David Alfaro
En el Encuentro Empresarial de Padres e Hijos 2025, Nayib Bukele se dirigió a una audiencia privilegiada: los dueños del gran capital. Rodeado de los más poderosos empresarios de la región, el presidente inconstitucional no ocultó su afán por convertir a El Salvador en un paraíso para las grandes inversiones, a costa de desmantelar regulaciones laborales, ambientales y fiscales.
Entre los asistentes destacó Juan José Gutiérrez, dueño del Pollo Campero y de otras cinco marcas, quien elogió efusivamente a Bukele:
«Usted resolvió todos los problemas que nos aquejan y no nos dejan producir en Guatemala y Honduras, lástima que hay fronteras, deseáramos que no fuera así». Una frase aparentemente inofensiva, pero cargada de significado.
¿De qué problemas hablaba el empresario?
La afirmación de Gutiérrez no es un simple halago. Habla de «problemas» que supuestamente impiden la producción en su país, pero ¿a qué se refiere realmente? No es difícil descifrarlo:
Ausencia de aumentos salariales en El Salvador.
Los empresarios han encontrado un terreno fértil para pagar sueldos de miseria sin el riesgo de que el gobierno los obligue a aumentarlos. Mientras la canasta básica sube, los salarios se estancan.
Exoneraciones fiscales para millonarios.
Bukele ha promovido exenciones de impuestos y privilegios fiscales para atraer inversiones extranjeras. Esto significa que mientras la población paga IVA e impuestos al consumo, los grandes capitales reciben «incentivos» para operar sin aportar al país.
Facilidades para importar sin restricciones.
Las empresas transnacionales, como la de Gutiérrez, buscan eliminar barreras que protegen la producción nacional. Al hablar de «problemas» en Guatemala y Honduras, insinúa que allá aún existen ciertas regulaciones que obstaculizan sus negocios, como impuestos de importación o controles de calidad.
Flexibilización laboral y desregulación.
En El Salvador, el gobierno ha eliminado o debilitado regulaciones laborales en nombre de la «modernización». Esto se traduce en más precariedad para los trabajadores, contratos temporales sin estabilidad, negación de derechos laborales y una mayor explotación.
El modelo Bukele: una trampa para el pueblo
El discurso de Bukele durante su campaña en 2018-2019 prometía enfrentar a la oligarquía, pero hoy su gobierno es el favorito de los grandes empresarios de la región. No es casualidad que un magnate como Gutiérrez exprese su deseo de que «no haya fronteras», porque en El Salvador ha encontrado el modelo ideal para maximizar sus ganancias sin obstáculos.
El costo de esta política lo paga el pueblo: salarios insuficientes, precios en aumento, servicios privatizados y un futuro incierto. Mientras los dueños de emporios alimenticios como Pollo Campero celebran, la población lucha por sobrevivir en un país donde gobernar para los ricos se ha convertido en la norma.