Por Leonel Herrera*
La dictadura de Nayib Bukele ya inició la aplicación de las “medicinas amargas” anunciadas durante la toma de posesión del segundo mandato inconstitucional, con una reducción significativa del subsidio al gas propano y a la energía eléctrica.
Ante las múltiples denuncias de ciudadanos que se quejaron en redes sociales y reclamaron al gobierno por eliminarles el subsidio al gas propano, el Diario de Hoy constató que -efectivamente- el régimen bukelista ha recortado dicho subsidio en más de 35 millones de dólares.
El gobierno ilegítimo de Bukele y sus hermanos intentó desmentir la información. En un comunicado, el Ministerio de Hacienda aseguró que la publicación del referido medio escrito era “información falsa” y dijo que se mantiene el subsidio a 1.2 millones de hogares.
Sin embargo, los mismos datos oficiales contradicen la postura de Hacienda. Es más, está demostrado que la reducción de éste y otros subsidios es una “medicina amarga” que se viene implementando desde antes que Bukele lo anunciara el 1o. de junio.
El economista José Luis Magaña publicó en su cuenta de X (antes Tuitter) que hasta mayo de este año ya había una reducción de 35.5 millones de dólares al subsidio al gas propano y 16.2 millones al de la energía eléctrica.
A esto -señala el representante de Panorama Económico-se suma un recorte de 63.2 millones de dólares al presupuesto de educación básica, 62.3 millones a la atención hospitalaria y 37 millones al primer nivel de atención médica.
A lo anterior se agrega la reducción de fondos para saneamiento ambiental, acciones de mitigación de riesgos y funcionamiento de las alcaldías, que tuvo como consecuencia la deficiente atención de la reciente emergencia por las lluvias que causaron una veintena de muertos.
La reducción de subsidios y recortes a educación y salud confirman que las “medicinas amargas” no serán para los ricos; sino para la gente humilde, las familias pobres y los sectores vulnerables. Por tanto, es posible que pronto también suba el IVA y haya nuevos impuestos regresivos.
Más despidos de empleados públicos, congelamiento de salarios, eliminación de programas sociales y no pago de pensiones, podrían ser otras “medicinas amargas”. Incluso, podría haber restricciones a los ahorros bancarios, para asegurar la compra de LETES y CETES al gobierno.
Estas medidas agravarán las condiciones de vida de los sectores populares y capas medias. Es probable que las “medicinas amargas” alivien un síntoma de la enfermedad (la crisis de las finanzas públicas), pero empeorarán todas las demás (la inflación, la pobreza, la exclusión, la desigualdad).
Por eso, frente a las medicinas equivocadas de Bukele, las medicinas correctas serían, en primer lugar, reducir el gasto público, pero el que se despilfarra en propaganda, espionaje, asesores, lobistas, obras innecesarias y “eventos de primer mundo”.
En segundo lugar, eliminar el IVA a los alimentos básicos, medicinas e insumos agrícolas; establecer IVAs diferenciados para otros productos; y aumentarlo pero solamente a los productos suntuarios y bienes y servicios de lujo.
Y, en tercer lugar, aprobar una reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más”. Esta reforma debe incluir impuestos directos al patrimonio de los más ricos, a la gran ganancia empresarial, a las grandes transferencias financieras y otros tributos a los sectores pudientes.
Ojalá que la población haga caso omiso del terrible llamado a no quejarse y no protestar; y que -en vez de eso- se informe y se active contra estas equivocadas “medicinas amargas” y exija la aplicación de las medicinas correctas.
*Periodista y activista social.