Luis Colato
Los que somos mayores recordamos un programa corto llamado Pregón que en décadas pasadas el Dr. Bukele Kattan, padre del actual ejecutivo realizaba.
Aquellos programas de carácter educativo, de apenas unos minutos, tuvieron por interés el abordaje de temáticas de provecho general, desde la óptica de la constitución, los cuales el Dr. Bukele abordó siempre de manera objetiva.
Uno de esos tantos programas tocó precisamente el tema que nos ocupa, en apenas unos cuantos y magistrales minutos: la reelección presidencial.
En aquella edición recordó el tenor constitucional reseñado en los artículos: 88, 154, 248 inciso cuarto y 87 inciso primero.
El artículo 88 señala que la alternatividad en el ejercicio presidencial es sustento de la forma y sistema político que nos rige.
El artículo 154 recuerda que el ejercicio presidencial es de cinco años, comenzando y concluyendo el primero de junio y sin poderse ejercer la primera magistratura un día más.
El artículo 248 inciso cuarto estipula que los artículos de la Constitución referidos a la forma y sistema de gobierno, como al territorio y la alternatividad, no podrán ser reformados.
El artículo 87 inciso primero reconoce a la población el derecho a la insurrección cuando se atente contra la estabilidad institucional habiéndose violentado cualquiera de estos artículos.
Aquel episodio concluyó con una frase relevante para todos nosotros: “La Constitución es la base de nuestra Democracia, y esta es la base de la Paz” – FESPAD.
Ahora bien, la constitución que nos rige implica la serie de normas que determinan lo que podemos o no hacer, por lo que determina una suerte de baremo que nos permite navegar socialmente, estableciendo nuestros márgenes, entiéndase derechos y deberes, como ciudadanos.
Ello implica que esta no es una herramienta que podemos interpretar de manera antojadiza y elástica, sino de manera objetiva para no desviarnos de su tenor.
Por cierto, que esa, la de interpretar caprichosamente a la misma es una costumbre de gestiones populistas de derecha, que es patente en las medidas adelantadas desde siempre para asegurar una mayor concentración de riqueza, que por ejemplo históricamente han evadido sus obligaciones constitucionales como fiscales para así incrementar su poder e influencia.
Ahora no es distinto.
Desde la iniciativa impulsada por la vicepresidencia para modificar la constitución, advertimos venir la candidatura de su facción en las presidenciales venideras del actual ejecutivo, que no delegó en ninguno de sus cercanos, pues como él, ninguno ostenta credenciales que lo califiquen para el proyecto.
No, este es un papel que desea para perpetuarse en el cargo, con total menosprecio constitucional y en el ánimo de seguir favoreciendose como a sus cercanos, del estado.
Parte del problema no solo lo es la vejación constitucional, también los crímenes que acumula para así lograrlo, pues no solo pacta con criminales para garantizar influencia en los territorios, desviar recursos financieros en su favor y corromper al estado, como sumar la muerte en detención de decenas de ciudadanos, algo más de ochenta a la fecha.
Y ellos, como esta afrenta, no quedarán impunes.