Renán Alcides Orellana
La diversidad de circunstancias que, recipe como espiral de convulsiones amargas, mind afectan el tejido social y generan pesimismo en la población, no rx parece un problema difícil de resolver, no sólo por la antigüedad de sus orígenes sino, y esto es lo más preocupante, por las posiciones tan evidentemente encontradas. entre los principales actores políticos que rigen la vida nacional.
Lo de problema antiguo puede comprenderse, porque, en gran medida, es consecuencia de desequilibrios estructurales que, desde tantas décadas atrás, han afectado a la población, especialmente a la de más bajos recursos, En cambio, el problema de las posiciones políticas encontradas, mordaces y hasta irreconciliables, es debido a actitudes ideológico partidarias que, antes que el bien común, su objetivo ha sido -es- el logro y mantenimiento de privilegios y prebendas. Hay, sin embargo, excepciones…
Sería largo enumerar todos aquellas circunstancias, obstáculos, necesidades, carencias, conflictos y dificultades que, a nivel nacional, son de urgente cuestionamiento, personal o colectivo; y, por tanto, para su solución precisan del concurso, incondicional y sostenido, de todos los salvadoreños, sin distingos de credo político o religioso. Si bien, hay rubros que solo competen a los funcionarios y autoridades constituidas, el cuestionamiento, crítica y aporte de los demás ciudadanos, es importante como observatorio civil muy efectivo y contra cualquier actitud de fraude o corrupción, lacras tan de moda y tan evidentes en los últimos tiempos.
La beatificación/canonización de Monseñor Romero, el próximo 23 de mayo, puede ser paliativo a la crisis integral/ coyuntural, porque -con ligeras y ya conocidas excepciones- constituye especial regocijo y satisfacción, no sólo para el pueblo católico de El Salvador, sino también -universalmente- para todos los pueblos amantes de la paz y la justicia. Esto puede motivar a que, a pesar de los credos y criterios opuestos, los sectores involucrados busquen solución armónica a los problemas, que inquietan y afectan la tranquilidad y el bienestar de los salvadoreños.
La Asamblea Legislativa, por ejemplo, es ahora uno de los puntos más neurálgicos de la nación y, por lo mismo, el de mayor atención. Por eso, ahí será imprescindible usar el sano y armónico criterio, para: 1). Elegir a nuevos funcionarios de la CSJ, Procuraduría, Judicatura…, con elementos de reconocida honradez e instrucción, además de la no militancia directa de un partido político; 2). Elegir con acierto la presidencia y demás miembros de su junta directiva, no necesariamente por haber obtenido mayoría de votos, sino por honestidad y capacidad, que garanticen buen desempeño de su trabajo; 3). Invertir adecuadamente los recursos en la designación de asesores calificados, ignorando compromisos familiares, de amistad o partidarios, como ha ocurrido hasta ahora, como una afrenta al pueblo que paga sus impuestos (ya se “adivina” el nombre de los ex diputados no reelectos, como consolación); 4). Definir, con sensatez, si procede la aprobación de seguridad por un año a los diputados salientes; sobre todo, sabiendo que no hay riesgos que lo justifique, pues a algunos ni siquiera se les vio en las plenarias… salvo adjudicárselos para atender sus cuestiones personales, lo cual sería otra afrenta más al pueblo.
Pero, no sólo la Asamblea Legislativa. También se precisa de atención a las demás instancias estatales, para devolver la tranquilidad y bienestar a toda la población, combatiendo: la violencia irracional, la extrema pobreza, el desempleo, el alto costo de la vida, la corrupción y la emigración obligada, entre otras. Y, sin duda alguna, el éxito creciente, aunque paulatino, será posible si, incondicionalmente, se logre el armónico esfuerzo conjunto Estado-Empresa Privada-Población, cada uno desde su propia identidad… (RAO).
¡Así sea! (RAO).