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Dr. Rafael Lara Martínez, académico e investigador salvadoreño. Foto Diario Co Latino/Cortesía.

Rafael Lara Martínez: “se avecina un mundo incierto y con creciente disparidad social”

Iván Escobar

El nuevo coranavirus o COVID-19 nos ha llevado a experimentar situaciones de confinamiento nunca vistas en la historia reciente de la humanidad. A continuación, presento una entrevista –virtual– realizada recientemente al académico e investigador salvadoreño, Dr. Rafael Lara Martínez, quien nos da a conocer -desde su punto de vista- el antes y el después de un mundo amenazado por un virus. Nos advierte, además, que hay que tener esperanza para salir adelante, aunque el futuro es incierto.

-El COVID-19 dejó un antes y un después para la humanidad. Las grandes naciones ven la mayor problemática desde la óptica económica y la búsqueda inmediata de un medicamento que controle el virus. ¿La gran mayoría cómo debe analizar esta situación?

Con esperanza, se prevería la necesidad de un salario mínimo universal y servicios médicos, ambos como derechos humanos elementales. Ese sería la exigencia de una verdadera democracia. Pero, por desgracia, los gobiernos no lo entienden de esa manera. La mayoría debería reclamar esos derechos humanos elementales: salario, vivienda decente, medicina, escolaridad que hoy supone tecnología digital, etc.

-La falta de información y fake news han prevalecido durante estas semanas, mientras los gobiernos en su mayoría solo replican medidas extremas, como los confinamientos o cuarentenas. ¿Estábamos realmente preparados para enfrentar una crisis de este tipo y son suficientes los llamados a quedarnos en casa?

El encierro es siempre problemático. Lo anticipa la literatura nacional al representar la violencia doméstica y otros tipos de comportamientos irracionales. Lo remito a mis escritos sobre Vicente Rosales y Rosales, T.P. Mechín, Cristóbal Humberto Ibarra, etc. En todos ellos, el confinamiento provoca el furor, la lucha no solo en el sentido marxista —la lucha de clases—; sino, la lucha entre iguales. Se llamaría el fratricidio como arista acallada de la identidad nacional. En esta representación de la violencia —que afecta también al género— la poética posee una mayor dimensión temporal que la historia. Su rigor describe el desastre de las epidemias y del encierro. El llamado a quedarse en casa solo será efectivo en un mundo democrático según la definición de la respuesta anterior, esto es que satisfaga las necesidades básicas de toda la ciudadanía.

-A corto plazo, ¿qué impactos tendremos en la vida de las personas, de acuerdo a lo que hasta hoy hemos vivido?

Lo primero será el temor a la enfermedad. También será la necesidad de establecer una mayor distancia social, esto es, una separación mayor entre los grupos sociales.

Al temor y la frontera se añaden ya el desempleo, el problema de los servicios médicos y la pobreza. Esto es, una mayor disgregación social entre niveles económicos diversos, una enorme barrera social entre los grupos. Para rematar el asunto, se perfilan decisiones autoritarias que frenan la participación democrática. En breve, se avecina un mundo incierto y con creciente disparidad social.

-Este tipo de crisis mundial no es la primera, hemos tenido desastres naturales, guerras, conflictos religiosos y muchas enfermedades, entre otros. ¿Por qué el COVID-19 frenó al mundo?

Porque ocurrió de manera sorpresiva. Algunos afirman que los científicos lo sabían, pero los políticos y el interés financiero los frenaron. Pero si usted revisa los temarios de clase de los institutos científicos más avanzados, nadie lo apuntó en enero de 2020. Y ahora hay incertidumbre tremenda al respecto, ya que la STEM (siglas en inglés) no engendra la utopía prometida.

Solo ofrece un simple modelo de lo real que se le escapa al rigor humano. Esta lección debería promover la modestia de las ciencias exactas y, aún más, de las ciencias sociales ante los agujeros negros a nuestro costado. El virus es esa realidad que desmorona el saber más estricto. Pese a ese fallo, la cuestión ahora es saber si los políticos —en vez de resolver el asunto por decisiones autoritarias— se guiarán por recomendaciones médicas razonables. De lo contrario, crean una doble incertidumbre.

-¿La pobreza, el desempleo, y ahora la “marginación digital”, son los virus que se sumarán a la tragedia de este siglo?

Exacto, se creía que gracias a la tecnología y la ciencia habría un progreso ilimitado. Pero hoy nos percatamos que la incertidumbre es uno de sus legados. Además, esa marginación digital es un simple corolario de las diferencias sociales existentes.

No hay nada nuevo, sino el reciclaje de las divisiones sociales y económicas anteriores. La democracia plena —educación elemental y secundaria para todo el mundo— presupondría hoy computadoras e internet para el estudiantado en general.

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