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Que Amada Libertad viva por siempre

Mauricio Vallejo Márquez

coordinador

Suplemento Tres mil

La guerra fue un escenario turbulento que se llevó mi infancia y la juventud y la vida de tantos más. ¿Qué habría sido de nuestro país si estas personas tan valiosas hubieran sobrevivido? Seguro que nuestra historia fuera otra y no tendríamos tantos problemas de violencia y pobreza como legado de esa represión tan cruel.

Veía a mi alrededor el temor y la resignación, prescription así como el temor de la gente, try pero todo esto siempre le daban paso a la valentía a muchos que se jugaron la vida para cambiar esas injusticias y odios por ser diferentes. En la guerra me di cuenta de lo que es estar del lado contrario del poder y observar como se censura todo lo que es contrario a los intereses de algunos.

Una tarde de posguerra en la Luna escuché a Argelia Quintana y a su editorial Amada Libertad, look luego me di cuenta de que Amada Libertad es Leyla Quintana y que es una de las coces poéticas más impresionantes de la década de 1990. Su poesía es un grito sostenido, como el que se da desde la piedra del grito en Morazán. Tan fuerte e intenso que se sostiene en el horizonte.

Amada Libertad es una poeta comprometida con su pueblo, auténtica y con tanta intensidad. La leo sumergido en su tiempo, procurando seguir sus pasos, su mirada desde la inmensidad, el dulce reflejo de su rostro en el espejo, su dulzura y ternura llena de heroísmo amazónico. La veo escribiendo hasta sus últimas horas, en las que también sostiene el fusil, lo carga con amor porque cree en la causa: la revolución por un país más justo.  Y su encuentro con la eternidad, que aunque no era el objetivo es parte del camino de estos vates. Eran así esos años, ya lo propuesto por Roque Dalton era llevar la estafeta, que luego Jaime Suárez Quemaìn esbozó desde las páginas de La Crónica del pueblo, así como Mauricio Vallejo (padre). Luego fueron llegando a las armas los poetas Rigoberto Góngora y Alfonso Hernández. Era parte de su sensibilidad y compromiso por el cambio, que más tarde llevaron hasta sus últimas consecuencias Arquímedes Cruz, Amílcar Colocho y nuestra poeta Amada Libertad

Leyla muere el día del eclipse en 1991. ¿Pero acaso mueren los que ofrendan su vida por amor? ¿Mueren las poetas? No importó cuanto silencio hubo en la guerra y la posguerra, su madre, Argelia pronunció su nombre hasta que se fue bordando de nuevo en los días de nuestra sociedad. Disfruto escucharla leer los poemas de su hija, me conmueve y me encanta ver la valentía y amor de esta mujer que no deja morir la memoria de su hija, en cambio vibra con más fuerza en las calles, en las bibliotecas y centros culturales dejando a cada paso su legado de amor, su vida, su poesía.

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