Rolando Alvarenga
@Bachiboxx55
Visiblemente quebrantado y al borde las lágrimas terminó su entrevista privada el ex octavo hombre del mundo del Consejo Mundial de Boxeo, en la categoría Mosca112 libras, Mario “El Tanquecito” Méndez.
Méndez relató un capítulo dramático sobre su destacada trayectoria pugilística, en su residencia ubicada en el Plan del Pino, Soyapango.
A partir de ese colmillo boxístico que lo hizo llegar al ranking universal y ser miembro de la Salón de la Fama de la FECARBOX, el excampeón nacional e internacional sigue con la guardia en alto y dispuesto a seguir compartiendo el peso de su experiencia con las nuevas generaciones.
– ¿Cómo sintetiza su trayectoria?
De 1964 a 1970 hice carrera amateur y debuté como profesional en 1971, pero ese mismo año me fui a México, a pie, necesitando un tiempo de mes y medio para llegar al Distrito Federal. Allá y por recomendación del profesor mexicano, Ricardo “Ratón” Rodríguez, quien me enseñó aquí los fundamentos básicos, fui recibido por el manager Ernesto Gallardo, mentor de varios campeones mundiales y destacadas figuras del box profesional mexicano.
– ¿Qué aprendió y que vio en el boxeo profesional de México?
Recibí dos años de preparación y aprendí mucho, mucho. Tanto que todo lo aprendido me sirvió para boxear profesionalmente y presentarme, hasta en 1986, en casi todos los países latinoamericanos, enfrentando con buen suceso en el trayecto a tres primeros retadores al título mundial mosca del CMB. Puedo sostener que el éxito de los pugilistas mexicanos descansa en su intenso trabajo físico, la disciplina, la responsabilidad, su inteligencia, lo psicológico y el gran apoyo que reciben en todo aspecto. Nunca retroceden y siempre van para adelante.
– Si peleó contra tres primeros retadores, ¿estuvo cerca de pelear el título mundial?
Sí estuve muy cerca. Fue en 1977, cuando estaba en Ecuador, mi representante logró contactar con el equipo del campeón mundial mini mosca, Yoko Gushiken de Japón, y me dijo que me pagarían 50 mil dólares por combatir en Tokio, y medio dio tres mil dólares de anticipo. Empecé a prepararme y un día se me acercó otro representante y me dijo tener conocimiento que la bolsa por pelear con Gushiken era por 150 mil dólares y allí me cayó el veinte que mi representante me quería estafar. Me dio tremendo coraje, arreglé mis maletas y me vine al país.
– ¿Alguna anécdota que marcó su vida deportiva?
Sí (respira profundo para responder y tratar de contener las lágrimas).Ocurrió en 1973, durante una sesión de guantes en la Arena Santa Anita con Rodolfo “El Pato” Fuentes, y fue así: con el impulso del cuerpo me lanzó un golpe y, al esquivarlo con una finta, perdió el balance y su cuerpo pasó sobre la segunda cuerda con la cabeza por delante rumbo al piso.
Gracias a Dios y por reflejos, logré sujetarlo. De lo contrario y con seguridad se hubiera precipitado y desnucado en la caída. Honestamente me sentí muy mal, porque pudo haber terminado en tragedia. Tras el susto y cargado de conciencia le pedí perdón a Dios por este lance que me hizo meditar sobre que no se puede ser malo y menos aprobar la venganza.