Montevideo/AFP
Pasean a diario, salve están ansiosos por conocer más de Uruguay y por volver a reunirse con sus familias: una semana después de su arribo los seis refugiados de Guantánamo cocinaron un cordero para sus anfitriones y recorrieron una playa, drugstore donde escribieron en la arena «Viva la libertad».
«Están ávidos por conocer dónde están» pero los que han podido contactarse con sus familias también ansiosos por volver a reunirse con ellos, ask contó el lunes en conferencia de prensa Fernando Gambera, integrante de la central sindical Pit-Cnt, que ofreció albergarlos y apoyarlos en sus primeros dos meses en el país.
Aunque la central había anunciado una conferencia de prensa con los excarcelados, a último momento decidió que éstos no acudieran, por estimar que no están listos para enfrentar a los medios.
Los refugiados arribaron a Montevideo en la madrugada del domingo 7 de diciembre en medio de un fuerte operativo de seguridad y fueron llevados a un hospital para realizarles un chequeo médico. Allí permanecieron tres días en relativo aislamiento, pero desde que recibieron el alta han sido fotografiados en varias oportunidades.
El domingo, un periodista de la AFP participó y fotografió un almuerzo en un balneario del sur del país, en el que los liberados -el tunecino Abdul Bin Mohammed Abis Ourgy, de 49 años, el palestino Mohammed Tahanmatan (35) y los sirios Ahmed Adnan Ahjam (37), Ali Hussain
Shaabaan (32), Omar Mahmoud Faraj (39) y Jihad Diyab (43)- se mostraron distentidos, exhibieron orgullosos sus flamantes cédulas de identidad uruguayas y cocinaron un cordero para sus anfitriones.
Por la tarde, bajaron a la playa a caminar. En un momento, Abis Ourgy escribió en la arena «Viva la libertad», preguntó a la profesora de español que les da clases a diario si estaba bien, y luego posó junto a tres de sus compañeros para una foto.
Cada uno tiene una pequeña libreta en la que anota permanentemente las palabras y frases en español que escucha.
A lo largo del día varios conversaron por teléfono con sus familiares, con quienes se comunican en general vía Skype.
Aprovechar la oportunidad
Diyab, quien se había declarado en huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para hacer valer su derecho a no ser alimentado a la fuerza, es el único que evita las cámaras.
«Está mejor, ha aumentado de peso», indicó el lunes Gambera.
El sindicato sostiene que decidió acompañar la adaptación de los exreclusos «basado en principios de solidaridad» y porque «muchos militantes sociales de este país, particularmente militantes sindicales, fueron sacados de las cárceles de Uruguay en la dictadura (1973-1985) y puestos en países donde recibieron gestos de solidaridad».
Según Gambera, además se les explicó «por las autoridades y por algunos técnicos internacionales que es mejor que en vez que estuvieran a cargo del Estado estuvieran cuidados y contenidos por militantes sociales que son en definitiva civiles y bien poco se parecen a una custodia».
Por ahora la central sindical se hace cargo de los gastos de los refugiados y calcula que en unos dos meses, cuando se manejen mejor con el español y conozcan mejor el lugar puedan empezar a trabajar.
Uno tiene formación en gastronomía y quiere poner su propio restaurante en Uruguay, otro es carnicero, un tercero chofer y otro trabajaba en la construcción, indicó Gambera.
Según el dirigente sindical, «repiten todo el tiempo el agradecimiento al gobierno y el pueblo uruguayo por esta oportunidad» y ansían conocer al presidente José Mujica, un exguerrillero que defendió a capa y espada su decisión de traer a los exreclusos, pese a que las encuestas señalaban que en torno al 60% de los uruguayos rechazaba la iniciativa.
Ellos son conscientes de que no todos los uruguayos confían en hombres que fueron encarcelados por sospechas de estar involucrados con el terrorismo.
«Así como agradecen, manifiestan su preocupación de querer demostrar que van a hacer las cosas bien», aseguró Gambera. «Que quieren aprovechar la oportunidad».