Isaac Bigio
Analista internacional
En la madrugada del sábado 14 los gobiernos de EE.UU., Francia y Reino Unido lanzaron poco más de 100 misiles sobre blancos en torno a las ciudades sirias de Damasco y Homs.
El justificativo oficial era que se trataba de una represalia por el hecho que el gobierno sirio empleó gases letales contra civiles para recuperar un pueblo en las cercanías de la capital de su país. La primera ministra May dijo que no se podía permitir que se usaran armas prohibidas en cualquier parte del mundo, incluyendo un pueblo de Inglaterra.
Dichos atraques se han dado sin que haya habido un mandato de las Naciones Unidas o una votación en el Parlamento.
Los ataques fueron limitados y se dieron tras varios días de haberse anunciado, pues el objetivo era evitar cualquier baja en las tropas rusas o iraníes que combaten en Siria.
Ni Irán ni Rusia respondieron a los bombardeos, aunque Moscú ha dicho que un 70% de los misiles lanzados fueron interceptados por el sistema antibalístico que los soviéticos le habían proporcionado a Damasco décadas atrás. Con ello querían desacreditar dichas acciones así como la tecnología súper-desarrollada que Trump prometió iba a demostrar.
Washington, Paris y Londres se jactan de lo exitoso de su accionar, pero no queda claro qué va a pasar luego. Pocos días antes del supuesto ataque químico atribuido a Assad, Trump había dicho que las tropas de su país iban a dejar Siria para que otros se encarguen de ella puesto que ya habían cumplido su misión de derrotar al autodenominado “Estado Islámico” (Daesh).
Ahora Trump amenaza con volver a repetir nuevas acciones si es que se vuelven a emplear “gases químicos”. El problema está en que:
1) No hay pruebas contundentes que el gobierno sirio hubiese utilizado estos.
2) No hay ningún organismo internacional independiente que haya corroborado ello.
3) La oposición siria también ha sido acusada de emplear gases.
4) En cualquier posible avance del ejército oficial sirio sus rivales van a poder tratar de contrarrestar ello mostrando fotos de supuestas víctimas de gases.
El problema es más serio pues:
1) Los mayores depósitos de armas químicas los tiene, precisamente, EE.UU. y la OTAN.
2) EE.UU. es la única potencia que ha lanzado bombas atómicas sobre civiles (Japón 1945) y también ha utilizado masivamente armas químicas matando a decenas o cientos de miles en Corea y Vietnam.
3) Las mismas potencias que hoy bombardean a Siria por la cuestión de los gases en los ochenta armaron y apoyaron a Saddam Hussein cuando este lanzó una guerra contra Irán en la que perecieron un millón de personas, y en la cual no hicieron mayor escándalo cuando su aliado Saddam mató a miles de iraníes y también civiles kurdos iraquíes con armas químicas.
Las potencias occidentales acusan a Assad de ser un dictador asesino y criminal y a Rusia e Irán de apuntalarlo, pero estas mismas han transformado a Arabia Saudita en el país más armado del Medio Oriente, cuyas guerras en Yemen y su intervención en Bahréin no les merece condena.
Los sauditas tienen la peor teocracia absolutista del planeta y son quienes han financiado a Al Qaeda y ahora financian grupos fundamentalistas sunitas en Siria que masacran a las minorías religiosas, incluyendo los cristianos.
Los ataques en Siria no están logrando impedir que Assad vaya ganando la guerra con apoyo de Rusia, Irán y Hezbolá de Líbano. A lo que apuntan es a:
1) Presionar a que haya una solución al conflicto sirio en la cual los aliados de Occidente sean parte del nuevo gobierno o retengan zonas de control (los pro-turcos en el norte y los kurdos pro-EEUU en el noreste), y a que se disminuya la presencia de Irán en Siria y la región.
2) Presionar a Rusia a que baje la guardia en su política internacional en Ucrania y el este europeo.
3) Buscar distraer a la opinión pública de su propio país acerca del cuestionamiento a sus respectivos mandatarios (en EE.UU. Trump tiene denuncias muy serias sobre un supuesto apoyo ruso a su campaña electoral, maltrato de mujeres y un nuevo libro del exjefe del FBI que le indica de maniático; en UK está la división del país y del partido conservador en torno al Brexit; y en Francia la ola de huelgas y protestas sociales).
4) Revitalizar la alianza de la OTAN tras las pugnas que se han venido dando en torno al intento de Trump de imponer aranceles a los productos europeos y a la inminente salida de Reino Unido de la Unión Europea.
5) Revitalizar al antiguo bloque del “mundo libre” contra los supuestos gobiernos autoritarios que les contestan (China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Venezuela, etc.).
Un dato del que no se habla es que Trump debió haber estado el fin de semana del bombardeo a Siria en Lima asistiendo a la cumbre panamericana, pero no fue.
Mientras el mundo se concentraba en la guerra en el Medio Oriente dicha cumbre ha sido la primera en excluir a un país que haya fundado tal sistema.
Al presidente de Venezuela no se le permitió asistir y los gobiernos de EE.UU., Colombia y otros han anunciado que no reconocerán al gobierno que salga electo de las presidenciales de abril, a las que consideran antidemocráticas.
Lo ocurrido en Siria es un indicativo de que EE.UU. quiere hacer una ofensiva global contra el eje Rusia-Irán a nivel global, lo cual ha de tener repercusiones en Latinoamérica cuando se endurezca el trato ante el mayor aliado de ellos en la región: Nicolás Maduro y el ALBA.