Álvaro Darío Lara
Escritor y docente
Hace un año, mi amigo, el místico de la vida, Mario Roberto Ramírez Chávez, nos envió a un grupo de mortales, un mensaje de gran importancia espiritual. Mario Roberto, nos hacía reflexionar, en esa ocasión, sobre la fallida y vana tendencia de los seres humanos a pretender dominar, poseer, controlar a los demás; y desde luego, enfatizaba el sufrimiento que esta acción nos provoca cotidianamente.
Mal aprendemos, desde niños, la manía de buscar la manipulación de todas las variables que pensamos nos afectan, y llegamos a la ira o a la franca desesperación ante cualquier circunstancia que se aleje de lo que ilusamente imaginamos alcanzar.
La vida, la realidad, es siempre más incierta, misteriosa y sabia; y finalmente, se impone. Por supuesto que debemos tener planes, metas, un proyecto personal, social, familiar, comunitario, pero sin olvidar que no somos dueños de nada, y que las circunstancias, las personas, los ambientes pueden variar radicalmente en un instante.
Cuántas personas, tan seguras de sí mismas, ante una catástrofe natural, pierden – en un abrir y cerrar de ojos- todo lo que creían “poseer”. Un valioso inventario que incluía tanto lo material como lo humano.
Muchísimas veces hemos escuchado frases como “mis hijos”, “mi pareja”, “mis padres”, “mi casa”, “mi vehículo”… Las personas nos adornamos de títulos y trayectorias; publicamos en las llamadas redes sociales, cantidad de imágenes y de información, que nos presenta como felices y triunfadores, poseedores de símbolos de prosperidad, pero en las noches, en las horas más verdaderas de nuestras vidas, no podemos dormir y nos sentimos tristes y desgraciados.
Al respecto, Mario Roberto nos decía, en esa oportunidad: “Conozco muchas personas que a diario crean sufrimiento para sí mismas. Conozco personas que sufren por cosas que no controlan. Conozco personas que viven situaciones que causan dolor, y que luego convierten en sufrimiento.
Después del día viene la noche, y luego el día…. Y así sucesivamente. Comprenderlo, da claridad para que nuestras acciones sean para bien. Ignorarlo, es el origen del sufrimiento.
Por eso hoy te comparto un recordatorio sencillo, pero complejo para el ego, esperando sea útil para tu vida: 1. Por mi naturaleza estoy destinado a envejecer. No hay forma de huir del envejecimiento. 2. Por mi naturaleza estoy destinado (a) a caer enfermo (a). No hay forma de huir de la enfermedad. 3. Por mi naturaleza estoy destinado (a) a morir. No hay forma de huir de la muerte. 4. Todo cuanto quiero y las personas que amo tienen la naturaleza del cambio. No hay forma de evitar tener que separarme de todo. 5. Mis acciones son lo único que realmente me pertenece. No puedo huir de las consecuencias de mis acciones. Ellas son la base que me soporta.
Lo bueno y bello que hay en mí, saluda a lo bueno y bello que hay en ti”. Gracias Mario Roberto, por recordarnos siempre a nuestro verdadero ser, y gracias a ustedes, queridos lectores.