SANTIAGO/Xinhua
Por Cristóbal Chávez Bravo
La reducción de la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe muestra una “señal mínima de esperanza” respecto al escenario que azota al mundo, donde 735 millones de personas padecen hambre, afirmó el representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Mario Lubetkin.
El también subdirector general de la FAO explicó en entrevista con Xinhua que los factores que han determinado la inseguridad alimentaria en el mundo son los desequilibrios sociales, los efectos por el coronavirus, la crisis climática y la guerra.
“Han sido una ecuación de factores explosivos que no han modificado la situación”, señaló Lubetkin respecto a las cifras actuales del hambre en el mundo, que se mantuvieron respecto al año anterior y que no se han recuperado con relación al aumento sustancial del hambre que se empezó a dar después de 2019.
La FAO junto a otras agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) difundieron esta semana el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, conocido como SOFI en inglés.
El organismo, cuya sede regional está ubicada en Santiago de Chile, señaló en su informe que más de 122 millones de personas más se enfrentan al hambre desde 2019 debido a múltiples crisis.
En medio de este complejo escenario, Lubetkin comentó que en América Latina y el Caribe si bien no puede afirmarse un cambio de tendencia, sí observó que los datos de este año muestran “una señal mínima de esperanza”.
“América Latina y el Caribe es la única región que aparece reduciendo un poquito, pero reduciendo los números de hambre”, dijo el representante de la FAO.
“Reitero, no es una tendencia, porque la tendencia es la suma de varios años, pero es un primer dato de detención e incluso de pequeña disminución de una tendencia ascendente de hambre que viene al menos del 2014”, agregó.
De acuerdo con el informe de la ONU, América Latina y el Caribe pasó de tener una inseguridad alimentaria del 40,3 por ciento en 2021 al 37,5 por ciento en 2022.
“Eso es, digo yo, una señal esperanzadora, lo que esperemos que se transforme en una tendencia definitiva en los próximos años”, recalcó.
“Los datos son, de cualquier manera, sustancialmente alarmantes porque todavía el 6,5 por ciento de la población de la región, o sea, más de 43 millones de personas pasan hambre. Si bien en este año, según nuestros datos, ha disminuido en unos dos millones de personas que pasan hambre”, indicó.
El entrevistado subrayó que también se debe analizar a detalle la manera en que se comporta América Latina y el Caribe.
“Nosotros vemos un escenario en Sudamérica más positivo. Sin duda es la zona donde mejor se ha verificado un pequeño cambio de tendencia, menos del 1 por ciento, pero importante en relación a lo que podríamos definir otras dos subregiones en la región”, mencionó.
Agregó que en América Central ven un escenario similar al año anterior, pero lamentó el estado en el Caribe, donde aumentó el hambre.
“Y eso lleva a una reflexión importante, que es cómo la región misma actúa pensando el futuro a la luz de estos números para tratar de consolidar aquellos lugares donde empieza a haber una señal más positiva y ayudar sustancialmente a países, sobre todo de Centroamérica”, comentó.
“Y sobre todo focalizar cada vez más el esfuerzo en la zona más frágil que es el Caribe, particularmente Haití”, reflexionó el representante regional de la FAO.
Lubetkin explicó, además, que el mejor escenario en América Latina respecto a la inseguridad alimentario se debe, en gran medida, a la evolución positiva de los mercados laborales que contrarrestaron el aumento de la inflación, en conjunto con las políticas de protección social.
Dijo que la subregión también aumentó los ingresos de exportación por el aumento de los energéticos, lo que “se ha traducido en mejoras de recursos del presupuesto público”, así como de las inversiones en agricultura y sistemas de distribución alimentaria.
La ONU difundió en su informe que la meta de “hambre cero” propuesta de aquí al 2030 supone un “reto abrumador” e incluso se prevé que casi 600 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030.