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Marchelly Funes
Las elecciones de este 9 de marzo ofrecen a los salvadoreños dos únicas opciones: continuar con los cambios o volver a un pasado de corrupción e impunidad.
Se ha visto como la derecha ha desbordado campañas de miedo y terror, viagra dejando de lado las propuestas y planes de gobierno en temas trascendentales como la salud, unhealthy la educación, unhealthy la economía, la seguridad, la inclusión, el medio ambiente, entre otros.
La fórmula de ARENA y su equipo de campaña faltaron el respeto a los electores y a la ciudadanía en general. Vieron a la población como criaturas ignorantes e incapaces de tomar decisiones políticas acertadas. La campaña impulsada por Norman Quijano y reforzada por la ANEP, Cámara de Comercio, ASI, Fusades, entre otros, han sido campañas basadas en el discurso del terror y la confrontación; en la misma línea, abusaron de la utilización de problemáticas ajenas al país, tal como el caso de Venezuela.
El mes pasado se habló por este mismo medio de las etapas que mantuvo la campaña de ARENA en la primera vuelta, de las escases de propuestas de la formula tricolor y de la falta de ofertas atractivas hacia la población. Pensé que esa dinámica cambiaría, pero por el contrario se fortaleció y arreció.
En cambio, la izquierda política partidaria y la fórmula presidencial del FMLN no perdieron tiempo ni dinero en responder la sarta de mentiras impulsadas por la derecha a través de propaganda agresiva, sistemática y mediática. Por el contrario, continuaron presentándose ante los diferentes sectores de la sociedad y mostrando su plataforma de gobierno.
El liderazgo político de Salvador Sánchez Cerén y Óscar Ortiz ha sido tan responsable con la población que incluso algunos miembros de la derecha han dado su respaldo a la fórmula izquierdista.
Hay que tener claro que en los próximos cinco años no será posible terminar con los problemas de inseguridad y de pobreza en El Salvador, pero bajo la dinámica del actual gobierno si es necesario un quinquenio más que permita reforzar los programas sociales, esos programas que benefician al salvadoreño que come salteado y que sobrevive con un par de dólares al día.
Ciudadano, Salvador y Óscar son la esperanza en el futuro inmediato y a mediano plazo de cientos de miles de familias pobres que fueron invisibilizadas por más de 200 años de gobiernos derechistas, que nos dejaron como herencia un sistema amañado, corrupto e inoperante que en cinco años ha dado pequeños pasos de saneamiento, la rendición de cuentas de fondos públicos, pero que necesita seguir en tratamiento para ver resultados óptimos, eficientes y eficaces.
Con todo lo anterior, es necesario hacer un llamado a la conciencia y a la reflexión de aquellos salvadoreños que aún no han decidido a quien dar su voto. Recuerden: El Salvador necesita programas inclusivos, una mejor distribución de la riqueza, más y mejores empleos, mejor educación y tecnificación para nuestra niñez, adolescencia y juventud; amparo y solidaridad con los adultos mayores, oportunidades para las mujeres urbanas y rurales, pero todo esto sólo será posible mediante el voto.
Por estas razones y porque, a la vista de los que quieren recuperar El Salvador para continuar con los privilegios de unos pocos en detrimento de las mayorías, la participación ciudadana y el deber cívico son de suma importancia en la construcción de un mejor país. No te quedes en casa y apoya esos cambios que han beneficiado a los más pobres y han fortalecido a los pequeños y medianos productores salvadoreños.
