Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Un breve comunicado conjunto entre los Gobiernos de la República de El Salvador y la República Popular China dio el anuncio al mundo que decidían otorgarse reconocimiento mutuo y establecer relaciones diplomáticas a nivel de embajadores. Eran las 8 de la noche del 20 de agosto en El Salvador y las 10 de la mañana del 21 de agosto en Beijing; un hecho histórico, que augura beneficios mutuos a los pueblos de ambas naciones.
La firma de un convenio de relaciones diplomáticas fue realizada en la capital china por el canciller de la República Carlos Castaneda y el canciller chino Wang Yi. A la misma hora, el Presidente Salvador Sánchez Cerén, en cadena nacional de radio y televisión, informaba al pueblo salvadoreño sobre la decisión tomada en el uso de sus facultades constitucionales y en observancia de la resolución 2758 de las Naciones Unidas, en la que se reconoce la existencia de una sola China y a Taiwán como parte inalienable del territorio Chino.
En el comunicado conjunto se sostiene que los Gobiernos convienen “desarrollar lazos amistosos entre ambos países sobre la base de los principios de respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial, no agresión, no intervención de uno en los asuntos internos del otro, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia pacífica”.
Para nuestro país, tal acontecimiento representa un ejercicio de soberanía, pero ante todo es una decisión que coloca al país en una perspectiva mejor; China es un país importante para el mundo entero, forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU, es la segunda economía del planeta, y su desarrollo constituye un factor de estabilidad.
Antes que El Salvador estableciera relaciones con China, otros 177 países lo habían hecho, incluyendo Estados Unidos, México, Canadá, Japón y toda Europa.
A lo largo de los años, muchos salvadoreños se preguntaban por qué en nuestro país eran inexistentes las relaciones diplomáticas con China; pregunta que se hizo más frecuente cuando el FMLN ganó la Presidencia de la República; pues se comprende que la política exterior es facultad de la Presidencia de la República. Lo importante es que ahora se ha respondido a esa inquietud, y se podrán aprovechar oportunidades para el desarrollo de nuestro país.
Son miles de empresas pequeñas, medianas y grandes las que importan o exportan a China, país que ocupa el segundo lugar en las importaciones y va cobrando importancia para las exportaciones de nuestros productos.
Sin duda mejoran las condiciones para el comercio, las inversiones, la cooperación, el intercambio cultural y turismo. Esto es lo que nuestro Presidente, el Profesor Salvador Sánchez Cerén, ha tenido en cuenta y a lo que se refería en su mensaje a la nación, al afirmar que la decisión la había tomado luego de un minucioso examen de la realidad interna y externa.
Es evidente que la mayoría de salvadoreños nos alegramos de este paso dado por nuestro Gobierno, solo los dirigentes de la derecha se muestran sorprendidos y dolidos; expresan así la resistencia al cambio positivo, aunque sepan que es mejor una relación con China, se sienten en el deber de manifestar lealtad a la política de guerra fría, en la que florecieron las relaciones de la derecha con Taiwán, donde aprendieron las técnicas de guerra política, de guerra sicológica y del cual recibieron apoyo financiero para el partido Arena.
Lo que resulta grotesco es la reacción de la dirección de la provincia de Taiwán, que al poner fin a la llamada relación diplomática de nuestro país con ellos, como lo hicieron con Sud África, aparezcan diciendo que la ruptura se dio porque ellos se negaron a pedido de dinero por parte del FMLN para la campaña electoral; una mentira absoluta, quizá el último “favor” a la derecha a la que según ellos mismos y las confesiones del expresidente Francisco Flores, entregaron millones de dólares que fueron a parar al partido Arena.
Nadie, ningún diplomático serio, puede afirmar que el FMLN le haya pedido dinero para ninguna finalidad. El FMLN es un partido de valores y principios y aunque supo respetar la relación de país con Taiwán, también fue y es consciente del papel jugado por ellos, en el país y en la escena internacional.
Ese intento de enlodar una página nueva para nuestra patria, no pasará de ser eso; lo más importante es que se abre para El Salvador una perspectiva de mejora, producto de la apertura de relaciones diplomáticas con la República Popular China, a lo cual le damos la bienvenida, aplaudimos y auguramos lo mejor en comercio, inversión, cooperación e intercambio cultural.