José M. Tojeira
La Dirección General de Estadística y Censos, Digestyc, es una de las fuentes más importantes para el conocimiento de la sociedad salvadoreña, sus problemas y sus necesidades. Su personal es uno de los más eficientes a la hora de levantar encuestas sobre los diversos puntos de interés político y social de nuestra realidad. Recorrer los datos que nos ofrece siempre resulta interesante, para quienes deseamos justicia social, desarrollo adecuado y generalizado de las capacidades de los salvadoreños. Su información es abierta y tiene un amplio despliegue en su página web. Sin embargo, algunos de los datos que nos dan necesitarían con frecuencia mayor explicación. Por eso es necesario recorrerlos y comentar algunos de ellos brevemente.
Un primer ejemplo es el del costo de la canasta básica. La canasta básica alimentaria de la ciudad para un hogar promedio es de 185 dólares. En el campo, por su parte, para un hogar promedio ligeramente superior en número de miembros al de la ciudad, es de 123 dólares. ¿Será realmente así? Los datos nos dicen que hay mayor desnutrición infantil en el campo. ¿No significa eso que la canasta básica alimentaria debería ser reforzada y que los cálculos no están bien hechos? Algo parecido ocurre con el servicio de agua. Según los datos de la Digestyc: “el acceso al agua por cañería de los hogares en el 2017 fue de 88.3 % a nivel nacional, mientras que en el área urbana fue 95.5 % y en el área rural de 76.5 %. Por su parte en el AMSS el 97 % cuenta con acceso a servicio de agua por cañería”. Los datos aunque muestran deficiencias especialmente en el campo, también dan una idea relativamente positiva del acceso al agua. Sin embargo se aclaran alguna situaciones. ¿El acceso al agua es permanente, las 24 horas del día, o solo temporal unas pocas horas?, ¿el agua está instalada en el interior del hogar tanto para consumo como para saneamiento?, ¿el agua que llega por cañería es potable y sana para consumo? Probablemente la respuesta a estas preguntas, nos darían una imagen menos positiva que la información general que aparece en la página web y que hemos entrecomillado. Tener datos fehacientes precisamente cuando se está discutiendo la ley general del agua, cuando la tendencia a la privatización del agua ha tenido ya un impulso demasiado fuerte en el país es una necesidad ciudadana.
Otro elemento que merece una mayor explicación es el de la pobreza. En pobreza monetaria, es decir, pobreza medida desde el ingreso económico del hogar, se nos dice que el 29 % de los hogares sufre este tipo de privación. En pobreza multidimensional (hay que felicitar a la Digestyc por llevar a cabo este tipo de medición), el porcentaje de hogares que la sufren es del 33 %. El cruce entre las dos mediciones, suele establecer siempre que algunos que están en pobreza económica no están en pobreza multidimensional y viceversa. Esto lleva a concluir que la pobreza en El Salvador, es más extensa que lo que indican las dos cifras que aparecen mencionadas. Si además la pobreza, tanto multidimensional como monetaria, es más abundante en el campo que en la ciudad, las cifras individualizadas de personas en pobreza aumentarían todavía más. Descomponer esos datos y publicarlos sería un buen servicio a quienes se preocupan por la realidad nacional.
El espacio no da para más análisis. Pero dos cosas son evidentes. La Digestyc es una buena institución y acudir a ella es importante para quienes desean un país mejor. Pero es importante que teniendo como tienen muy buenos profesionales, trabajando en la institución, nos desglosen públicamente con más detalle los datos que nos ofrecen. Tener claridad en los datos nos ayuda a buscar soluciones adecuadas, a criticar políticas erróneas y sobre todo a dialogar sobre las necesidades concretas de nuestro país. Pedirle a la Digestyc que desglose datos, que amplíe su significado, es solicitarle que siga sirviendo al país cada día con mayor eficacia. Pueden hacerlo y ojalá lo hagan.