Isaac Bigio.
Politólogo, economista e historiador
El municipio de Lima ha decretado que en su centro histórico están prohibidas todas las manifestaciones. Veta el hacer concentraciones en un área de 10.32 km², una superficie 20 veces mayor que la de la Ciudad del Vaticano o 5 que la de Mónaco.
Esto zona intangible incluye a las principales plazas del Perú (como las de Armas, San Martín, Bolívar, 2 de mayo, Ramón Castilla y Bolognesi), allí donde durante toda nuestra historia reciente se han dado los mines electorales y sindicales, los cierres de campaña en todos los comicios y numerosas marchas de todo tipo.
También se va a impedir que se puedan hacer aglomeraciones en torno a los locales de los grandes partidos y sindicatos nacionales, pues todos ellos tienen allí sus sedes centrales. No se podrían darse tradicionales eventos político-sociales anuales, desde el primero de mayo en la plaza dos de mayo, hasta el día de la fraternidad del 22 de febrero al frente del APRA. Si se fuera consecuente con ello también se debieran vetar procesiones religiosas (como la del Sr. de los Milagros) y desfiles estudiantiles, militares o culturales.
Argumentan que hay que proteger el «patrimonio cultural de la humanidad». Sin embargo, una de las razones por la cual el centro histórico de Lima ha llegado a tener tal status, es por su historia de haber sido el centro de la vida política nacional. La UNESCO también le ha dado esa mismo distinción a las capitales (o los centros históricos) de Alemania, Austria, Barbados, Bélgica, Bolivia, Brasil, Ecuador, Francia, Hungría, México, Polonia, Rusia, etc. En todos estos lugares no se vetan concentraciones o se respeta el derecho constitucional y democrático a la libertad de manifestarse. La descomunal plaza roja de Moscú, que es otro patrimonio cultural, tiene como función aglutionar cientos de millares de personas.
El alcalde Rafael López, anteriormente, llamó a sacar a la prensa alternativa de la Plaza San Martín, y luego esta ha sido echada de la Manco Cápac, la cual queda fuera del casco histórico de Lima. Lo que se busca es ir recortando el derecho a la libre expresión y manifestación.
López también dice que quieren evitar actos vandálicos, pero la violencia ha sido iniciada por la policía, tal como se vio el 4 de febrero cuando manifestantes fueron gasificados al lado de la vía expresa y presionados para saltar abajo hacia esta. La casomna que se quemó al lado de la plaza San Martín fue resultado de armas lanzadas por las fuerzas del orden.
Si el parlamento peruano es uno de los más desacreditados del mundo, ahora se convierte en el único que va a estar libre de tener manifestaciones en sus inmediaciones.
Esta prohibición nunca ha pasado en la historia de Lima. En Cuzco y Arequipa, pese a ser también patrimonios de la humanidad, jamás de ha implantado semejante autoritarismo.
Esto demuestra los elementos de corte fascista y franquista del alcalde López, Sus intentos de imponer una dictadura van a generar más violencia y que ahora varias de las manifestaciones se trasladen a distritos financieros, comerciales o residenciales, como los de Miraflores y San Isidro.