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Redes sociales, posverdad y cultura: armas para la subversión contra Cuba

Danay Galletti Hernández (*)
La Habana/Prensa Latina

La actividad subversiva contra Cuba tiene, en los últimos tiempos, como protagonista a las redes sociales, en las cuales apela a la sensibilidad de la juventud y busca además silenciar la verdad y amplificar las mentiras.

Desde esas plataformas digitales emergen conceptos abstractos manipulados, carentes de argumentos y provistos de impulsos, instintos, emociones o reacciones afectivas, a juicio del presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto.

“Resulta, en cierta medida, más fácil difundir una falsa noticia con determinada carga emotiva pues, la mayoría de las veces, las personas no buscan contrastes con medios de prensa o fuentes creíbles. La campaña interna reciente apeló a esos recursos para tergiversar noticias e informaciones”, argumenta.

Desde el exterior, analiza el intelectual de la nación caribeña, las acciones estuvieron orientadas a opacar la realidad e incrementar las falsedades de los enemigos de la Revolución. De ahí que instituciones como la propia Casa de las Américas emitieran declaraciones frente a esas situaciones desestabilizadoras.

“Una de las ideas defendidas por el líder Fidel Castro es, precisamente, no mentir jamás ni violar principios éticos. Sin embargo, la falsedad es una de las armas de los detractores, sumado a la creación y financiamiento de una “disidencia” en el seno de la intelectualidad cubana”, explica.

Ese proceso también incluye organizarla, estructurarla y presentarla como una zona de la sociedad civil que, en apariencia, el gobierno de la Mayor de las Antillas ignora o no reconoce. Los periódicos y medios digitales emplean vías directas de pago, pues están en la nómina de organizaciones estadounidenses.

Pero, apunta Prieto, existen otros mecanismos como la entrega de premios o la publicación de libros. Recuerda entonces el caso tristemente célebre de Armando Valladares (1937), un poeta “supuestamente inválido tras los maltratos en prisión y que, en realidad, estaba preso por terrorista”.

Señala, asimismo, que el escritor era un expolicía de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959), “un individuo impresentable al cual de pronto convirtieron en el gran poeta de la disidencia por el prestigio que reviste esa palabra en Cuba y fuera de ella e, incluso, le publicaron el libro Desde mi silla de ruedas (1976)”.

¿POR QUÉ LA CULTURA?

La estrategia es convertir a personajes sin obra alguna en artistas relevantes, a juicio de Abel Prieto, como formas de ganar notoriedad que pueden resultar atractivas para personas sin principios y seducidas por un cinismo postmoderno.

“En el cumplimiento de su objetivo subversivo subestiman la fuerza y prestigio de nuestras instituciones culturales. Promovieron una campaña contra el ministro de ese sector, Alpidio Alonso, absolutamente despiadada, en la cual lo presentaban como un hombre violento, a partir de una provocación”, añade.

El presidente de Casa de las Américas -institución cultural de integración sociocultural con América Latina, el Caribe y el resto del mundo, con sede en La Habana- alude al acontecimiento del 27 de enero.

Declara dicho acontecimiento como un intento de show mediático frente al Ministerio de Cultura, manejado por sus protagonistas como un presunto diferendo entre creadores e instituciones cubanas.

Dos meses atrás, también ante esa institución gubernamental, cientos de jóvenes de diversas especialidades pidieron dialogar con sus directivos y, en respuesta al reclamo acontecieron varias reuniones convocadas por organizaciones como la Asociación Hermanos Saíz.

“En ellas participaron jóvenes teatristas, del mundo audiovisual y estudiantes de arte con el propósito de aclararles cualquier duda, recoger sus insatisfacciones y escucharlos. Pero los convocados para el 27 de enero no querían diálogo. Ese tipo de operaciones lo que necesita es el reflejo mediático”, expresa.

En su opinión, resulta más significativo lo que sucede al reflejar determinado acontecimiento que el suceso en sí, término acuñado por los especialistas como posverdad y definido por el diccionario de Oxford como “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”.

La cultura tiene un gran prestigio social, de ahí que una de las preocupaciones en este sentido sea, según Abel Prieto, la confusión respecto a artistas apócrifos relacionados con actitudes anexionistas. La política definida por Fidel Castro el 30 de junio de 1961 en sus Palabras a los intelectuales está ajena a cualquier sectarismo o dogma.

PALABRAS A LOS INTELECTUALES

Desde el discurso “Palabras a los intelectuales”, Fidel Castro suprimió el posible temor, prejuicio o suspicacia de que la Revolución asumiera la directiva de cómo escribir, pintar, componer o crear en el campo del arte. Dijo que solo podíamos renunciar a aquellos que fueran incorregiblemente reaccionarios”, advierte Prieto.

Sin embargo, recuerda, hubo una etapa en los años 70, bautizada por el crítico cubano Ambrosio Fornet como el quinquenio gris y caracterizada por una distorsión de la política cultural de unidad trazada por el líder de la Revolución cubana y manejada por personas mediocres, homófobas, dogmáticas y excluyentes.

“Palabras a los intelectuales” sentó las bases para un diálogo permanente entre los escritores y artistas con la institucionalidad, a excepción de ese paréntesis histórico suprimido definitivamente con la creación del Ministerio de Cultura, en diciembre de 1976 y la dirección del intelectual Armando Hart.

PATRIA Y VIDA, EL CAPÍTULO MÁS RECIENTE 

La juventud del país caribeño recibe una “lluvia incesante de mensajes de la industria hegemónica del entretenimiento y de las redes sociales, las cuales convocan al desconocimiento de la historia, llamado similar al realizado por el entonces presidente Barack Obama durante su visita a Cuba en marzo de 2016”.

“Detrás de eso existen laboratorios encargados de manera permanente de la elaboración de iniciativas para no dejar morir la idea de que existe un movimiento y lanzaron una canción a las redes titulada Patria y Vida que se contrapone a la declaración de principios de Fidel: Patria o Muerte”, indica.

Todo ello, refiere el también exministro de Cultura, está asociado al cambio de mandato en Estados Unidos; al temor de los grupos más extremos del estado de la Florida a un cambio en la política bilateral.

“Los grupos financiados en el exterior y en la Isla advierten que, si existiera de algún modo un acercamiento civilizado entre los dos países, eso supondría el fin de sus empleos y es, realmente, muy grotesco que una supuesta bandera de la vida sea levantada desde territorio norteamericano”, subraya.

Considera, además, que frente a ese “panfleto musical”, interpretado por los cantantes cubanos Yotuel Romero, Descemer Bueno, El Osorbo y El Funky, y el grupo Gente de Zona, está el ejemplo de los jóvenes en el archipiélago, frente a la pandemia Covid-19 desde centros de aislamiento y la zona roja.

“Son músicos populares y fueron seleccionados por eso. El tema posee un mensaje político abierto y sin matices. Resulta un cúmulo de consignas y una especie de balance, desde el resentimiento, de 60 años de Revolución, con insultos propios de la peor propaganda anticubana”, refiere.

Abel Prieto asegura que la sociedad cubana no se confunde con mensajes que violen los principios de la nación o planteen el anexionismo como premisa, y manifiesta que los enemigos no lograrán la tan ansiada por ellos fractura generacional.

*Jefa de la Redacción de Cultura de Prensa Latina

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