Por: Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Según el informe de Latinobarómetro, en el año 2023 nuestra América Latina vivió un proceso de recesión democrática y, El Salvador, resulta no democrático, una “electo dictadura”.
Más allá de la ubicación ideológica de Latinobarómetro, de la descalificación que hace de algunos países gobernados por fuerzas de izquierda, el examen a la evolución política de la mayoría de países es objetivo.
Sus informes se basan en investigación de opinión y análisis de los marcos constitucionales y legales de los países examinados, así como de la calidad de los procesos electorales.
Según el referido informe, en el continente ha disminuido el apoyo a la democracia y ha crecido la indiferencia frente al tipo de régimen político, actitudes en favor del autoritarismo, el desplome de la imagen de los partidos políticos y del desempeño de los gobiernos.
Esta disminución de respaldo a la democracia viene ocurriendo desde 2010.
Se destaca que en el pasado las dictaduras eran militares, pero ahora se han “elegido”, lo que califica de manera blanda llegar a ser dictador, y en esa categoría ubica a El Salvador.
Se hace un registro de hechos ocurridos en nuestro país para calificar el tipo de régimen político como dictadura, como electo dictadura o no democracia.
Se reconoce que se han violado los derechos humanos de las personas encarceladas y que se han cambiado las reglas electorales para permitir la reelección consecutiva.
Se atribuye a los personalismos y a la debilidad de los partidos políticos como elemento perverso que socava la democracia, la corrupción tuerce el poder del voto, al intervenir en las campañas electorales con enormes sumas de dinero y provocan una competencia desleal, mina las bases de la democracia porque lleva a la presidencia a personas que, sin esos fondos ilícitos, no lo habría logrado.
Si estas opiniones no se reconocieran como existentes en nuestro país, podría decirse que esa calificación de nuestro país en la situación actual, como no democrática y como electo dictadura, es desacertada, pero dolorosamente debemos reconocer que esto es cierto, es la verdad.
Si la democracia supone balance de poderes, y en el país se ha perdido la posibilidad de balance de poderes, pues el control del presidente sobre la Asamblea Legislativa y el Órgano Judicial, hacen que se dé una situación en la que la ciudadanía está desprovista de garantías y de entidades estatales que le defiendan frente al abuso de poder, que pueda ejercerse en su contra como ocurre con los miles de víctimas encarceladas bajo el régimen de excepción, o de las personas que sufren persecución política.
La mutación de las leyes, que viene ocurriendo paulatinamente, la invocación de las existentes cuando conviene al poder, y la negación de las mismas si fueran para favorecer a las víctimas, es una consecuencia de esta situación de no democracia, de ausencia de balance de poderes.
Esto lo hemos experimentado a lo largo de estos últimos cinco años, pero es de prever que se hará mas grave a partir de consolidarse este régimen con la reelección presidencial y el control total de su partido en el parlamento y en los municipios.
Queda al pueblo despertar, darse cuenta de que, como se ha señalado en el pasado, aún con sus imperfecciones, es mejor la democracia.
Es en el seno del pueblo, de sus colectividades organizadas y por hoy dispersas, donde debe resurgir la educación para la paz y la democracia, y en cualquier forma de recomposición de las fuerzas que la hicieron posible a lo largo de los años que vinieron después de los Acuerdos de Paz hasta 2019, que este elemento debe ser tomado en cuenta.
Basta echar una mirada a nuestra propia historia, para saber que siempre hubo grupos sociales y económicos que se sintieron cómodos y favorecidos por un poder autoritario, por las dictaduras militares y oligárquicas del pasado.
Se pagó un alto precio para conquistar la paz, el derecho de expresarse con libertad, de organizarse y tener partidos de signos ideológicos diferentes y de luchar por propuestas y políticas diferentes.
A esa época se remonta la autonomía municipal, la desconcentración, la descentralización de los recursos, las leyes en favor de las mujeres, de la salud, de la educación.
Hay espejo en el que vernos, para comprender que la no democracia desfavorece a los menos favorecidos y que es a nosotros a quienes corresponde recuperarla. como una opción política alterna a la dictadura.