Licenciada Norma Fidelia Guevara de Ramirios
Aunque nieguen el mérito del presidente Salvador Sánchez Cerén de haber roto relaciones con Taiwán, para reconocer a la República Popular China en agosto de 2018 y establecer relaciones diplomáticas; este es ya un hecho de trascendencia histórica, que afortunadamente se reafirma con la reciente visita del actual presidente Bukele.
En los espacios internacionales se conoce la relación de algunos países (14 ahora), con la provincia de Taiwán como producto de la diplomacia del dólar, como un contrasentido con la historia y con decisiones de Naciones Unidas que reconoce que hay una sola China y a Taiwán como parte de su territorio.
Por otra parte, en el caso salvadoreño quedó demostrado en la investigación de una Comisión Especial de la Asamblea Legislativa, el uso ilegal de fondos donados por Taiwán, que fueron a parar a las cuentas del partido ARENA, así como la parcialidad que las autoridades de esa provincia tomaron durante el conflicto preparando cuadros en guerra política y el más rancio anticomunismo.
Mientras tanto, el mundo contemplaba que la República Popular China se transformaba en una potencia y desde hace años en la segunda economía del planeta, que en su política exterior no se conoce de intervenciones militares y que con quienes establece relaciones lo hace bajo principios de respeto a la soberanía, la cooperación para el desarrollo sin condicionamientos políticos.
Romper aquella atadura de nuestro país con la provincia de Taiwán, requería de valentía política para enfrentar, como efectivamente ocurrió, toda la resistencia de los partidos de derecha, las elites de la oligarquía, las que mantuvieron al país siempre cercado por sus posturas ideológicas y por la subordinación a la geopolítica estadounidense.
Todavía resuenan las voces de alarma de quienes veían la posibilidad de que el segundo gobierno del FMLN diera ese paso; en la práctica impidieron la aprobación de una ley para el desarrollo de la zona costera en el oriente del país, porque suponían que sería una plataforma para las inversiones directas de empresas chinas.
Y ahora frente a la visita del presidente Bukele refríen como nuevas noticias, los ataques que desde los grupos más conservadores y proteccionistas estadounidenses lanzaron contra empresarios de origen chino, repitiendo la vieja creencia de los tiempos de la dictadura en los que la propaganda introyectaba la imagen de una China atrasada que produce cosas de mala calidad; a lo que agregan ahora los temores propios de la guerra comercial de EE.UU. con quien creen lo sustituirá en un futuro cercano como primera potencia económica.
No es difícil suponer que el pragmatismo que priva en el actual Gobierno, le lleva a comprender que poco puede esperar de EE.UU. en materia de cooperación no reembolsable; y que bien para la sociedad salvadoreña, que empujados por ese interés reafirman la correcta decisión del presidente Salvador Sánchez Cerén que fue plenamente respaldada por el FMLN.
Ahora toca esperar que las instituciones y la población que sí comprendió como un paso positivo la apertura de relaciones con China, contribuyan a que los convenios de cooperación se cumplan.
Ya antes, decenas de estudiantes salvadoreños gozan de las becas para estudios superiores en ese país y se habían logrado importantes pasos de lo que se dio en llamar, frutos de una cosecha temprana de esa relación, como lo fue el apoyo para población afectada por las sequías; o la compra de pipas para abastecer zonas afectadas por la distribución de agua, o los convenios con la Universidad de El Salvador para la creación de un instituto y de intercambios académicos.
Que aquella resistencia a aceptar el paso dado por el gobierno del FMLN, que motivó incluso que diputados de derecha crearan una Comisión Especial de la Asamblea Legislativa para investigar “lo que según sus especulaciones podría haber de oculto en la ruptura con Taiwán y la apertura de relaciones con China”, se repliega ahora, pues antes del paso dado por el presidente Bukele, las visitas de periodistas escucharon con claridad los principios bajo los cuales se abrió esta relación, como decisión soberana de ambos Estados.
A la relación diplomática y de cooperación ha antecedido también, la relación comercial, las relaciones de amistad y el crecimiento de un conocimiento mutuo que permite saber que es bueno para nuestra sociedad una política exterior abierta, en la que se nos respeta y se respetan las decisiones de los pueblos sobre la manera de construir su propio desarrollo.
La historia nos da la razón, y un buen paso para el país debe profundizarse, como debiera ahondarse en las políticas sociales que apoyan la vida de nuestra gente.