Por: Rolando Alvarenga
El explosivo y espectacular cierre de El Salvador en los Juegos Panamericanos Lima 2019, ganando tres medalla de oro, se constituyó en un bálsamo para todo un pueblo que -salvo por el bronce del surfista Bryan Pérez- estuvo en capilla ardiente durante las dos semanas que duró la justa.
Y es que fue una tremenda pesadilla con sinsabores para todos los gustos y de cuyo ataúd se salió justo sobre el cierre de actividades. No obstante, es un desenlace que no debe nublar al Comité Olímpico sobre la triste realidad que tiene postrado al deporte de este país.
Tan triste, que los grandes candidatos y obligados a ganar medallas (los del Team ESA) se fueron en blanco.
Por ello, hay que poner los pies sobre la tierra y admitir que este “desenlace dorado” fue más producto del coraje y amor propio del arquero Roberto Hernández y los físicoculturistas Yuri Rodríguez y Paulina Zamora.
Y obviamente, salvo los del Físico, nada que ver con una talentosa planificación y logística olímpica integral. ¡Para nada!
Ahora bien, este debe ser un punto de partida para ordenar la casa, siendo justos con los atletas que, por sus resultados, merecen estar en el Team ESA y apartar a todo aquel atleta fresa que, por simpatías con el agrónomo, le está quitando la oportunidad a otro atleta responsable y dispuesto a romperse el alma, vida y corazón por el azul y blanco. ¿Tamos?