Por Jorge Petinaud Martínez
Corresponsal de Prensa Latina en Rusia
Como en la novela de Robert Louis Stevenson «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde», treatment el referendo independentista de Crimea provocó en los gobernantes de Kiev una transición inmediata de la postura negociadora hacia las amenazas antirrusas.
La obra literaria fue un éxito editorial desde su publicación en Londres (1886) por ser una representación vívida de un trastorno psiquiátrico que provoca en una misma persona dos o más identidades con carácter opuesto.
El referendo realizado con la participación de un millón 274 mil 96 votantes (83,1 por ciento del padrón) concluyó con el 96,77 por ciento de respaldo a la separación de la península en relación con Ucrania y su adhesión a Rusia como sujeto territorial.
Su efecto en el primer ministro interino de Ucrania, Arseniy Yatseniuk, resultó el mismo de la pócima misteriosa inventada por el circunspecto doctor Jekyll para transformarse en el vicioso y misántropo señor Hyde.
Yatseniuk abandonó en la misma fecha del referendo la compostura diplomática que le caracteriza y asumió un inusual tono amenazador contra las autoridades crimeas, reacias a reconocer a los gobernantes de Kiev tras el derrocamiento del presidente electo, Víktor Yanukóvich.
Visiblemente irritado por el ejercicio comicial en la península sur oriental de Crimea, el jefe provisional de Gobierno advirtió que las autoridades hallarán a los provocadores que hicieron caso omiso de la integridad de Ucrania.
Ese referendo no es legítimo y bajo la dirección escénica de la Federación Rusa se asemeja a un espectáculo circense, espetó el ex canciller del Gobierno de Yulia Tymoshenko en declaraciones reflejadas por el canal 24 Horas.
Vamos a encontrarlos a todos en uno o dos años y los juzgaremos en los tribunales ucranianos e internacionales. La tierra arderá bajo sus pies, haremos todo lo posible para que cada uno de ellos, que se sienten protegidos por la Federación de Rusia, sea castigado, enfatizó.
No habrá lugar en el mundo donde se sientan libres, y Rusia no los podrá proteger, advirtió el joven político, cuya incasable capacidad negociadora con el respaldo de Occidente frente a Yanukóvich fue resaltada por la prensa mundial hasta la víspera de la defenestración del mandatario.
La subsecretaria de Estado norteamericana para Europa del Este, Victoria Nuland, reconoció en una conversación filtrada en Internet durante las protestas en Kiev el talento diplomático de Yatseniuk e insistió en que era el elegido de Washington para gobernar en Ucrania.
En su intervención ante los ministros, el jefe de Gobierno nombrado por un Parlamento ocupado y vigilado por efectivos neonazis del bloque Sector Derecho, anunció que el gabinete establecerá un fondo de reserva de unos 850 millones de dólares para reforzar la defensa del país.
Tal decisión implicará una reducción de otros programas aprobados en el presupuesto de 2014, en particular los sociales, anticipó el tecnócrata partidario de los recortes neoliberales.
Yatseniuk pareció dirigirse a sus antiguos aliados de Maidán (epicentro de las protestas que desembocaron en el derrocamiento de Yanukóvich) cuando resaltó que quien quiera defender al país debe registrarse en la Guardia Nacional.
Todos los otros que caminan por las calles con armas de fuego violan la ley, sostuvo en un tácito reconocimiento a la ola de persecuciones y violencia desatada por los neonazis en toda Ucrania tras la imposición del autodenominado «Gobierno de vencedores».
Reiteró que existen centros de entrenamiento, donde se entregan armas legítimas. Hay oportunidad para defender al país por medio del orden legal, insistió en mensaje solapado a la otrora tropa de choque de Maidán.
Estos destacamentos extremistas resultaron decisivos en la ocupación por la fuerza del Parlamento, la sede del Gobierno y la Administración Presidencial, con saldo de más de 80 muertos durante las protestas que desembocaron en la defenestración de Yanukóvich.
Previamente, el Ministerio de Interior y el Servicio de Seguridad de Ucrania alertaron sobre el caos imperante en el país con una agudización de la delincuencia y los asaltos, e instaron a la ciudadanía a entregar las armas de fuego no registradas.
Chantaje contra occidente
El jefe del bloque neonazi Sector Derecho, con destacada participación en la defenestración de Yanukóvich, Dmitri Yarosh, advirtió que sus efectivos destruirán los gasoductos que alimentan a Europa con hidrocarburo ruso en caso de conflicto armado con Moscú.
Citado por la agencia ucraniana UNN, Yarosh amenazó con destruir las tuberías que permiten a Rusia «lucrar con el trasiego de gas y petróleo» hacia el Viejo Continente, dependiente casi en un 25 por ciento de los carburantes rusos.
Líder de una de las fuentes principales de las que se nutre la Guardia Nacional recién creada, el político extremista exigió que el Ejecutivo ucraniano instituya urgentemente el cuartel general del Mando Supremo y decrete movilización nacional.
Demandó, asimismo, la reubicación de las armas en el interior del país y que se garantice suministros de equipos de combate procedentes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Recientemente, el Comité Nacional de Investigación de Rusia (CNI) anunció la apertura de un expediente judicial contra Yarosh por su incitación a los actos de terrorismo en territorio ruso y estableció una orden de captura internacional contra este jefe de la tropa de choque de Maidán.
El político ucraniano de extrema derecha es acusado de incitar públicamente a acciones terroristas con el empleo de los medios masivos de comunicación, argumentó el portavoz del organismo, Vladimir Markin.
Dijo Markin, citado por la agencia ITAR-TASS, que el jefe de la organización ucraniana ultranacionalista exhorta abiertamente a sectores antirrusos a acciones violentas y al terror en territorio de la Federación.
Oleg Tyagnibok, líder de la fracción parlamentaria ultranacionalista ucraniana Svoboda (Libertad), se sumó igualmente al chantaje contra sus patrocinadores occidentales en el derrocamiento de Yanukóvich al afirmar que políticos ucranianos evalúan el retorno de Kiev al estatus de potencia nuclear.
O nuestros garantes nos proporcionan seguridad, o nos reservamos el derecho de defendernos por todos los medios posibles. En el aspecto técnico volver es difícil, pero en primer lugar es la garantía de seguridad, dijo en rueda de prensa, citado por la agencia Ukrinform.
Ucrania se adhirió al Tratado de No proliferación de Armas Nucleares el 16 de noviembre de 1994, y el 5 de diciembre de 1996 firmó el llamado Memorando de Budapest con los cinco países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU como garantes.
Ante las amenazas de Yarosh y Tyagnibok, rostros más visibles de las fuerzas extremistas ucranianas contra esferas sensibles como las centrales electronucleares y los gasoductos que alimentan a Europa, Kiev encomendó su custodia a la recién creada Guardia Nacional.
La ley aprobada recientemente para crear ese cuerpo armado, subordinado al Ministerio de Interior, define como sus fuentes básicas los remanentes de esa cartera fieles a los nuevos gobernantes y miembros de la tropa de choque de Maidán (epicentro de las protestas contra Yanukóvich).
El bloque Sector Derecho (de Yarosh) y Svoboda (encabezado por Tyagnibog) son precisamente las fuerzas que controlan esos grupos violentos, por lo cual existe desconfianza hacia este supuesto cuerpo del orden en Crimea y en otras regiones del sur y el este con mayoritaria población rusoparlante.
Crimeos deciden su destino
El primer ministro interino Yatseniuk reconoció tácitamente la forma ilegítima en que llegaron al poder los actuales gobernantes de Kiev al criticar a las autoridades rebeldes de Crimea.
«No existe ningún poder en Crimea, se trata de un grupo de delincuentes que se apropiaron del poder de manera inconstitucional».
Como respuesta, los líderes de la hoy independiente Crimea argumentan que la violación del acuerdo firmado el 21 de febrero por Yanukóvich y líderes opositores con Alemania, Francia y Polonia como garantes, facilitó el derrocamiento por la fuerza del presidente electo y su posterior destitución sin tener en cuenta la Constitución.
En una cámara legislativa vigilada desde la mira de los fusiles de la tropa de choque de Maidán, se restableció sin debate la Ley Básica impuesta en 2004, durante la revolución naranja auspiciada por Occidente, y fue designado el nuevo jefe de Gobierno y su equipo ministerial.
Vinculada a Rusia desde 1783 por un decreto de la emperatriz Ekaterina II (1783), la península crimea tuvo estatus de República Popular tras la Revolución de Octubre, y en 1918 adoptó el nombre de República Socialista Soviética de Tavrida dentro de la Federación eurasiática.
Fue ocupada por la contrarrevolución y recuperada con posterioridad por el Ejército Rojo, y convertida en 1921 en República Autónoma Soviética de Crimea.
Perdió su estatus autonómico en 1945, cuando pasó a formar parte de la Federación como una región, mientras que en 1948 la ciudad de Sebastopol, sede de la Flota rusa del mar Negro, obtuvo rango de centro administrativo y económico independiente.
Una iniciativa del jefe de Estado Nikita Jrushov, aprobada por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, cedió Crimea en 1954 a la entonces República Socialista Soviética de Ucrania.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, la península adoptó una declaración de soberanía por la cual se restituyó la República Autónoma Socialista Soviética, como resultado de un referendo.
Al aprobarse una nueva Constitución (1992), el territorio pasó a denominarse República de Crimea, con la nueva figura del presidente, hasta que en 1995 Ucrania tomó control de la región y fueron abolidas todas las instituciones surgidas hasta esa fecha.
Una nueva Carta Magna (1998) definió al territorio como República Autónoma de Crimea dentro de Ucrania.
Durante las elecciones presidenciales de 2012, el Partido de las Regiones, de Yanukóvich, obtuvo en la península un respaldo de 61,13 por ciento en primera vuelta y 78,24 en la segunda ronda.
Destituido el mandatario por el golpe de Estado anticonstitucional en Kiev, el Consejo Supremo (Parlamento) nombró el pasado 27 de febrero a un nuevo primer ministro, en desconocimiento a las autoridades golpistas.
Con posterioridad, por votación unánime convocaron a un referendo para el 16 de marzo sobre el estatus de la república y adoptaron una declaración de independencia, unido a una petición de adhesión a Rusia, aprobada finalmente por el 96,77 por ciento de los electores.
Muchos obstáculos debieron ser vencidos para llegar a este momento, desde la amenaza militar contra la península, el intento de disolución desde Kiev del Parlamento crimeo, el bloqueo del servidor del registro electoral y hasta un ataque cibernético desde Estados Unidos al sitio oficial del referendo.
Washington presentó un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para prohibir el ejercicio comicial, pero Rusia lo anuló mediante su derecho al veto.
Como última maniobra, el 13 marzo la Suprema Rada (Parlamento ucraniano) aprobó la designación de un nuevo Tribunal Constitucional, y 24 horas después este jurado se apresuró a considerar ilegal el referendo por no incluir a todas las regiones de Ucrania.
En respuesta, el Parlamento crimeo destacó el antecedente de Kosovo al aprobar en sesión extraordinaria una declaratoria independentista, como paso previo a la celebración del ejercicio comicial sobre el estatus de la región.
«Tomando en consideración la confirmación del estatus de Kosovo por la Corte Internacional de Justicia de la ONU del 22 de julio de 2010, que afirma que la declaración unilateral de independencia de una parte del Estado no viola ninguna norma internacional, tomamos esta decisión», expresaron los parlamentarios.
El recién nombrado primer ministro de Crimea, Serguei Aksiónov, solicitó el 1 de marzo asistencia al presidente Vladimir Putin para garantizar la paz y la seguridad en el territorio de la península sede de la Flota rusa del mar Negro.
Su solicitud tuvo lugar tras un fallido intento de ocupación de la sede del Ministerio de Interior territorial esa madrugada por fuerzas de la denominada autodefensa de Maidán enviadas por políticos de Kiev, con saldo de varios heridos.
Tal intento, denunció un comunicado de la cancillería rusa, demuestra que algunos círculos políticos en Kiev tienen la intención de desestabilizar la república autónoma.
En respuesta, Putin invocó la situación extraordinaria que vive Ucrania y remitió al Consejo Federal (Senado) una propuesta de envío de fuerzas militares rusas a ese país hasta que se establezca la normalidad.
Precisa el mandatario que «en virtud del punto «g» de la primera parte del artículo 102 de la Constitución rusa, presento ante el Consejo de la Federación la petición de utilizar las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en territorio de Ucrania».
Al referirse al término de la operación propuesta en su solicitud a la cámara alta rusa, Putin sugiere que se mantenga «hasta la normalización de la situación sociopolítica en ese país».
De inmediato, la Duma estatal (cámara baja parlamentaria rusa) y el Senado aprobaron resoluciones con la solicitud al jefe del Kremlin de enviar tropas a territorio ucraniano para proteger las instalaciones de la Flota del mar negro en Crimea y las vidas de sus connacionales.
Pese a críticas mediáticas, una escalada de sanciones por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, así como amenazas en el plano político y militar por Washington y la OTAN, Moscú ha mantenido una postura vertical respecto a la situación en Ucrania.
Un grupo de políticos rusos fueron incluidos en listas de sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), en represalia por la postura de Rusia ante el golpe de Estado en Kiev aupado por Occidente y su apoyo a la rebelde Crimea.
La Casa Blanca anunció, al igual que la UE, que podrían ampliarse las represalias contra Moscú si continuaba su apoyo a Crimea, cuyo Parlamento declaró el 17 de marzo la independencia unilateral de Ucrania y proclamó el territorio de la península, incluida la ciudad de Sebastopol, Estado soberano.
Sin dejar de dialogar con sus pares de Estados Unidos y los países europeos, Putin y el canciller Serguei Lavrov rechazan el doble rasero occidental sobre Ucrania y exigen el cumplimiento de los acuerdos firmados el 21 de febrero por el depuesto presidente Yanukóvich y líderes opositores, como salida a la crisis en esa nación.
Moscú reconoce como único interlocutor legítimo del país vecino a Yanukóvich y rechaza la mediación de Occidente para analizar las relaciones ruso-ucranianas deterioradas tras el golpe de estado en Kiev y la imposición de poderes ilegítimos.
Desde el punto de vista militar, el Kremlin ha respondido a un auge de la presencia de fuerzas de la OTAN en las cercanías de sus fronteras, incluido el mar Negro, con la movilización de más de 150 mil efectivos de todas las armas en el centro y oeste de su territorio.
Igualmente ha realizado demostraciones de la efectividad de su armamento estratégico, que la prensa internacional interpreta como una advertencia a sus interlocutores.
La cancillería rusa informó el 17 de marzo, en un comunicado, que propuso a Washington y la UE formar un grupo compacto de asistencia externa a Ucrania con integrantes aceptables para todas las fuerzas políticas del vecino país.
Reclama Exteriores que el grupo debe comprometerse a respetar los intereses del multiétnico pueblo de Ucrania, apoyar las aspiraciones de todas las regiones del país de vivir en seguridad según sus tradiciones y costumbres, y usar libremente su lengua materna.
Insta a reconocer y respetar el derecho de Crimea de determinar su destino, de acuerdo con los resultados del referéndum del pasado 16 de marzo, y llama al parlamento de Ucrania a preparar una nueva Constitución federal «con una representación igual de todas las regiones ucranianas.»
Aboga el texto por el reconocimiento del ruso como segundo idioma oficial de Ucrania, y propone fijar el estatus de neutralidad de Kiev en una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuyo cumplimiento es obligatorio.
En este contexto, el Centro Nacional de Estudios de Opinión Pública de Rusia informó que el 71,6 por ciento de los ciudadanos (cifra récord en tres años) aprueban la gestión del jefe del Kremlin.
La encuestadora atribuye ese pico en la curva de respaldo al líder ruso al manejo por Putin de la crisis en Ucrania y al éxito de los Juegos Olímpicos y paralímpicos de Sochi 2014.