seres humanos, sin distinción de razas, credos religiosos, nacionalidades ni otras barreras divisorias de la humanidad. El drama de hoy es la vida, de seguir sin cambios profundos, todo irá a peor y llegaremos en esta generación a superar el límite admisible, al punto del no retorno. Una vez cruzado ese umbral ya no habrá vuelta atrás, el daño será irrecuperable. Los cambios necesarios son para ahora mismo y van en dos líneas centrales: cambiar la forma de relacionarnos entre nosotros, cambiar la forma de relacionarnos con la naturaleza. La causa del deterioro de la vida en todo el planeta tierra es una: la búsqueda de la ganancia. Las relaciones entre nosotros y con la naturaleza pueden y deben priorizar la solidaridad, ese sentido fraterno que nos humaniza y nos eleva como personas.
Un orden social distinto no solo es posible, es tremendamente necesario, los recursos del planeta pueden perfectamente satisfacer las necesidades de todos los seres humanos. Proponemos doce razones de paz, que son a la vez razones de cambio cultural, es decir, una nueva forma de ver el mundo y vernos en él, asumiendo nuestra cuota de conciencia, participación, información y decisión:
Compartir el planeta como el único hogar común a todos los habitantes de La Tierra.
Distribuir los bienes en proporción a las necesidades. Invertir en educación, investigación, ciencia y tecnología con conciencia social.
Asegurar un sueldo mínimo ético y un sueldo máximo que no sea superior en cinco veces el mínimo. Transparentar sueldos, ganancias y beneficios.
Legalizar la tierra, el agua, el aire como bienes sociales no comercializables.
Disolver los ejércitos.
Instituir una moneda de intercambio equitativo.
Establecer la libre circulación de las personas.
La salud, la educación, la vivienda, las pensiones no pueden ser un negocio.
El transporte colectivo debe ser gratuito en toda ciudad o pueblo que cuente con servicio de transporte.
Todo proyecto de desarrollo debe considerar en primer lugar su impacto ecológico.
Las voces de la cordura obsecuente dirán que esto es imposible, como imposible fue en su tiempo la aventura de abrirse a la mar para llegar, por una ruta desconocida, al otro lado del mundo; imposible era llevar agua de manantial a varios kilómetros de distancia, y ahí está el acueducto de Segovia resistiendo dos mil años; imposible era salir al espacio y llegar a la luna, eso ya es historia, ahora asistimos al desarrollo de las comunicaciones, gracias, en parte, a ese imposible cumplido; la ciencia y técnica actual no pueden construir de nuevo las pirámides de Egipto, pero ahí están asombrándonos durante varios milenios; imposible es aquello que demora un poco más. Ahora tenemos la urgencia de la necesidad, es hora de pasar a la acción por un mundo mejor en todo el planeta tierra.
Cuando estos 12 puntos se cumplan, recién estaremos entrando en la era del pleno desarrollo del potencial creador de los seres humanos. Podremos vivir en paz utilizando de manera humana los recursos, la técnica, la ciencia. Ese imposible será realidad o no será posible la vida, he ahí el dilema.
Por el Pc-surv
Lucy Ortiz