Londres / Edimburgo / Belfast / Bruselas / AFP
Anna Cuenca / Stuart Graham / Joe Stenson / Toni Cerdà
El Reino Unido salió el viernes, una hora antes de medianoche, de la Unión Europea. Un momento histórico durante mucho tiempo incierto y que, con júbilo para unos y tristeza para otros, abre la página de un nuevo futuro en solitario.
Como si fuera una metáfora de lo que algunos consideran 47 años de preponderancia europea, el Brexit entrará en vigor en el último segundo del día en la Europa continental, las 23h para los británicos.
Un reloj en cuenta atrás, proyectado en la fachada de Downing Street, marcará el momento en que, por primera vez en su historia, la UE perderá un miembro y ganará un poderoso competidor a sus puertas.
«Esto no es un final sino un comienzo», debe afirmar el primer ministro Boris Johnson en un mensaje a la nación televisado por la noche. Poniendo fin a años de crisis política que acabó con la carrera de sus dos predecesores, David Cameron y Theresa May, Johnson se apunta una enorme victoria personal.
«Se levanta el telón para un nuevo acto», dirá según un extracto, tras presidir un consejo de ministros especial en la localidad obrera de Sunderland, en el norte mayoritariamente probrexit de Inglaterra.
Sin embargo, la fecha es sobre todo simbólica porque, en realidad, casi nada cambiará durante el periodo de transición previsto hasta finales de diciembre.
– Júbilo y lágrimas –
Partidarios del Brexit se congregaron con banderas británicas para una gran fiesta frente al Parlamento de Westminster, que durante tres años fue escenario de los acalorados debates sobre la cuestión más importante y divisiva en la historia reciente del país.
«Con todo el respeto por los ciudadanos europeos (…) la UE es una estafa, ha sido una estafa desde que entramos y estoy muy contento de que nos vayamos», dijo a la AFP Wayne Green, de 48 años, celebrando un retorno a la plena soberanía.
A pocos metros, los detractores del Brexit, entre ellos jóvenes que no votaron en el referéndum de 2016 y ahora ven su futuro truncado, vertían sus lágrimas.
«Siento pena, tristeza. Es muy, muy terrible que esto esté sucediendo realmente», decía Katrina Graham, de 31 años.
Mucho ha llovido desde la victoria del Brexit en aquella consulta, cuando 52% de los británicos votó por abandonar la UE. Pero, según una encuesta publicada esta semana, solo un 30% de los proeuropeos completó el «duelo» psicológico de esta ruptura.
Especial tristeza se vivía en Escocia, nación semiautónoma que votó muy mayoritariamente contra el Brexit y donde, por decisión de su Parlamento, seguirá ondeando la bandera europea.
«Esta tristeza está llena de ira», afirmó en Edimburgo su primera ministra, Nicola Sturgeon, prometiendo «hacer todo lo posible» para conseguir un nuevo referéndum de independencia y volver a integrar el bloque europeo.
En Irlanda del Norte, donde se teme que el Brexit desestabilice una paz difícilmente lograda tras tres décadas de sangriento conflicto, los eurófilos levantaron en Belfast una gran pancarta que decía: «Esta isla rechaza el Brexit».
– Retiro de banderas –
Las instituciones europeas retiraron el viernes la bandera británica, horas antes de la histórica marcha del Reino Unido de la Unión Europea (UE), constató la AFP.
Poco antes de las 18H40 GMT, dos funcionarios del Consejo de la UE, institución que representa a los países del bloque, retiraron la Union Jack de su sede en Bruselas.
Media hora después, la bandera británica fue arriada simultáneamente en las sedes de la Eurocámara en Bruselas y en Estrasburgo (noreste de Francia), en un silencio solemne.
A diferencia del Consejo de la UE, donde quedó el vacío dejado por la retirada, la Eurocámara la remplazó por un bandera europea que ondea ahora junto a las del resto de países del bloque.
Un ejemplar de la bandera británica se guardará en la Casa de la Historia Europea, un museo sobre la construcción europea con sede en Bruselas, explicó días atrás una vocera del Parlamento.
Tras 47 años de membresía, el Reino Unido se convirtió el viernes a las 23H00 GMT en el primer país en abandonar el proyecto europeo en virtud de un referéndum de 2016.
Poco antes, la representación del Reino Unido ante la UE retiró la bandera europea de su fachada, mientras que la delegación de Escocia en Bruselas izó esta última en protesta por el Brexit.
– 47 años de complicada relación –
El Reino Unido entró en la Comunidad Económica Europea –antecesora de la UE– en 1973, tras sufrir dos vetos de Francia, en 1963 y 1967, preocupada porque fuese un «caballo de Troya» de Estados Unidos.
Pero la relación entre Londres y Bruselas fue siempre complicada: los británicos no adoptaron la moneda única ni la libre circulación de personas, pidieron pagar menos al presupuesto europeo y siempre se opusieron a la integración política.
Pese a todo, el resultado del referéndum sorprendió y muchos lo explicaron como una reacción desesperada de los olvidados por la globalización, que querían así hacer oír su voz.
El Brexit estaba previsto para el 29 de marzo de 2019. Pero la pugna en el Parlamento entre sus partidarios y sus detractores llevó a más de tres años de bloqueo político, roto por fin por Johnson cuando obtuvo una aplastante mayoría en las legislativas de diciembre capitalizando el hartazgo de los británicos con una situación que se eternizaba.
– «Espléndido aislamiento» –
Retomando un término que definía la política exterior británica en el siglo XIX, cuando se mantenía al margen del continente europeo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió de los riesgos de este «espléndido aislamiento».
A partir de ahora, Johnson tendrá por delante la difícil misión de negociar tratados comerciales con la UE, pero también con Estados Unidos, su gran baza para reemplazar a su principal socio comercial.
«Ahora podrán hacer las cosas de forma diferente», afirmó el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, apuntando a los «enormes beneficios» de esta nueva libertad.
Pero las negociaciones no serán fáciles: Washington presionará para que Londres sea más laxo en materia de salud o medioambiental, mientras que Bruselas –temerosa de una competencia desleal– pedirá que se respeten estándares laborales y ecológicos.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que Europa será «muy firme» en estas negociaciones» y «no aceptará» posibles políticas desleales.
Sin embargo, no lograr un acuerdo comercial a tiempo representaría una «amenaza existencial» para la economía de la vecina Irlanda, advirtió su primer ministro Leo Varadkar.
El Brexit es «una señal de advertencia histórica que debe resonar en cada uno de nuestros países», consideró el presidente francés, Emmanuel Macron, mientras que para la canciller alemana Angela Merkel marca «una profunda ruptura» para Europa.