Por Maria Panina/Laurent Barthelemy
Washington/AFP
Tras la decisión de Barack Obama de expulsar a 35 agentes rusos de Estados Unidos por la supuesta injerencia de Moscú en las elecciones, el presidente Vladimir Putin sorprendió al asegurar que no responderá con la misma medida, una decisión aplaudida por Donald Trump.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, había pedido «declarar persona non grata a 31 diplomáticos de la embajada de Estados Unidos en Moscú y cuatro diplomáticos del consulado general estadounidense en San Petersburgo», pero Putin se negó.
«No vamos a expulsar a nadie (…) No vamos a caer en una diplomacia irresponsable», subrayó Putin en un comunicado, en el que al mismo tiempo calificaba las nuevas sanciones de Washington de «provocadoras» y dirigidas a «minar aún más las relaciones ruso-estadounidenses».
La decisión de Putin fue ovacionada por Trump a través de su cuenta de Twitter.
«Gran jugada en la postergación (por V. Putin) – Siempre supe que él era muy inteligente», escribió el futuro presidente estadounidense.
«Triste y peligroso»
La reacción del magnate republicano indignó a la oposición demócrata y a miembros de su partido.
El ex candidato republicano a la presidencia y exagente de la CIA, Evan McMullin, lamentó que Trump «se alinee del lado del mayor enemigo de Estados Unidos, incluso cuando ataca nuestra democracia».
El demócrata Adam Schiff, miemrbo de la Comisión de Inteligencia de la cámara baja, dijo irónicamente que Putin «es inteligente» porque «puede obtener todo lo que quiere de Donald Trump con apenas halagarle». «Triste y peligroso», advirtió en Twitter.
Putin justificó su decisión alegando que prefiere esperar a que Trump asuma el poder el 20 de enero, aunque mientras su país se reserva «el derecho de tomar medidas de represalia» y «restaurará las relaciones ruso-estadounidenses en función de la política del presidente electo».
Obama anunció el jueves sanciones contra dos agencias de inteligencia rusas y la expulsión de 35 agentes, en una masiva reprimenda contra Moscú, al que acusa de interferir en las pasadas elecciones a favor de Trump.
Concretamente, la administración estadounidense acusa a Rusia de piratear y difundir correos electrónicos del partido demócrata y del equipo de su candidata presidencial, Hillary Clinton.
Las medidas en respuesta a los supuestos hackeos bautizados como «Grizzly Steppe» por funcionarios estadounidenses, van en contra del Departamento Central de Inteligencia (GRU), servicio secreto militar, y el Servicio Federal de Seguridad (FSB), la exKGB soviética.
El Kremlin rechaza «categóricamente» estas «acusaciones infundadas» y acusa a Washington de querer «destruir definitivamente» sus relaciones con Moscú.
Trump no ha cesado de repetir que no cree en las acusaciones de injerencia rusa.
Llamamiento a amigos y aliados
Pero las sanciones no se detendrán en las expulsiones, precisó Obama, advirtiendo de que la respuesta estadounidense también llegará en forma de operaciones secretas de las que no se informará públicamente.
Las medidas tomadas responden también al «nivel inaceptable de acoso» sufrido desde hace un año por los diplomáticos estadounidenses en Moscú, por parte de la policía y de los servicios de seguridad rusos, según Washington.
El presidente saliente estadounidense lanzó un llamamiento internacional para devolver a Moscú al buen camino e impedirle llevar a cabo medidas de desestabilización en países extranjeros.
Los «amigos y aliados» de Estados Unidos deben «trabajar juntos para contrarrestar los esfuerzos de Rusia para socavar las buenas prácticas internacionales e injerir en el proceso democrático», declaró.
Las sanciones decididas por Obama podrían ser un obstáculo para Trump, que quiere mejorar las relaciones ruso-estadounidenses.
Pero muchos responsables republicanos no comparten esta visión y son favorables a las sanciones contra Moscú.
Paul Ryan, el presidente republicano de la Cámara de Representantes, celebró las medidas anunciadas, considerando que ya «estaban tardando».
John McCain y Lindsey Graham, dos «halcones» republicanos en el Senado, señalaron que Moscú salía bien parada y prometieron imponer «sanciones más duras».
Obama ordenó entretanto un informe completo sobre los presuntos ciberataques. Algunos observadores consideran que el objetivo de las injerencias rusas era minar la confianza en la legitimidad de las elecciones estadounidenses para debilitar a la futura administración.
Un informa de la CIA filtrado a la prensa iba aún más lejos, afirmando que Moscú había llevado a cabo operaciones con el objetivo de lograr la victoria de Trump.
Las aguas pueden seguir agitándose después de que el diario The Washington Post revelara el viernes que piratas informáticos rusos lograron entrar en la red eléctrica de una empresa del estado de Vermont.