Lourdes Argueta
Comisión Política FMLN
En las últimas semanas una de las preguntas más recurrentes por la prensa es que pasará con el FMLN después de las elecciones, lo cual seguramente también es una inquietud de muchos salvadoreños y salvadoreñas, por lo que es necesario subrayar el papel del FMLN en el actual contexto y sus desafíos para mantenerse como una fuerza viva y legitima en la sociedad.
Una de las principales e impostergable tarea es refundarse a sí mismo y regresar a sus raíces, lo cual puede parecer retórica si no existe una actuación coherente y consecuente a ese anhelo de su base y simpatizantes, que siguen creyendo que es posible recuperar el instrumento de lucha como opción revolucionaria, porque como partido de sistema es evidente que puede seguir navegando unos años más, pero eso solo legitima la perpetuidad de un modelo de democracia representativa de élites, que cada vez queda en evidencia que solo está en función de seguir reproduciendo el sistema múltiple de dominación.
Hasta ahora, el modelo de democracia imperante no resuelve los problemas fundamentales de toda sociedad capitalista, subdesarrollada, que con lo que cuenta solo es con la fuerza productiva de la gente, que sobrevive con el mísero salario mínimo, que es insuficiente para poder ostentar una vida digna. En este sentido, cómo suponer que ya no hay nada que hacer por transformar de raíz un modelo que incuba las desigualdades, la injusticia, la marginación y exclusión de las grandes mayorías de poder contar con una calidad de vida, con acceso a una vivienda propia, al derecho de alimentación nutritiva, a un sistema de educación inclusivo y atención a la salud integral, entre otras necesidades básicas que no están resueltas.
Por supuesto que hay mucho por hacer, y lo primero es corregir esa concepción de democracia representativa, de creer que desde la falsa vitrina del poder institucional se harán las transformaciones reales y necesarias, cuando esa estructura institucional está en función de mantener un sistema de desigualdad social, que la izquierda desafortunadamente al llegar al gobierno legitima por su actuar, y la gente no logra ver la diferencia entre una derecha o una izquierda al frente del poder, aun cuando se haga la mayor inversión social. Si no se involucra al pueblo en esas conquistas, no podrá hacer suyas esas pequeñas reformas paliativas.
Haber gobernado sin incorporar al pueblo en la ruta de las trasformaciones sociales nos generó un alto costo, porque el enemigo político no descansa, y ejecutaron día a día una estrategia para desplazarnos y golpear nuestra credibilidad, confundieron y desinformaron al pueblo y no tuvimos la capacidad para desenmascarar dicha agenda de desgaste sistemático, pero no se trata de justificar en la astucia y la acertada agenda de nuestros adversarios la situación política del Frente, porque no podíamos esperar menos que eso, fue un duro golpe que una fuerza beligerante que no pudieron derrotar en el conflicto armado, haya logrado accesar al poder institucional bajo las mismas reglas del sistema.
Es oportuno recordar la palabras de Schafik Hándal, cuando dijo que entrabamos al sistema para cambiar al sistema, no para que el sistema nos cambiara; ahora después de 30 años en la lucha por la vía de la democracia representativa es justo y necesario que este FMLN se pegue una limpia de toda esa camándula de antivalores que se le pegaron y lo contaminaron con prácticas propias de cualquier partido del sistema, que dejó de debatir y se diluyó en las mieles del poder formal, descuidando la misión de transformación profunda de la sociedad.
Si aún creemos en un FMLN de izquierda revolucionaria, democrático y socialista como lo establece su estatuto, no podemos pedirnos otra cosa, que con la mayor transparencia, madures y objetividad, retomemos el rumbo de la revolución democrática, construyendo espacios para el debate permanente con el pueblo, para crear las bases de una democracia participativa que blinde al pueblo de las mentiras, de las falsedades, de las fantasías e ilusiones que le venden a cambio de su voto, y transitar a una cultura del debate, del cuestionamiento crítico y razonado, fundamentado en cosas reales, con un espíritu propositivo y constructivo, propio de una cultura de paz, que nos ayude a superar tanto odio infundido por ese grupo de poder emergente que se siente aún más envalentonado al suponer que su poder será por siempre.
Para que todo sea más que una retórica, más que un anhelo, o mero voluntarismo, las diferentes expresiones de izquierda aglutinadas en el partido y en la sociedad, solo debemos estar convencidos en que sí podemos y que nos necesitamos para lograrlo, y eso pasa por superar tanta división, tanta fragmentación, subjetivismos y sectarismos anacrónicos que solo favorecen la estrategia de consolidación del régimen, que para seguirse consolidando necesita a una izquierda dividida. Así solo somos funcionales al sistema que nos aleja más de la posibilidad de construir una sola estrategia para resistir, acumular y desarrollar nuestra fuerza contra la dictadura en formación.
Por lo tanto, el FMLN en esta nueva etapa debe retomar su papel como instrumento de lucha revolucionaria, podemos decir que hay bastos elementos como para definir bajo que concepción de poder y democracia luchamos, caracterizar bien el momento actual y proyectarnos de cara al presente y futuro como el partido del pueblo, renacer desde la raíz más profunda en cada comunidad, y volver al proyecto original organizando, concientizando y movilizando alrededor de una sola estrategia por la construcción del verdadero poder popular.