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Miguel Ángel Chinchilla obtuvo en 1987 el Premio Nacional de Novela Corta, con el libro Pupilo Petaca, que entre la ficción y realidad narra los acontecimientos previo a la guerra. Foto Diario Co Latino/Cortesía.

Pupilo Petaca: entre la ficción y realidad narra los acontecimientos previos a la guerra 

Redacción Nacionales

@DiarioCoLatino

Pupilo Petaca es una novela corta de nostalgia sofisticada con algo de erotismo literario, escrita a finales de los años setenta y principio de los ochenta, por Miguel Ángel Chinchilla, trata sobre los acontecimientos durante los años previos a la guerra civil en El Salvador.

Chinchilla conversó con Diario Co Latino y narró como un grupo de jóvenes poetas toman la decisión de escribir una novela colectiva, sin embargo, años después solo él decide escribir la obra. El protagonista de la historia quien también forma parte de este grupo de bohemios, es capturado por sospechas de ser subversivo y en las bartolinas del cuartel El Castillo se entera de forma insólita sobre cómo la realidad represiva se entrelaza con la ficción literaria.

– ¿Qué te llevó a escribir el libro Pupilo Petaca? 

Yo siempre andaba en el realismo social, pero con humor, un día previo a la guerra, con un grupo de escritores jóvenes de mi edad, uno de ellos llevó la propuesta de hacer una novela colectiva.

Comenzaron las discusiones y al final terminamos en que se iba a hacer y se le puso nombre al personaje. En torno a ese personaje, cada quien iba a hacer sus narraciones e historias.

– ¿Quién puso nombre al personaje?

En la novela es Podagra, los nombres reales no los voy a revelar, porque así me pidieron, todos los nombres están con pseudónimo.

– ¿Cuántos jóvenes eran? Éramos siete escritores en ese momento entre los 25 o 30 años, luego vino la guerra y se difuminó la idea de la novela colectiva, hablamos un par de veces con alguna gente, pero nadie lo hizo, pasaron los años, saqué las anotaciones y dije, “voy a escribir una novela de esto”, empecé a unir lo que había escrito sobre Pupilo, que era la ficción, y la realidad de lo que habíamos pasado todos queriendo hacer una novela colectiva.

Claro, con mucha ficción, a veces con exageraciones, porque de repente en los personajes uno dice que lo lleva, pero la verdad es que ellos lo obligan a uno a decir esto mejor que lo otro.

Así comenzó Pupilo, el protagonista, se lo llevan preso por sospechas de terrorista, de guerrillero, y en las cárceles del Castillo de la Policía Nacional, se da cuenta que uno de los presos que están en la otra bartolina no es Pupilo Petaca porque él le dice que así se llama, pero sí lo encuentra, porque cuando lo sueltan, él se va a despedirse a la bartolina de él, le pide permiso al carcelero y le dice, nos vemos, y usted cómo se llama le dice, “yo me llamo Pupilo Petaca”.

– El libro está escrito en forma de crónica, ¿significa que hay algo de realidad?

Estaba basada en hechos reales, existió el personaje creado por el grupo, pero solo yo lo retomé, solo yo me quedé con el personaje.

Ha llegado gente a decirme que yo me plagié el libro, porque hubo un amigo escritor que un día llegó a mi casa a las seis y media de la mañana, y me dice, te vengo a despertar tan temprano, porque esas cosas que vos hablas ahí no son ciertas.

Me dice: _¿cómo alguien se va a poder suicidar con un taladro, se trepana el cerebro así con el taladro_, pero él hablándome de cosas físicas.

Yo fui el único que ganó en el certamen de novela, convocado por la Casa de la Cultura de Zacatecoluca, La Paz, celebrando 10 años de servicio cultural.

-¿Qué año fue? 

Eso fue en 1987. La novela quedó ahí, no estaba en esa onda de andar publicando, y a los cuatro años me di cuenta de que la editorial universitaria la estaba editando, me llamaron y fui con López Ramos, el director de ese momento y me entregó el libro.

Todavía hay en las bodegas de la editorial universitaria, yo lo que quisiera es recuperar esa edición, y esos libros quemarlos, porque tenían una hoja de fe de errata, de 37 errores, aunque no podría hacer eso porque tendría que justificarlo, pues son bienes que están en el Estado, aunque hoy todo eso no vale.

Cómo es posible que una editorial de categoría y prestigio, va a publicar un libro con 37 enmiendas; además, López Ramos se tomó la libertad de cambiarme unas palabras por otras.

¿Lo editaron literalmente? 

Sí, cabal, una edición literal, parece que no hubo ni siquiera corrector de pruebas porque si no, no hubiese ese montón de errores en la hoja de fe de erratas.

– Cuando te dieron el dinero, los que habían estado en el grupo no te dijeron, repartinos algo.

 

No, porque no habían hecho nada, después solo yo retomé el proyecto.

Cuando gané el premio, lo primero que compré fue un carro Boccara a mi hijo mayor, que hoy ya está viejo; tenía cuatro años, cuando le compré ese carro que vendían en Siman, me gasté el pisto en él.

 

¿Qué buscabas realmente con esta novela?

 

Contar lo que estaba sucediendo en el momento, por ejemplo, ahí está mencionada la muerte de Suárez Quemain, obviamente el asesinato de Monseñor Romero, y el asesinato de Rutilio Grande.

Es una crónica de cosas que estaban pasando en El Salvador en ese momento, con las vidas personales de nosotros en voz del protagonista. También, hay una crónica de un artículo sobre cuando se reinaugura el Teatro Nacional.

-¿Hay una crónica periodística insertada en la historia?

 

Es la historia, sucedió lo mismo que me pasó con “Recogiendo cadáveres”, porque nunca había pensado hacer un libro así, pero tenía un documento desclasificado del Estado Mayor, que hablaba toda la vida de d’Aubisson, y dije: algo tengo que hacer.
Es mas o menos lo mismo que me pasó casi con todas las novelas, porque mi segunda novela fue igual, pero con los Acuerdos de Paz.

-¿Cuántas novelas has escrito?

Cinco novelas, con las que publicamos en Co Latino, salió mal el experimento, pero lo hicimos, en el periódico se publicaron los libretes El Regreso de Buraco, que era por el aniversario de Salarrué, con esas son cinco novelas.

 

-¿De cuánta es la impresión?

Es la segunda edición, hoy ya no se publica por grandes cantidades, nosotros los pobres publicamos por demanda, lo que van vendiendo en la librería.

-¿Cómo ves la producción literaria en El Salvador en este momento?

Hay un auge de gente joven, principalmente mujeres que están sobresaliendo y publicando sus libritos. Eso es bueno, cumplir con el derecho humano de la libre expresión, que todo mundo tengamos derecho a decir lo que queramos y como queramos, obviamente sin faltarle respeto a los demás.
Hay un auge de publicaciones, de qué calidad no lo sé, pero en las redes hay gente promocionando sus libros. En la Universidad de El Salvador todas las semanas están presentando libros.

Para el mes de mayo ya me programaron para una presentación del libro Recogiendo Cadáveres, pero igual vamos a promocionar éste, porque también me interesa éste.

-¿Qué piensas del cierre de las Casas de la Cultura? 

Es una estupidez, una torpeza terrible, es una insuficiencia mentalmente. Me acuerdo que antes de que Mauricio Funes fuera presidente, a él lo mandó el canal (Canal 12) para el que trabajaba, a La Habana a entrevistar a Fidel y este le dice que el pueblo cubano era tan aguerrido y valiente, se debe a que desde el primer día comenzaron a trabajar con la cultura.

Cosa que Mauricio Funes no entendió, se fue con la vieja escuela. La cultura no es una oficina, la cultura está allá afuera, la gente es la que hace la cultura, nadie entendió eso, pero Fidel sí lo entendía.

Igual que Nicolás Maduro lo entiende hoy perfectamente, y están trabajando en la cultura todos los días. Aquí en El Salvador las Casas de la Cultura, hoy las han sustituido por los Cubos.

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