Por Dave Clark, Andrew Beatty
Washington/AFP
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desestimó reportes de prensa que señalaban que su secretario de Estado alguna vez lo llamó «estúpido», pero este martes insinuó que él es más inteligente que Rex Tillerson y sugirió comparar pruebas del coeficiente intelectual de ambos para demostrarlo.
La semana pasada, Tillerson se vio obligado a negar un informe de NBC News según el cual él había llamado al presidente «estúpido» después de una reunión en julio en el Pentágono. «Él es inteligente», dijo el jefe de la diplomacia estadounidense en rueda de prensa, en alusión a Trump.
Sin embargo, algo sobre el incidente parece molestar al mandatario. «Creo que es una noticia falsa», dijo Trump a la revista Forbes. «Pero si lo hizo, creo que tendremos que comparar las pruebas de coeficiente intelectual y puedo decirte quién va a ganar», indicó en una entrevista publicada el martes.
Su portavoz, Sarah Huckabee Sanders, intentó zanjar la polémica al afirmar que se trataba «solo de una broma». «No estaba cuestionando la inteligencia del secretario de Estado», explicó, asegurando que tenía «100% de confianza» en él.
«El presidente puede permitirse una broma». «El secretario de Estado no tiene problemas con esto», intentó minimizar por su parte la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, quien precisó que el coeficiente intelectual de Rex Tillerson era «elevado».
El informe de NBC News se conoció pocos días después de que Trump recriminara públicamente a Tillerson por «perder el tiempo» tratando de negociar con Corea del Norte para frenar su programa balístico y nuclear.
La reprimenda del presidente en Twitter reavivó rumores de que Tillerson no está contento con su puesto, aunque el exdirector ejecutivo de ExxonMobil ha insistido en que no tiene intención de renunciar.
«Pequeño Bob Corker»
Trump y Tillerson celebraron este martes varias reuniones en la Casa Blanca y un almuerzo en presencia del ministro de Defensa Jim Mattis, con discusiones sobre Irán, Corea del Norte y Turquía que fueron calificadas de «positivas» por el Departamento de Estado.
En Washington, se considera cada vez más a Tillerson, Mattis, al secretario general de la Casa Blanca John Kelly y al jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford, como amortiguadores que contienen al impulsivo presidente.
Kelly ha trabajado para controlar el flujo de información que pasa por el escritorio de Trump e impuso una estructura de toma de decisiones que no existía en los primeros días de la administración.
«La Casa Blanca se ha convertido en una guardería para adultos», dijo el senador Bob Corker el fin de semana, en una asombrosa reprimenda pública por parte de un republicano que hizo campaña por Trump y preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Retomando su costumbre de la campaña electoral de poner apodos burlones a sus adversarios, Trump le calificó de «pequeño Bob Corker».
La salida de Tillerson sería un duro golpe para aquellos que esperan templar a Trump y detener lo que Corker describió como «el camino a la Tercera Guerra Mundial».
Y no podía llegar en un momento más sensible diplomáticamente. Trump está preparado para enfrentar a Irán, al cuestionar el importante acuerdo nuclear a fines de esta semana, y parece dispuesto a aumentar las tensiones con Corea del Norte.
Tillerson también está destinado a desempeñar un papel importante en la preparación del monstruoso viaje de Trump a Asia el próximo mes, que lo llevará a Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas.
Aún así, no está para nada claro cuánto tiempo un secretario de Estado que ha perdido la confianza del presidente puede permanecer en su puesto.
«Cuando los funcionarios del gabinete trabajan para un presidente con el que tienen desacuerdos fundamentales, nada bueno llega», opinó Julian Zelizer, profesor de historia y asuntos públicos de la Universidad de Princeton.