Por Blanca Morel
Managua/AFP
Engel, Ana, Gloria, Alejandra y Víctor, adolescentes apasionados por las matemáticas y la física de un barrio pobre de la capital nicaragüense, ponen en marcha su primera creación: «Dimon», un robot para descontaminar agua que competirá en un concurso mundial en Estados Unidos.
Dimon, de 50 cm2, simula sanear el agua mediante un creativo sistema de clasificación, descargue y depósitos de desechos que los chicos construyeron con más de 1.500 piezas, entre tuercas, tornillos, poleas de transmisión, motores y ruedas.
Engel y Ana dirigen con el control remoto el robot que avanza, gira y selecciona las pelotas azules y anaranjadas que imitan a las partículas limpias y contaminadas del agua.
«Estamos listos» para la competencia, exclama Engel, tras probar con sus compañeros el robot que construyeron en un taller de la Fundación Fabretto, que patrocinó el proyecto.
Dimon, que los chicos explican significa «Diseño mecánico original nicaragüense», representa a Nicaragua en el Concurso First Global Challenge que inicia el 16 de julio en Washington con más de 150 países, incluidos los centroamericanos.
Los menores de entre 14 y 17 años, cuyos apellidos la fundación pidió no publicar, viven en Acahualinca, un barrio marginal cerca del lago Xolotlán de Managua, donde muchas familias pobres subsisten reciclando basura.
«Es una oportunidad de intercambio entre diferentes jóvenes y culturas por una pasión que es la robótica», dice César Dubois, director de programas de Fabretto,que atiende a 30.000 niños pobres del país.
Robots y agua limpia
Es la primera vez que Nicaragua es invitada a esta competencia internacional.
Este año los concursantes debían diseñar tecnologías de acceso a agua limpia o potable, uno de los grandes desafíos que encara la ingeniería moderna, según el organismo.
Se estima que dos de cada tres personas en el mundo sufrirán situaciones de estrés hídrico para 2025; un problema que el organismo considera requerirá para resolverlo no sólo de mentes brillantes, sino de liderazgos y cooperación entre los países.
En Nicaragua, uno de los países centroamericanos con mayor potencial hídrico, la mayoría de ríos, lagunas y lagos tiene algún grado de contaminación, con afectaciones sanitarias y ambientales.
El proyecto pretende «inspirar a los jóvenes a crear proyectos de tecnología que pueden (ayudar a) cambiar al mundo», afirma el mentor del equipo nicaragüense, el voluntario alemán Finh Hermeling.
Salir de la pobreza
En Acahualinca la gente vive en pequeñas casas construidas con láminas de plycem, madera o lata, en un ambiente de violencia donde abundan el licor, la droga y pandillas.
En una esquina del barrio funciona el centro educativo San Francisco, de la Fundación Fabretto, donde Engel, Ana, Gloria, Alejandra y Víctor dieron sus primeros pasos en informática.
«Son buenos alumnos en matemáticas y física, son chavalos chispa», afirma a la AFP la directora del centro, Isabel Lazo.
El deseo de crear inspiró a los cinco adolescentes a participar en el proyecto.
Trabajaron arduamente desde marzo bajo la dirección del alemán Finh, quien les enseñó a programar y a ensamblar las piezas del robot.
«Me siento emocionada, feliz por representar a mi país», dice la mayor del grupo Alejandra, para quien la robótica es un medio para «desarrollar ideas y resolver problemas».
Gloria, quien aspira estudiar ingeniería en sistemas, afirma que el proyecto le ha inspirado «a salir adelante» para «ser alguien en la vida».
Para Engel, quien planea estudiar ingeniería civil y apoyar a los pobres, fue la oportunidad hacer realidad su sueño de «armar un robot».
«Se necesita creatividad» para hacer esto, subraya Víctor, mientras que Ana, la más risueña del grupo, dice que fue una experiencia «maravillosa».
En Nicaragua hay «niños muy brillantes a pesar de la condición en la que viven», cuenta orgullosa la directora del centro.