Ciudad de Guatemala/Prensas Latina
Ollantay Itzamná*
Dos partidos políticos socialdemócratas neoliberales se disputan la presidencia de Guatemala el próximo 20 de agosto. Ninguno de los dos tiene mayoría en el próximo Congreso de la República. Ambos acuden a Washington para potabilizarse políticamente.
En el caso de Sandra Torres, candidata del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) ya estuvo presa por delitos de asociación ilícita. En el caso de Bernardo Arévalo, queda el beneficio de la duda sobre su promesa de la “lucha contra la corrupción”. Aunque en el 2015 Guatemala ya eligió a un “outsider de la lucha contra la corrupción”, Jimmy Morales, quien resultó ser peor que su predecesor encarcelado.
Gane quien gane, el sistema neoliberal, engarzado con la industria del narcotráfico, continuará despojando los territorios con más violencia que antes. Ninguno de los dos partidos políticos pone en cuestión la vigencia del sistema neoliberal en Guatemala.
Si el sistema neoliberal continúa pujante, entonces, el ejército de emigrantes guatemaltecos expulsados hacia los EEUU. continuará creciendo. Para el 2027, ya no serán seis de cada 10 guatemaltecos en situación de pobreza, sino que la pobreza carcomerá quizás al 65 por ciento o más de la población.
Si gana Bernardo Arévalo, es probable, por la influencia de la juventud sensible que le rodea, que intente realizar algunas reformas simbólicas o cosméticas en las instituciones estatales o en las políticas públicas. Pero, de ser posible, dichas reformas serán mínimas puesto que el Congreso de la República y la economía lícita e ilícita están controlados por el denominado “pacto de corruptos”.
En ese hipotético contexto, a Arévalo no le quedará otra que arrimarse lo más que pueda a la Embajada estadounidense (de no hacerlo, podría tener el mismo final que Jacobo Árbenz u Otto Pérez). Pero, la Embajada no le permitirá a Arévalo acercarse a los actores sociopolíticos anti neoliberales o anti imperiales que con seguridad seguirán en las comunidades y en las calles de Guatemala. El sector indígena-campesino-popular financiado por las migajas de la USAID no podrá defender a Arévalo de los ataques de la oligarquía.
Si gana Sandra Torres, igual tendrá el respaldo de la Embajada gringa, además de la oligarquía lícita e ilícita del país. El aparato estatal continuará su acelerado proceso de entropía (auto destrucción) ocupado por el crimen organizado. Pero, las condiciones de vida de la gente seguirán empeorando. Y las resistencias al despojo y al saqueo neoliberal desde los territorios continuarán creciendo.
Con el partido Semilla es probable que el Estado criollo racista se oxigene o intente revitalizarse, pero con seguridad será para el beneficio de los de siempre, y sobre las cenizas de los pueblos. Así como ocurrió en los dos siglos de República. Con el partido UNE es probable que el aparente Estado en los territorios colapse más rápido, dando lugar, si acaso, a procesos auto-organizativos de las comunidades y pueblos para gestionar sus vidas. Pero la violencia y la inseguridad continuarán en aumento.
En resumen, la esperanza transformadora para las grandes mayorías no está en ninguna de las dos opciones. En 2027, la guatemalticidad continuará buscando la promesa de los cambios estructurales, y ojalá con algunas lecciones aprendidas. Porque no creo que estos pueblos hayan nacido condenados al eterno placebo.
*Investigador, abogado y antropólogo quechua. Corresponsal y columnista de varios medios alternativos de América Latina