Por: Rolando Alvarenga
Aproximadamente 200 millones de dólares han sido aportados estatalmente al deporte salvadoreño en los últimos 16 años; sin embargo, la realidad deportiva que vivimos hoy en día es que: no le metemos miedo a nadie; no tenemos una infraestructura deportiva de la cual jactarnos en todo el país; los atletas no están asegurados y estamos ante un futuro incierto con miras al nuevo Ciclo Olímpico.
Pero ¿de dónde salen los casi 200 millones de dólares? Sencillo, de multiplicar doce millones de dólares que es el presupuesto anual que los gobiernos han venido erogando en los últimos 16 años al deporte a través del INDES.
Entonces, por matemática simple y sin necesidad de meter a Baldor, al multiplicar 12 millones por 16 años nos da un resultado de 192 millones; pero si se le suman los famosos refuerzos presupuestarios que de 2000 al 2014 se le han otorgado al INDES bien llegamos a los 200 millones.
Obvio, tratándose de un país tan pobre y sumido en una profunda crisis económica -con tendencia hacia una inminente profundización- nace la interrogante: ¿puede el Ministerio de Hacienda hacer algo para cerrar la válvula de este escandaloso derrame o los 200 millones no son nada y, por lo tanto, que siga la fiesta? Lo menos que Hacienda tendría que hacer es pedir -con carácter urgente- un informe específico sobre los frutos federativos para la alta competencia del Ciclo Olímpico, los gastos institucionales que este año comenzaron con un incremento de sueldos en la burocracia y nada para los estímulos de los atletas.
Un reporte que refleje el porqué, sin estar reglamentado en los compromisos gubernamentales, el INDES ha otorgado presupuestos de más de 100 mil dólares a federaciones que solo tiene dos o tres atletas de alta competencia y muy pocos frutos en el trabajo en las bases. Y también, que el INDES expliqué por qué otorga más o menos el mismo dinero a federaciones de mucha membresía en sus semilleros y por qué cobran inscripción y mensualidad a tantos niños que hacen deporte en instalaciones estatales, bajo la dirección de personal técnico pagado con los impuestos.
¡Hacienda tiene la palabra!
En esto de la danza de los millones, sin darle tantas vueltas, de acuerdo a los lineamientos gubernamentales la mitad (100 millones) fue destinada por los INDES -y también por el actual- para el funcionamiento burocrático-administrativo y gastos afines institucionales.
Y la otra mitad del pastel (100 millones) fue direccionada a la ejecución de la esencia de la práctica deportiva; en otras palabras, entregada a las federaciones y sus “contingentes olímpicos” que, salvo contadas excepciones a la regla, patinaron en los compromisos del Ciclo Olímpico.
Por ello es que 200 millones de dólares en 16 años se pueden catalogar como un descomunal derrame de dinero y, más aún, al ver que entre 2004 y 2014 solamente al fútbol se le entregaron más de 13 millones.
Eso sí, hubo algunos galardones internacionales; ciertas iniciativas hacia la infraestructura deportiva y algunas llamaradas de tusa en la siembra hacia el desarrollo y alta competencia, pero al final no cuajaron.
Finalmente, quiero dejar constancia que por deber profesional quise matizar esta columna con la opinión de Jorge Quezada, actual presidente del INDES; sin embargo, pese a las gestiones del caso, optó por la política del avestruz. Actitud que deja la mesa servida para la incertidumbre y las especulaciones para todos los gustos y colores.
¡Lástima!, porque es un tema que tiene mucha tela que cortar y su versión hubiere hecho luz en este revelador “culebrón” que aspira a terminar con el desperdicio y que las federaciones también se rebusquen. Queda la pelota, y la palabra, en la cancha de Hacienda.