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La región de América Latina y el Caribe es la más afectada por la pandemia del Coronavirus (COVID-19) y también la más dañada en términos económicos y sociales. Esto se debe a factores estructurales que prefiguraron su disfuncional estilo de desarrollo.
Por ello, la reactivación económica deberá cursar, a la par, significativas reformas estructurales productivas, fiscales e institucionales, para avanzar en la configuración de un nuevo estilo de desarrollo inclusivo y sostenible.
Así lo señalan Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y Mario Cimoli, secretario ejecutivo adjunto del organismo regional de las Naciones Unidas, en un artículo conjunto titulado: “Asimetrías estructurales y crisis sanitaria: el imperativo de una recuperación transformadora para el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe”, ambos autores analizan los factores estructurales que explican por qué esta crisis pandémica tuvo mayor incidencia sanitaria y socioeconómica en esta región.
En su artículo, Bárcena y Cimoli explican que la pandemia emerge en la región en el marco de tres crisis estructurales: una crisis social que se refleja en los altos niveles de desigualdad; una crisis económica que se observa en el bajo crecimiento y el rezago tecnológico de la región frente a los países avanzados y (cada vez más) frente a algunas economías asiáticas; y una crisis ambiental que se evidencia en la pérdida de biodiversidad, bosques y aguas, y en la tendencia al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La estrategia de cierre de estas tres brechas (económica, social y ambiental) fue calificada por la CEPAL como una recuperación transformadora para el desarrollo sostenible, es decir, una estrategia que combine la recuperación económica con la superación del estilo de desarrollo vigente.
En una perspectiva de mediano y largo plazo, los autores recuerdan que la CEPAL plantea que el desarrollo sostenible en los ámbitos social, económico y medioambiental no es algo que los mercados no regulados puedan lograr por sí solos.
Por lo que enfatizaron en que se requiere poner en marcha políticas públicas en diversas áreas y de manera simultánea en materias de innovación y actualización tecnológica; avanzar hacia un Estado de bienestar para apoyar el aprendizaje y la igualdad.
De igual forma plantean la necesidad de rediseñar los incentivos económicos entregados a la población, con el objetivo de fomentar la protección del medio ambiente, y aplicar políticas macroprudenciales que brinden estabilidad y que promuevan la competitividad, y también políticas fiscales progresivas para la igualdad y el financiamiento de inversiones públicas y políticas sectoriales para fomentar la expansión de los sectores que son los principales impulsores de la sostenibilidad.
Asimismo, Bárcena y Cimoli indicaron que esta transformación requerirá pactos políticos que incluyan políticas fiscales expansivas, progresivas, eficaces y eficientes. “Se requiere de liderazgos que den mayores grados de certidumbre, que sepan construir alianzas, que ayuden a recuperar la política y el bienestar, promover la solidaridad entre las naciones, fortalecer la integración regional, cumplir las agendas internacionales, entre ellas la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y enlazar la emergencia con la recuperación”, enfatizan en su artículo.
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