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Reflexión ecofeminista y teológica sobre el agua

M. Pau Trayner Vilanova 

Del Colectivo de Mujeres en la Iglesia por la Paridad, Cataluña

Tomado de Agenda Latinoamericana

Hace treinta años estuve en Nicaragua colaborando en un proyecto para construir una escuela en San Francisco Libre. En un momento dado faltaba agua para el cemento y yo fui a buscarla a la fuente más cercana con un par de baldes. Al regresar cargada, pedí ayuda a un chico. Se quedó parado delante de mí, me miró de arriba a abajo, y me dijo convencido: ¡Eso es cosa de mujeres!. Esta afirmación me ha hecho pensar mucho. He leído, he buscado, he preguntado y, poco a poco, he descubierto que en determinadas culturas todavía es así. He profundizado qué pasa en las sociedades que diferencian tanto las actividades y responsabilidades masculinas de las femeninas. Repasando el Evangelio de la samaritana (Juan 4,1-42), comprendí que seguramente muchas culturas asocian el agua a las mujeres. De repente entendí que la sociedad manipuló las vidas dando valores diferentes a lo que hacen las personas según sean hombres o mujeres, infravalorando siempre las actividades atribuidas a la feminidad. Eso se ha visto con el agua a pesar de ser un bien muy valorado y necesario, tanto para nosotros, mujeres y hombres, como también para la misma tierra capacitándola para dar frutos. En el diálogo cerca de un pozo entre la samaritana y Jesús hay un trasfondo teológico y simbólico: de la contingencia se pasa a la trascendencia. Hay un acercamiento entre personas de diferentes orígenes y condiciones que supera prejuicios. Una conversación que nos ayuda a entender el significado de nuestra vida. Por otra parte los discípulos, que llegaron al pozo más tarde, no se interesaron por lo que el Maestro había hablado con la mujer. El hecho refleja que pocas veces se nos ve cuando hacemos “nuestra tarea” y todavía menos se nos reconoce que la hacemos. Pero Él ya había insistido con sus actuaciones cuál era el objetivo final de su misión aquí en la tierra: hacer la voluntad del Padre y ser consciente del valor de la tierra y entender qué se debe respetar, a pesar de velar para que la transformación de la tierra dé su fruto. Por encima de todo, este texto, nos enseña que todos somos iguales ante Dios. Hoy, en pleno s. XXI, ya hace tiempo que hemos aprendido a leer con libertad los evangelios donde encontramos muchos caminos nuevos que nos orientan para poder ver, y vivir gozando, lo que se debe hacer para transformar el mundo en el Reino, e ir descubriendo cómo las cosas más sencillas son las que nos muestran donde están los verdaderos valores que dan sentido a la vida. Y así, el descubrimiento del agua viva nos enseña que la fecundidad de la tierra, regada con agua, salva la riqueza del ecosistema y posibilita poder gozar de la grandeza de la creación, de nuestro planeta. Si acarrear agua, como decía el chico nicaragüense, es cosa de mujeres, podemos descubrir en todas las culturas, como nosotros usamos esta agua a lo largo de nuestra existencia. Démosle la vuelta en positivo y valoremos el sentido de una tarea básica. En los inicios de la historia, ya fuimos las mujeres las que nos ocupábamos de la comida, y por eso se emplazaron las primeras viviendas y los primeros huertos cerca de los ríos. La vida entorno del agua: para la limpieza de la casa, de la ropa y del cuerpo, también utilizamos el agua. Actualmente los malos usos del agua han provocado contaminación y despilfarro. Se debe rectificar. Ecología, feminismo y agua siempre han tejido los espacios que los humanos han escogido para vivir, pero como símbolo de la verdadera vida. Tengamos presente que nuestro cuerpo es el que lleva las nuevas vidas al mundo y, por eso, podemos atrevernos a decir que uno de los símbolos que más nos representa es el agua. He tardado mucho en entender aquella afirmación del chico nicaragüense que me chocó tanto. Seguro que él ni la recuerda, pero nuestras palabras son como las semillas que esparcimos gratuitamente alrededor del mundo y siempre dan fruto. “El agua es cosa de mujeres” y las mujeres, si la tomamos como uno de nuestros símbolos podemos decir que el agua: da vida, se adapta a todos los recipientes, limpia, es transparente, satisface la sed y otras necesidades del cuerpo, se puede mezclar con líquidos aceptando la diversidad de composiciones, incluso las químicas, es un bien universal deseado por toda la humanidad, es gratuita, adaptable, portadora de vida.

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