Licda. Norma Guevara de Ramirios
@guevara_tuiter
Anadie escapa que los conflictos en la actualidad asumen formas aparentemente nuevas, here pero esencialmente son las mismas de todos los tiempos. Ahora Venezuela es amenazada por Estados Unidos, sovaldi curiosamente esa amenaza toma la forma pública de un decreto ejecutivo del Presidente de ese país mediante el cual se declara que la República Bolivariana de Venezuela es un peligro para la seguridad estadounidense, ampoule afirmación que una inmensa mayoría de latinoamericanos no compartimos pero que sirve para justificar acciones propias de un imperio en contra de una Nación independiente.
Como quisiéramos que esto no fuera así y que EEUU simplemente respetara un principio universal y antiguo que costó establecer como regla de la política internacional: el derecho a la autodeterminación de los pueblos, derecho que permite a los habitantes de un país, establecer la forma de gobierno, y luchar por su propio bienestar, establecer su política exterior, sus políticas económicas y sociales con apego a sus leyes y a sus valores, ¿Quién puede afirmar que esto sea malo? Quizá solo quienes se benefician de someter a otros pueblos, algo que se ha conocido como esclavitud, colonialismo e imperialismo.
Venezuela es ahora un ejemplo de política exterior y de cooperación que hace unos pocos años parecía inimaginable. En relativo corto tiempo ese pueblo hermano rechazó tradiciones que se habían establecido y que permitían a pequeños grupos nacionales y externos aprovechar los recursos naturales para su propio beneficio; ese pueblo tomó en serio el principio según el cual la soberanía reside en el pueblo y, mostrando que cree en ello, se dio nuevo gobierno, nueva Constitución, nuevas políticas sociales y con ellas ha recuperado y ejercido poder político. Líderes, fuerza social y política defienden el cambio realizado, es un cambio revolucionario.
Es innegable que a las derechas latinoamericanas les ha costado entender esa nueva realidad, pero nadie puede negar que haya sido el pueblo venezolano el que ha marcado con su revolución un camino propio que debe ser respetado.
Tiene mucha razón el comunicador y defensor de derechos humanos, el Argentino Néstor Busso cuando afirma que Venezuela y sus continuados cambios cuestionan al capitalismo, al imperialismo, a la concentración de la riqueza y a las empresas que especulan con las necesidades del pueblo, pero esa es su decisión soberana, trabajar porque los recursos naturales sirvan al desarrollo humano de los más necesitados; dar poder a la gente, velar por el cambio de condiciones de vida de los sectores mayoritarios que habían sido excluidos en el pasado. En política exterior ese cambio ha permitido efectivos mecanismos de integración latinoamericana y nuevos organismos que ayudan a disminuir dependencias económicas y condicionamientos políticos; entre esos mecanismos y organismos sobresalen el ALBA, PETROCARIBE, CELA y otros acuerdos de cooperación bilateral con países de Latinoamérica y con naciones de otros continentes.
Amenazas de golpes, continuados apoyos a la desestabilización que impulsan minorías dentro de Venezuela han tenido inspiración imperialista, por eso es de advertir que de continuar ese camino representan una seria afectación a la democracia en nuestro continente, lo que debe llevarnos a rechazar esa política. Y en ese contexto uno se pregunta ¿Y yo qué puedo hacer para evitarlo? pues muchas cosas se han de poder hacer, entre ellas informarnos de los cambios que ha experimentado la sociedad venezolana, la conciencia revolucionaria y constitucionalista de su pueblo, desmentir la divulgación que la desinformación difunde para crear un estado de ánimo tolerante frente a la intervención externa, y ahora lo menos que podemos hacer es sumarnos a la campaña internacional de firmas que deben llegar como pedido al Presidente de los Estados Unidos, para que derogue el Decreto mediante el cual declara que Venezuela es un peligro para la seguridad estadounidense.
Con la convicción de que esto es incorrecto y encierra un eslabón en un conflicto que recuerda diferentes momentos de agresión estadounidense a pueblos hermanos de América Latina y el Caribe, debemos dar esa firma, estamparla en libros que tengan la posibilidad de llegar como un eco de la conciencia humana en contra de la agresión estadounidense. Una firma que, al pedir derogar ese decreto representa una aspiración legítima de relaciones armoniosas entre esos pueblos y gobiernos; que en todo caso diriman sus diferencias por medios civilizados y diplomáticos.
Así me respondo que hacer y sé que miles de salvadoreños y salvadoreñas nos identificamos con esa aspiración de respeto a la soberanía del pueblo venezolano y de todos los pueblos de nuestra América.