Redacción Nacionales
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La comunidad marginal El Paraíso celebró el pasado 5 de agosto, junto a delegaciones de Comunidades Eclesiales de Base CEBs, el 50 Aniversario de la fundación y a la vez el nacimiento de la primera comunidad Eclesial de base.
Así lo dieron a conocer durante la actividad que también contó con una misa presidida por los Padres Abel y Trini, quienes, con música y cantos del conjunto parroquial de San Francisco de Asís, de Mejicanos, recordaron el legado de Pedro Declercq y de Rogelio Ponceele.
Además, participaron en esta celebración el histórico trovador “Piquín”, de la UCA, la Batucada de La Tencha y no se dejó de lado la reseña histórica que fue narrada por Nohemy, del Bajo Lempa.
El acto simbólico se dio cuando depositaron en el monumento, las cenizas del padre Pedro, que estaban en una pequeña caja de madera con cenizas del sacerdote que en el 2015 se entregaron a las 42 Comunidades que Declercq impulsó y acompañó durante su vida dedicada a la Teología de Liberación de los Pobres.
Carta desde Bélgica
Durante la celebración se recibió una carta desde Belgica, del padre Luis Van de Velde, quien reconoce el trabajo de las familias que se unieron para fundar la comunidad, bajo la inspiración de los sacerdotes de Flandes Occidental (Bélgica) Pedro Declercq, quien murió en el 2015, y Rogelio Ponseele, en la parroquia Cristo Salvador de la Colonia Zacamil.
En la carta citan las palabras de Declercq, que en su libro “La fe de un pueblo”, escribe lo siguiente:
“Teníamos que seguir unidos, entonces, para buscar un terreno adecuado en donde comenzar nuestra cooperativa de vivienda… Después de tantos esfuerzos aprendimos que debíamos seguir unidos y ahora solo un milagro nos podía salvar. Yo sabía que en mi país podría haber algún rey mago dispuesto a abrir sus cofres si les pedíamos. Me decidí. Escribí una carta a nombre de nuestra cooperativa. Y en dos meses llegó el dinero. Con él buscamos nuevamente el terreno… Nos alcanzó el dinero de los reyes magos para todo. Fue un milagro.
Y prosigue “Para la realización de nuestra cooperativa de vivienda tuvimos que limpiar el terreno y luego emparejarlo y lotificarlo. Para esta tarea necesitábamos topógrafos. Se solicitó apoyo a la Universidad. El decano envió a Chico, para que ayudara. Desde entonces, Chico ha sido el símbolo más claro de la entrega y del trabajo. No tenía día libre ni fines de semana. Durante meses estuvo midiendo y lotificando. Trabajaba con nuestra gente con pico y pala. No se cansaba. Todo era trabajo voluntario, pero lo asombroso era un desinterés generoso, sin cansarse. Perdió trabajos que le salieron. Elegía siempre el ayudarnos. Chico era un desafío para toda nuestra comunidad, Era una zara que ardía y no se quemaba. Por medio de ella Dios nos habló…. Viendo a Chico, Dios nos hizo comprender algo más. Chico no era de nuestra comunidad, sin embargo, trabajaba sin cansarse por nosotros. Entendimos lo que este signo quería decirnos y nos dio miedo. Como a Moisés. Entendimos que si nos quedábamos solos en nuestra cooperativa de vivienda seguiríamos encerrados en nosotros mismos. La entrega de Chico nos hizo descubrir una vocación más amplia: la de liberar al pueblo. A todo el pueblo.
“Construimos las viviendas. Y cuando lo hacíamos no sabía yo que de esta comunidad iban a salir después tantos “misioneros” que en otros lugares anunciaron a otros hermanos, aún dormidos, aún desunidos, los milagros que puede hacer la unión de los pobres.
“Chico era un desafío para el futuro. No bastaba alegrarnos por el ejemplo de Chico. Teníamos que trabajar más y mejor, quizá iniciando nuevas cooperativas. Cuestionamos toda nuestra vida delante de aquel signo y redescubrir nuestra vocación como misión: no cuidar ya más de las ovejas sino ir a donde el faraón para que dejara salir al pueblo salvadoreño de la injustica y la miseria.”
En la carta también recuerdan que siempre que el padre Pedro estaba en El Salvador, presidía la Eucaristía del 5 de agosto. Y una y otra vez eligió la historia de la zarza ardiente del libro del Éxodo y cada vez hablaba del ejemplo profético de Chico.
En cada ocasión, el padre Pedro hacía un llamamiento a las familias para que trabajaran juntas y por la unidad de la comunidad, siguieran el profético ejemplo de Chico: estar al servicio de la comunidad, hasta el final, y no se encerraran en sí mismas, sino que llevaran su alegría y esperanza de liberación a otras familias.
En estos 50 años de historia se demuestran que no ha sido una tarea nada fácil, ya que también la comunidad tiene sus mártires caídos durante los años de represión y de guerra.
Y señalan que pese a que hubo tentaciones, fracasos, este pasado 5 de agosto hubo celebración y fiesta, porque muchas comunidades eclesiásticas estaban allí.
“Que este 50 aniversario sea un recuerdo nuevo, estimulante y esperanzador para ellos en El Salvador y para nosotros aquí en Flandes”, finalizó la carta Van de Velde.
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