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¿Quién soy yo cuando me auto observo?

Wilfredo Arriola

Poeta y escritor,

Una característica imprescindible de todo escritor es la observación. Sin ella, no fuéramos lo suficiente objetivos para poder describir la realidad de una forma diferente a los ojos de los demás. Pero, ¿Cuándo nos observamos a nosotros mismos? ¿En qué reparamos? ¿Quiénes somos dominados por la tristeza, por la rabia, por la alegría? ¿Qué actitud tomamos frente a no tener la posibilidad de explayar nuestros vicios? ¿En quién nos convertimos cuando ganamos, cuando perdemos? ¿Nos hace miserables, nos hace nobles? La auto observación es un arte y como todo arte tiene sus características definidas que hacen que nuestra opinión o referencia hacia lo que vemos sea algo personal porque ha sido concebido desde nuestro conocimiento y desde luego, desde nuestra observación. Antonio Gala dice en Valverde 20 (Antología Poética-Poemas de Amor 1997) “Solo aquello que amamos es capaz de decirnos quienes somos, y hay quienes se enamoran de solo una palabra y quien se enamora de unos labios cerrados.” ¿Coincidiremos con la opinión de los demás? ¿Qué tanto dista lo que creo de mí, con la idea sostenida por quienes me conocen? La auto observación nos pondrá en un plano diferente para darle respuesta a lo incomodo que se tornan las preguntas en momentos trascendentales de la vida.

¿Cuándo fue la última vez que hicimos algo por primera vez? Vez, que hizo que conociéramos esa parte desconocida de nuestro Yo, que depositó una pequeña dosis de alegría o de excitación en lo nuestro. Desarrollar la identidad es asunto personal a partir de lo acucioso que podemos llegar hacer, en ponernos atención en nuestras etapas alteradas de nuestra vida, es ahí donde la auto observación cobra sentido, donde la soledad opera para entender de qué se trata nuestro nombre, nuestra existencia.

Trabajar sobre sí, es uno de los retos más difíciles que existe por la lucha interna entre lo que se debe y se quiere hacer. Las amistades que uno va labrando en el camino son también determinantes para poder ahondar en esa búsqueda, encontrar una paridad con los íntimos y sabernos decir con el tacto de los bueno amigos,  detalles que ellos perciben de nosotros desde afuera, cosas como: —me parece que ese vinculo te ha alejado más de ti mismo y ha hecho que te conviertas en un desconocido para nosotros— o — te has descuido mucho de tu imagen personal, valora la idea de tomar hábitos olvidados sobre ti y renuévate— Detalles, la vida está llena de detalles, de otros ojos que abonen a los nuestros. La vida está compuesta de muchas almas para consolidad la nuestra y nosotros aportar a otras, para que esas otras consigan la mejor versión de sí mismos. Una cadena, somos un eslabón que genera una fortaleza labrada con el tiempo.

Ser ecuánime es nuestro destino. Abandonar los automatismos y ponderar así una mejoría en lo nuestro, generaría un mejor conocimiento personal. La auto observación como meta es saber reconocernos para bien o para mal en lo que solemos caer al final de cada etapa, de cada año.

Preguntarnos, ¿En qué cambié este final de ciclo? ¿Seguí respondiendo igual? ¿Mantuve una mejoría en mis relaciones interpersonales? ¿Qué espejos de conocimientos tengo por amigos? ¿Lo seré yo para ellos? Cada respuesta que nos demos serán los pasos para salir de esa honda poza de la postergación, que día con día, mentalmente decidimos, aunque sea solo por un momento salir.

El oficio de la observación aplica para todo, para todos. Hoy que termina el año siempre es un buen ejercicio apelar a lo que di a lo que espere dar y a lo que sigo pendiente de ofrecer. Todo a coro de ser una mejor persona, revalidar afinidades, auto cuestionarse actitudes, estilos y formas desfasadas de la vida. Que otros, algún día se acerquen a nosotros y nos sepan preguntar ¿Me podrías decir quien soy? Y saber tener el tacto de decirlo y en nuestro decir, abonar y no solo develar. Si te lo cuestionas, es probable que no tienes las amistades que te mereces, a las cuales poder llegar y hacerles esa petición o que ellos te la hagan a ti.

En este fin de año, con seguridad me he hecho de las mejores amistades y me han quedado las necesarias. A cada uno les debo una parte de mí, ya que por ellos me sigo conociendo y he aprendido a identificar quien soy y también quien no soy. Ambas necesarias en esta jungla de cemento. La navidad no solo es un abrazo y los mejores deseos, también es un recordatorio de saber en quienes nos estamos convirtiendo, y que formas estamos abandonando para continuar nuestro viaje en la vida. Les deseo los mejores vínculos y que la suma de las personas que los rodeen den por resultado lo que siempre han esperado para lo suyo. Nunca es tarde para seguir descubriendo quienes somos.

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Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024