Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Fin de la autonomía municipal, aunque esta esté consignada en la Constitución y en el Código Municipal; y fin de la independencia del Órgano Legislativo.
Además, amenazas a otros órganos autónomos e independientes, como la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Corte de Cuentas de la República (CCR) y Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH).
Será Casa Presidencial quien tome el control, como lo anunció el presidente Bukele el 9 de febrero de 2020. Transparencia, democracia, derechos humanos son ajenos al modelo de gestión del actual Gobierno.
La concentración de poder, sin embargo, es incapaz por sí sola de saciar las necesidades de la población demandando que se cumplan las promesas de beneficios y oportunidades que le hiciera en su momento el presidente Nayib Bukele.
El desempleo, los bajos salarios, el alza de precios seguirán crucificando a nuestro pueblo; las desapariciones y la delincuencia causando angustia y dolor en muchas familias, es lo que tenemos ya y que puede verse incrementado; es lo que tenemos ya y que la mayoría de las personas desea y espera que cambie.
Es natural escuchar de algunos la esperanza de que la Asamblea y los gobiernos locales cumplan promesas, aunque a decir verdad, en campaña se escucharon más autoalabanzas que promesas para el bienestar de la población. Hasta los más críticos del actual gobierno tienen expresiones de buenos deseos, algo como creer que mágicamente Santa Claus nos dará el regalo deseado.
Las condiciones sociales, económicas, políticas de país se han deteriorado mucho en los últimos 23 meses que lleva el actual Gobierno; la novedad mayor, es la pandemia del COVID-19 y la votación obtenida por el partido del presidente. ¿Qué de bueno traen esos acontecimientos?
Las posibilidades del presidente, con una mayoría calificada a su favor en el parlamento y, con más de la mitad de los municipios gobernados por su partido, llevan a muchos a esperar que cumpla, que haga bien, que ya no tiene pretextos para incumplir y eso eleva las expectativas.
Sin embargo, la materialidad de la vida, las relaciones con el mundo, la interrelación del pasado, presente y futuro, se convierten en limitantes.
¿Aumentarán el salario en las proporciones que ha crecido ya el costo de la vida?, ¿tienen el respaldo necesario para recuperar los empleos perdidos? Construirán por fin el Hospital Rosales, el hospital de la zona norte, y terminarán la planta de Las Pavas, para asegurar que usan bien los fondos y planes que ya quedaron asegurados desde el anterior gobierno, para producir mejores servicios de salud, agua y saneamiento?
¿Resolverán el problema de la privatización de las pensiones aprobando un sistema público, solidario, de beneficios definidos?
¿Serán capaces de contener sus amenazas y respetar la independencia de la CSJ, de la CCR, de las funciones constitucionales de la PDDH? ¡Respetar la Constitución, pues!
Con el manejo que han procedido anulando los derechos de la población a contar con información de las entidades públicas, uno puede poner en duda que las expectativas positivas de muchos se puedan ver satisfechas. El acto más reciente, el de impedir que se valore la conducta del Ministro de Salud por el IAIP (Instituto de Acceso a la Información Pública), indica que prefieren anular las instituciones, antes que ser transparentes.
La forma en que se ha tratado por once meses a los gobiernos municipales, atándoles para que no pudieran invertir en obras, ha sacrificado la economía local, los beneficios de comunidades y hasta los empleos permanentes y ocasionales que generaba desde hace años el FODES. Ahora está amenazado y esos sacrificios, que pudieron ser dañinos pero temporales, parece que se prolongarán con la anunciada reforma que lo limitará y concentrará sus recursos en CAPRES.
De la pandemia ya aprendimos lo que ocurre, los riesgos que representa y los daños ya irreparables que nos ha causado a muchas familias y a la colectividad, carente de información veraz; pero de la concentración de poder en la oficina de Casa Presidencial, con una Asamblea obediente y unos gobiernos municipales sumisos, empezaremos a aprender.
Como el agua busca y abre cauces, las expectativas incumplidas generarán lucha del pueblo, es el único contrapoder de que dispone la gente, ahora, antes y en todos los tiempos. Sin duda habrá lucha, ya hay lucha, ni las ordenes de callar al personal de salud o a los maestros será suficiente para impedir las voces y las acciones que surjan por los derechos violentados y las expectativas insatisfechas.
Mayo trae el invierno, los ambientalistas lo advierten; lo que trae la nueva configuración política, la intuimos como un tiempo difícil, de más medicina amarga.