Marlon Chicas
El Tecleño Memorioso
En el marco de la próxima conmemoración de Semana Santa, viene a mi memoria la significativa labor en vida de un férreo defensor y promotor de la religiosidad popular en la Ciudad de Las Colinas.
Carlos Roberto Alvarado Peña (+ 11/03/2023) nieto de don Francisco Alvarado (+) exsacristán de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de esta localidad, quien acostumbró a recordar estas fechas, caracterizadas por el cantar de Chicharras, el sonar de matracas, los ramos de palma, el olor a incienso, velas, rezos y cantos expiatorios, que evocan la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
En sus añoranzas evocaba que, los viernes de Dolores, se profundiza en el sufrimiento de la Santísima Madre por el martirio de su amado hijo. El sábado de Betania, el encuentro de Jesús y Lázaro, procesionando junto a Santa Marta, San Juan y María Magdalena. El domingo de Ramos, honrando la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén entre aplausos y vítores de los feligreses.
El lunes santo con la procesión de Animas, simbolizado por un crucifijo, en cuya base aparecían Adán y Eva recordando el pecado original y la promesa de Dios de redimir al mundo; sin faltar el cortejo de la Virgen Santísima, María de Magdala y San Juan. El martes santo con Jesús en el huerto y en la cárcel, repitiendo durante la noche, “Jesús está en esta cárcel de pena, y no le queda más consuelo, que escuchar el ruido de sus propias cadenas”, dejando caer un eslabón sobre unas láminas. El miércoles santo dedicado a los Intercesores, dirigidos por San Pedro, acompañado de Jesús atado a la columna, Jesús de la humildad, y Jesús Nazareno, así como de la Virgen de Dolores, María Magdalena, y San Juan apóstol.
El jueves santo principio del Triduo Pascual, prohibiendo a niños y adultos gritar, correr, escupir, entre otras contravenciones; la Cena del Señor, la procesión del Silencio exclusiva para hombres, cargando una enorme cruz de madera y entonando cantos penitenciales, la visita de altares en las parroquias de la ciudad. El viernes santo con el Vía Crucis de la mañana, en la que Carlitos Hernández (+), entonó cantos expiatorios a lo largo del trayecto; los “Encuentros” de Jesús, con su Santa Madre, la Verónica y San Juan, culminando con la crucifixión del Señor al mediodía; la liturgia de la Pasión del Señor a la tres de la tarde, la elaboración de alfombras, y el Santo Entierro durante la noche y madrugada, dirigido por la Asociación de Caballeros del Santo Sepulcro, que eran coordinados por Juan Alvarado Portillo (+), quienes se ataviaban de hermosas prendas elaboradas por doña María Hipólita Molina de Alvarado (+).
El sábado santo con su procesión de la Soledad, la solemne Vigilia Pascual, el canto del “Gloria”, aprovechado por madres y abuelas para dar suaves flagelos a las pantorrillas de los infantes con el objetivo de hacerlos crecer, así como en árboles frutales con la intención de obtener buenas cosechas. El domingo de Resurrección con el Ángel del Farolito a las cuatro de la mañana, entre la algarabía del pueblo tecleño y el estallido de cuetes de vara.
Carlos Roberto Alvarado Peña se lleva consigo innumerables remembranzas de Semana Santa en la Santa Tecla del ayer, que quedaran en la eternidad. Un póstumo homenaje a su memoria y legado en la preservación de dichas tradiciones religiosas de la Ciudad de Las Colinas que tanto amó ¡Hasta siempre amigo y hermano!
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