César Ramírez Caralvá
Escritor y Fundador Suplemento Tres mil
Las respuestas más populares serán: dinero, ocio, jubilación dorada, placer, el infinito de los sueños del Nirvana, encarnar (o resucitar) en la imagen de Hollywood, el respeto y admiración de toda la humanidad, el poder sobre las leyes, las posesiones materiales, el sexo desenfrenado jamás filmado pero escrito en textos romanos, griegos, italianos… toda la fantasía acorde a la mentalidad del hombre o mujer que habita este planeta ¿esa es la meta de la humanidad?
A pesar del avance tecnológico, de la extensión de nuestros sentidos a nivel planetarios por medios satelitales, comunicaciones, transacciones, migraciones, etc. es extremadamente remoto que consigamos (legalmente) $XXX millones libres de impuestos, porque existen personas que logran cantidades superiores por elusión o evasión de impuestos a costa del empobrecimiento de sus pueblos, pero es el signo de los tiempos, dinero y más dinero, las personas no importan, por esa razón Carlos Marx afirmaba que “el dinero tiene vida propia”.
Si continuamos la idea de Marx, resulta que es el mundo al revés (umstülpung) como afirmaba en otro contexto de Hegel, en su carta del 14 de enero de 1858, aunque es referida a la dialéctica, nos acercamos a esa dimensión; un mundo despersonalizado, deshumanizado, desvalorizado (me refiero al valor que implica la moneda, uso, cambio, el producto del trabajo, la plusvalía, el contexto de producción trabajo) en el cual perdemos la dimensión conceptual bajo un imperio material que nos ubica en este sitio, como células del organismo vivo llamado capitalismo, así el modelo nos convierte en referentes metálicos.
Pero algo no funciona bien, la vida parece un totalitarismo capitalista ampliado, se controlan nuestras funciones humanas (salud, educación, cultura, economía, religión, ideología, tecnología etc.) por la cantidad de dinero que producimos o permanece en nuestras deprimidas cuentas de ahorro.
¿Qué hacer? En este momento existen varias respuestas: el camino del monje es la renuncia a todo modelo de aspiraciones, centrando la negación en el mundo capitalista, así las pequeñas vivencias cobran sentido; otro es la crítica al modelo capitalista que deriva en revoluciones, partidos políticos, ideología, emigración; un tercero es humanizar al capitalismo con acciones que disminuyan la brecha entre pobre y ricos; finalmente no hacer nada, solo vivir para consumir, beber, disfrutar hasta el último centavo, sin prisas sin preocupaciones… de esta última especie conozco algunos que viven de la caridad estafando a sus amigos con falsas historias dramáticas; la respuesta al modelo es tomar píldoras anti(parasitarias)capitalistas, para que no viva ese demonio en nosotros y menos en tu espíritu… amén