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¿Puede sacar provecho político el Gobierno de la pandemia?

Vladimir de la Cruz

Con bastante frecuencia se viene señalando por parte de algunos actores políticos, también interesados en la POLÍTICA, y algunos de ellos respondiendo a sus intereses partidarios y PARTIDOS POLÍTICOS, y a su chata visión electoral, y especialmente electorera, en el manejo que el Gobierno hace del tratamiento público de la pandemia del Coronavirus en el país.

Lo que más les preocupa no es que se atienda con acierto, como lo ha venido haciendo el ministro de Salud, el presidente de la Caja Costarricense del Seguro Social, el ministro de Seguridad, el presidente de la Comisión Nacional de Emergencia, sino que sean ellos los que cotidiana y diariamente, casi todos, dan la cara informando al país de la situación, del avance del crecimiento de contagiados, del número de internados y de los que están en la Unidades de Cuidados Intensivos, de los fallecidos, y de vez en cuando el presidente de la República, que los acompaña, así como otros funcionarios públicos que tienen que ver con la situación en general, la ministra de Turismo, la de Comercio Exterior, y los otros funcionarios médicos muy importantes en su rango de la Caja Costarricense del Seguro Social o del Ministerio de Salud.

¿Y, si no son ellos, quién va a estar informando? Ellos son los que le llevan el pulso diario a la situación, y son los que científicamente pueden dar las respuestas objetivas y veraces, sin provocar alarmas, y sin generar falsas noticias o mágicas informaciones, y han logrado concentrar la información para que no se disparen por la libre informantes, que puedan desorientar, cuando el país requiere unidad nacional para enfrentar la crisis provocada por el coronavirus.

Para mí el Gobierno no saca provecho de su lucha contra la pandemia. Esa es su tarea y su obligación. Si no lo hiciera, toda la jauría política ladraría en contra suya. Por dicha hay funcionarios que saben hacer las cosas y saben en qué puestos están.

En lo que a mí respecta me parece muy adecuada, oportuna, correcta y transparente la forma como ha venido operando ese Comando de Información. No me desvela ni me preocupa que estos funcionarios salgan todos los días informando de lo que saben, y de lo que todos queremos saber y aprender.

La gente espera los minutos prolongados, a veces casi a de dos horas con el interrogatorio de los periodistas, para llevarle el pulso a la situación. Esto da confianza personal, familiar, pública y política en la autoridades a cargo. Crea un liderazgo consentido con estos funcionarios, a quien honestamente nadie está viendo que saquen tajada política de lo que informan. Son ellos los más autorizados a dar esa información, y lo han hecho bien. Por sus funciones públicas todos son funcionarios y líderes políticos de la institucionalidad costarricense, guste o no a algunas personas.

El presidente Carlos Alvarado no ha tenido que “robar el show”. Es la figura menos decorativa de ese elenco de actores. De vez en cuando aparece con un  papel segundón, casi de director de debates, sin que se sienta su peso presidencial. Si él quisiera “robarse” ese espacio lo haría como lo hacen los presidentes en otros países.

El presidente Carlos Alvarado ha sabido delegar, cosa que cuesta mucho en líderes políticos deseosos de la atención pública. No lo necesita, tiene su lugar.

Aquí el presidente Carlos Alvarado, en este asunto de la información de la pandemia y sus repercusiones no ha querido ser ni la Prima Donna de esta ópera, u opereta nacional, ni ha querido ser el centro de mesa, el florero de la mesa, o el muerto de la vela para llamar la atención.

Hasta ahora la ópera nacional, como drama está armonizada, tiene buen canto y lleva buen acompañamiento. Los cantantes de esta ópera no se dividen más que por sus funciones institucionales para explicar, sin tonos agudos y graves. Ni siquiera el ministro de Salud hace de barítono, la mas grave de las voces de los cantantes de la ópera, más aguda que el bajo, pero con sobriedad, con cierto carácter, sin perder la compostura, llama la atención con fortaleza, como lo hace un buen padre cuando tiene que educar y llamar la atención, como muchas veces lo tiene que hacer ante los ciudadanos irresponsables que no acatan, no siguen ni atienden las instrucciones que se dan para evitar la expansión de la pandemia y para controlar el virus.

Los que se enfrentan a estos funcionarios públicos, desde sus palcos y escenarios políticos, justamente, son los que se colocan como si actuaran en una opereta política, con trama incierta, disparatada, inventada, sacada de un sombrero de mago político, como quien saca un conejo de esa chistera.

Los que se colocan en el escenario de la opereta política lo hacen de manera ligera, como francotiradores cobardes, reclamando en el fondo que ellos deberían estar en el tablao principal. Como si fuera una zarzuela política estos políticos, críticos del Gobierno y sus altos funcionarios, en la primera fila de lucha contra la pandemia, parecieran tener más un libreto cómico reflejando su vida política cotidiana, de chismes, de baja ralea, de acciones complicadas y alambicadas.

En la ópera, la opereta y la zarzuela se requiere gusto musical. Algunos de estos actores nacionales ni gusto tienen musical. Lo que les gusta es el escándalo, la bulla. No educan su voces, educan sus gritos. Ellos sí desearían ser el muerto de la vela del coronavirus político que los abraza, asintomáticamente en algunos casos, y en otros descarada y lloronamente, contratan plañideras y plañideros para que en su nombre ataquen al gobierno, al presidente y a estos altos funcionarios públicos que están haciendo muy bien su labor.

Las plañideras oficiales generalmente debían recordar las virtudes del fallecido. Aquí estas plañideras políticas, que están aterrorizadas, no por el más allá sino por el más acá del 2022, violando su buen papel solo tratan de bajarle el piso a los buenos funcionarios. Un triste papel que los coloca en sitios en que ellos mismos ni siquiera se han dado cuenta de dónde están.

Todo lo que se hace en el país desde los Poderes Públicos es político. Lo es más, por su naturaleza lo que surge en actos, acciones, o leyes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo.

El poder Legislativo hace la leyes, pasa discutiendo proyectos de ley presentados por los propios diputados, por sus partidos políticos y por el Poder Ejecutivo en las sesiones extraordinarias. Cuando aprueban los proyectos de ley en el Plenario Legislativo hacen surgir las leyes de la República.

Esta Asamblea Legislativa en las dos Legislaturas que lleva, especialmente en esta ultima, presidida por el diputado Carlos Ricardo Benavides hizo leyes muy importantes para el país, nos gusten o no. Esa enorme cantidad de leyes quedan para los anales legislativos, pero para los anales históricos todo lo que hace la Asamblea Legislativa se abona a la imagen del Poder Ejecutivo, es como si el Poder Ejecutivo las hubiera, hecho cuando tan solo las sanciona para su publicación.

Hay leyes que el Poder Ejecutivo vetó y que la Asamblea Legislativa se las impuso, y quedan para la memoria histórica como si fueran del gobierno que no estaba de acuerdo con esas leyes. Así sucedió con la Ley del Aguinaldo, propuesta por Luis Alberto Monge Alvarez, del Partido Liberación Nacional, que el presidente Echandi vetó, que el Congreso volvió a aprobarla, la refrendó y, para la memoria, hay quienes se la achacan al Gobierno de Echandi, cuando se mandó a publicar sin su firma.

Señores diputados pongan los pies sobre la tierra. Todo lo bueno que ustedes hagan, en aprobaciones de leyes, quedará a favor de la Memoria Histórica del Gobierno de Carlos Alvarado Quesada. Excepcionalmente, alguna ley de alguno de ustedes, podrá ser que se le recordará como de su confección, o de su partido político. No recuerdo de la última campaña política nacional que ustedes -como partidos políticos- hicieran mención alguna de leyes que sus diputados hubieran impulsado, se hubiera aprobado y tuvieran, esas leyes asiento en la grata memoria y en la conciencia de los costarricense.

En este Congreso no hay un solo diputado que evoque alguna ley como se recuerda la famosa Ley Ferreto, la del diputado Arnoldo Ferreto Segura. Ninguna ley de las aprobadas hasta ahora lleva firma pública. Pero si hay un reconocimiento nacional a un grupo de diputados que se ha puesto las pilas, con todas las responsabilidades y consecuencias que ello tiene, y como grupo se les reconoce.

No se preocupen por criticar al Gobierno del manejo de la pandemia, si ni siquiera pueden manejar que la buena labor legislativa que se les reconoce, no la puedan achacar a sus respectivos nombres. Salen aprobadas como Leyes de la República, aprobadas en tal legislatura del Gobierno o administración de Carlos Alvarado Quesada. Así de simple. Ustedes hacen la imagen pública del gobierno de Carlos Alvarado Quesada cuando hacen buenas leyes y de calidad. Si hacen malas leyes y de baja calidad nacional reconocidas, esa mala imagen se achaca a ustedes y no al Gobierno. Así es como opera la política, la Política Legislativa y la Política Nacional.

Si quieren cuestionar la presencia pública de los funcionarios a cargo de la lucha contra la pandemia, háganlo contra sus resultados.

Si alguno de ellos aspirara a ser candidato presidencial para las elecciones del 2022, con todo derecho que tienen, hay que esperar hasta el primer semestre del próximo año, cuando los funcionarios del barco del  Gobierno, tienen que abandonar la nave porque así lo exigen la Constitución y las Leyes de la República. En ese momento sabremos si alguno de los actuales funcionarios querrá ser candidato. Por ahora son altos funcionarios del Gobierno a cargo de esta lucha nacional.

Apoyarlos es lo que corresponde. Criticarlos perversa y malintencionadamente es traicionar la buena labor que hacen. Si tienen alguien o algunas personas que creen que pueden sustituirlos en esa labor informativa propóngalo. Pero cualquier persona que esté al frente de esta tarea tendrá todas las luces de la ciudad en su figura.

Lo peor de un Congreso de diputados es cuando algunos de sus integrantes, queriéndose pintar como las Primas Donnas de la labor legislativa y del control político, no tienen idea de lo que hacen, y lo único que revelan es su estrechez de miras, su verdadero cálculo politiquero, su falta de inteligencia, su falta de sentido común, su plañiderismo político por todo, su desconocimiento del entorno político que habitan, y lo peor, su falta de inteligencia emocional política.

(Artículo publicado en la Columna Pizarrón, del periódico La República, edición digital, larepublica.net, el miércoles 27 de mayo del 2020).

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