Tania Primavera
El lunes, hora del ocaso
durante el paseo con mi perra
caminando en las aceras
de la pequeña ciudad,
los destellos de estos atardeceres
en septiembre
me detuvieron a observar.
Eran colores oro, rosa, casi lila
iban envolviendo
la silueta del volcán de San Salvador,
pero los recuerdos
son vivos y un sentimiento brotó.
Caminamos esa vez
mi perra y yo
por la acera donde está el árbol de neem,
frente al sucio taller del mecánico
donde asoma un anciano.
Lo alcancé a ver de lejos
ni llegué hasta él,
mis lagrimas comenzaron a surgir
como gotas collares
joyas valiosas que traté de esconder,
pero estaba oscuro y no me importó y lloré.
Me trajeron aquella imagen
con mi madre y yo,
cortando las hojas de este precioso árbol
árbol medicina, árbol desconocido.
Y nosotras cortando hojas
llenando bolsas de tela
una mañana de domingo
Hoy, que mamá ya no está
porque está en algún lugar del cosmos
Solo quedan los recuerdos
mis recuerdos, de aquella vez
Y continuamos caminando
correa en mano con Lira
en el crepúsculo
mientras cambiaban los colores de los cielos
y yo, con mis gotas lágrimas collares
y el recuerdo del árbol de neem.
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